Título original: Requiem for a Heavyweight
Año: 1962
Duración: 93 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Ralph Nelson
Guión: Rod Serling
Música: Laurence Rosenthal
Fotografía: Arthur J. Ornitz
Reparto: Anthony Quinn, Jackie Gleason, Mickey Rooney, Julie Harris, Stanley Adams, Madame Spivy, Val Avery, Herbie Faye, Muhammad Ali.
Producción: Columbia Pictures
En otro momento, no precisamente éste, habrá que detenerse a considerar, en términos generales, por qué el género del boxeo ha dado tantas obras maestras al Séptimo Arte. De momento, nos bastará con atender a un filme poco conocido, pero esencial, un auténtico peso pesado del cine ambientado en el mundo del cuadrilátero, tan sórdido como romántico, tan duro como tierno, tan real como la vida misma: Réquiem por un boxeador (Requiem for a Heavyweight, 1962) dirigida por Ralph Nelson.
Decimos «en el cuadrilátero», pero, en rigor, las mejores producciones del género no reflejan tanto las evoluciones de los personajes dentro del ring cuanto fuera de él. Especialmente, a partir del momento en que los héroes de los guantes de cuero se ven forzados a colgarlos, darse una ducha, ponerse una tirita en la ceja y enfrentarse con el mundo exterior. Similar sentimiento de pérdida, de melancolía, de desencuentro, de desorientación, parece acompañar el jubileo, poco jubiloso, del minero, del militar, del marinero. También a propósito de estos licenciamientos pueden encontrarse no pocas joyitas en la historia del cine.
Y es a casi a todos los jubilados suele ocurrirles algo parecido. El retiro profesional de un músico suele producirle desconcierto. El ministro cesante padece desgobierno emocional. El sastre o el operario de taller mecánico, desarreglos varios. El boxeador retirado experimenta una letárgica postración…
En la primera secuencia de Réquiem por un boxeador ya tenemos prefigurado el futuro del protagonista, Mountain Rivera (Anthony Quinn: soberbio, conmovedor). En un plano secuencia frío como el hielo y tenso como una liana, la cámara muestra una larga fila de veteranos del ring, acodados sobre la barra de un bar, pendientes de la retrasmisión del combate de Mountain contra Casius Clay, interpretándose éste a sí mismo. Rostros curtidos, tallados a golpe de martillo, ojos brumosos e hinchados contemplan el horizonte vacío, que no es otro que el suyo propio. Muy pronto, Mountain, a punto de caer KO, se pondrá al final de la cola de los derrotados. Ser tumbado por Clay no debería suponer una ofensa. Ser retirado por el campeón casi debería considerarse un honor. Pero, para estos hombres duros, de honor fraguado al rojo vivo, el señalarles la puerta de salida del gimnasio y salir de las doce cuerdas representa encajar el revés más demoledor.
La montaña se ha desquebrajado. La retina del gigante caído ahora sólo columbra ante él al peor de sus contrincantes: un mundo incierto que no entiende, un futuro indefinido, un grupo humano extraño (civil) no regido por la norma de los asaltos, las campanadas, los golpes bajos. O no casi. Hasta ahora, la gente sólo significaba público, caras desencajadas gritando y rugiendo, o simplemente contemplando la victoria y la derrota del púgil.
A Mountain sólo le queda ahora su preparador y su manager. El fiel Army (Mickey Rooney, en el mejor papel de su carrera) es el cuidador del «campeón», dentro y fuera del ring. Su niñera y guía, su ángel de la guarda, su armada invencible. El gigante Quinn sólo tiene el hombro de este gran amigo de baja estatura para intentar salir adelante y no desfallecer. El manager Maish Rennick (Jackie Gleason, frío y sensible a la vez), vigila que el negocio no decaiga, que las cuentas cuadren, que las cuerdas no se destensen, dentro y fuera del cuadrilátero. Ha hecho unas apuestas dudosas, canallas y —todo acaba descubriéndose— traidoras. Y ha perdido. Los tres han perdido. Los acreedores van a por él, quieren el dinero. Maish, no puede pagar y teme «cobrar», intenta escapar por los túneles del recinto deportivo. El corpulento Maish (Jackie, el Gordo de Minessota en El buscavidas/The Hustler, 1961) corre como un gamo, sorprendentemente ágil a la vista de su volumen (él también es un peso pesado). En los pies le va la vida. Finalmente, los cobradores del cash acorralan a Maish en el ring. O pagas o te eliminamos. Dadle una lección para que sepa con quién se las tiene que ver.
Mountain, mientras tanto, busca trabajo. Pero, ¿de qué? Sólo sabe boxear. Lo único que ha hecho en los últimos diecisiete años. Tiene que ganarse el sustento, hacer lo que sea. Aunque la vida fuera del ring no está hecha a su medida. Demasiado robusto para entrar en un uniforme de acomodador en una sala de espectáculos, es rechazado, invitado a salir de la fila de solicitantes de este empleo para ponerse a la cola del paro. Tampoco aquí sabe cómo comportarse. El gigante Polifemo apenas puede ver lo que tiene delante y lo que le espera. Ni siquiera se entiende lo que dice. Medio sonado, no habla, farfulla. En la oficina de colocación, asustado, quiere escapar, él, Mountain, quien jamás abandonó una pelea ni hizo trampas. Army, cual hada madrina, impide la huida. A empellones lo introduce en la oficina. Ha llegado su turno.
Una joven funcionaria Grace Miller (Julie Harris), tímida y apocada, con una recatada «rebeca» sobre sus hombros, está sentada tras la mesa del despacho. Antes de atender a Mountain debe enfrentarse al turno anterior, un hombre airado, que protesta y le levanta la voz: no es justo, exclama, que le despidan, mientras usted, señorita, no hace nada para remediarlo. Hablará con el supervisor y se va a enterar.
Miss Miller, tras la escena, todavía tensa, escucha, finalmente, lo que Mountain tiene que decir. Pero, oiga, no ha cumplimentado algunos apartados del cuestionario. Las maneras de la agitada funcionaria, poco a poco van suavizándose. ¿Qué sabe hacer? Boxear. ¿Qué más? No sé, cualquier cosa, puedo aprender. Pero, ¿qué? ¿Qué le parece trabajar de monitor en un campamento para niños? Mountain acorralado en el rincón, sólo logra recuperarse, antes de que suene la campana, cuando recobra el orgullo: ¡yo, Mountain, he estado muy cerca de ser campeón del mundo de los pesos pesados!
Abandona el despacho. La señorita Miller sale tras él. Pero Mountain y Army ya han entrado en el ascensor, de bajada. Un hermoso plano nos muestra a ambos callados, abatidos, agarrados a las barras del elevador, trasunto de un ring, de otro ring. Poco después, Miss Miller intenta localizar al señor Rivera en la dirección de contacto guardada en la oficina. Mountain mata el tiempo en el bar situado en el bajo del hotelucho donde habita. Reserva de antiguos boxeadores, cementerio de gigantes.
El encuentro en el bar entre "la bella" y "la bestia" es memorable. Grace intenta convencerle para que acepte el trabajo ofrecido. Hablan, ríen, beben cerveza. El encuentro extra-profesional adquiere la forma de una cita personal.
¿Está casada? ¿Cómo que no? Tan hermosa y joven. Salen al exterior. Sabe, Miss Miller, los muchachos pensaban que estamos saliendo. La joven coge un taxi de vuelta a casa. Antes de que el vehículo arranque, la muchacha le recuerda a Mountain que debe presentarse a la cita de trabajo. Mountain no piensa en appointment sino en date. La cámara desde lo alto de una grúa lo muestra feliz como un adolescente, salta, suelta los puños al aire, como cuando era boxeador, como cuando era alguien.
¿Está casada? ¿Cómo que no? Tan hermosa y joven. Salen al exterior. Sabe, Miss Miller, los muchachos pensaban que estamos saliendo. La joven coge un taxi de vuelta a casa. Antes de que el vehículo arranque, la muchacha le recuerda a Mountain que debe presentarse a la cita de trabajo. Mountain no piensa en appointment sino en date. La cámara desde lo alto de una grúa lo muestra feliz como un adolescente, salta, suelta los puños al aire, como cuando era boxeador, como cuando era alguien.
¿Qué pasa con Maish? A Maish se le acaba el tiempo. Llegó la hora de pagar la deuda. Necesita a Mountain para que el negocio siga en pie. Le ha buscado empleo como luchador de pega, en la lucha libre, hacer de «clown» disfrazado de jefe indio. Sin catch no hay cash. Me lo debes, Mountain. El gigante vacila. Tiene las piernas cansadas, los pies de barro y un gran corazón. Es fiel y nunca ha aceptado sobornos. ¿Quién dijo que los «pobres» no tienen moral? Army recrimina el egoísmo y la insensibilidad de Maish. Pero, el manager, como todos los demás, sólo anhela sobrevivir. No es un malvado, a pesar de todo. Simplemente, está acorralado, entre las cuerdas.
El «campeón» es débil y, finalmente, cede a la presión de Maish. Miss Miller vuelve a la carga. Otro encuentro hermoso entre ambos, muy romántico, en la habitación del coloso acobardado. De la escena emana una gran sensualidad. Mountain la recibe con el torso desnudo, recostado sobre la cama. Esta vez, entabla un combate muy especial: hombre y mujer. Invita a la púgil del amor a que se desprenda del abrigo y el pañuelo del cuello. El ajustado jersey remarca sus pechos. Más que una escena de amor, vemos un duelo de soledades. Dos cuerpos con deseo del otro, y, sobre todo, deseando ser deseados. Si la chica no va a la montaña, Mountain va hacia la joven. La atrae hacia sí, y caen en la lona de la cama. Pero, ella, reactiva, reacciona. Decide incorporarse antes del número diez. Cuando suena la campanada que marca las doce, cinderella sale huyendo. Se ha dejado algo. El pañuelo. Acaso también la última oportunidad de ser abrazada por un hombre.
A Mountain tras el último combate en el ring le espera el otoño cheyenne. Disfrazado de indio, salta al ruedo. El público brama, se burla del payaso. De pronto, el gran jefe —«Big Chief Mountain Rivera»— recobra el orgullo. ¿Qué sería de su vida sin orgullo? Levanta el hacha de guerra. Entona el canto del guerrero, el luchador que pugna por no ser vencido otra vez.
Réquiem por un boxeador. Historia dura. Película hermosa, inspirada, filmada en estado de gracia. El director Ralph Nelson realiza aquí su primera película. No podía empezar mejor. Pero, ay, nunca volverá a hacer nada semejante, ni por aproximación. Sin embargo, el género sí acogerá otras obras maestras.
Amigo Fernando, un texto absolutamente claro y escrito con verdadera maestría sobre un film que no he visionado. Ralph Nelson, como tú bien dices, es un director que no siempre ha estado a la altura de las circunstancias. Este requien, de acuerdo con la descripción que das, me recuerda esa otro magnífico film "El buscavidas" de Paul Newman.
ResponderEliminarEl cine de boxeo ha dado, curiosamente, un puñadito de obras maestras, como "Body and Soul" o "Toro Salvaje", por citar solamente dos.
Me paso ahora por esa otra entrada tuya sobre "Mad Men", una serie que sigo con mucho interés.
Un abrazote.
Amigo Anro, bienvenido a Cinema Genovés. Si no has visto la peli, no pierdas tiempo, hazte con una copia y disfrútala. Creo que incluso está disponible en DVD... La evocación de "El buscavidas" probablemente venga, en primer lugar, de la participación en ambos filmes de "Big" Jackie Gleason, gran actor, sin duda.
ResponderEliminarAdemás de las cintas de boxeo que citas, yo destacaría, ahora mismo, dos. Entre las "raritas", "Set Up" de Robert Wise, tan genial como esta del "Réquiem", también en la misma línea de "fin de ciclo" de un boxeador. Y, entre las clásicas, está, por supuesto, "Gentleman Jim" de Raoul Walsh.
Pasa, pasa, amigo mío, estás en tu casa.
Saludos cinéfilos.
Hola Fernando, acabo de disfrutar de tu excelente entrada y "Requiem por un boxeador" se acaba de convertir en un objetivo a corto plaza desde ya.
ResponderEliminarNo conocía la película pese a que el subgenero boxístico me interesa bastante. Sus protagonistas que dentro del cuadrilátero son capaces de enfrentarse a su rival y argumentar con todo tipo de golpes y fintas; cuando se ven enfrentados a la vida, con sus alegría y sus miserias, normalmente no gozan de un arsenal similar. Sólo les queda tirar de su capacidad para encajar golpes y de la esperanza de dar un golpe de suerte o de al menos no caer en los 12 asaltos.
Citaré mis favoritas de genero "Gentleman Jim", "Más dura será la caida", "Marcado por el odio", "Toro Salvaje" y "The boxer".
Un saludo Fernando y a seguir golpeando así de fuerte. Desde ciclos de cine nos encanta leerte.
Muy amable, David. Da gusto descubrir clásicos, ¿verdad? Por muchas películas que haya visionado uno, a menudo se sorprende con felices hallazgos. Por esta razón, hay que seguir buceando y sacar a flote pequeños y grandes tesoros.
ResponderEliminarBuena selección la de tu Top 5 de pelis de boxeo. Aunque el género, en conjunto, contiene bastantes obras maestras, yo, de entre las más actuales, me quedo con "Fat City" de John Huston. ¡Ya sé que es de los 70 del siglo pasado, pero es que uno es muy clásico...!
Por cierto, propongo una "That is the question":
¿cabe incluir a "El Hombre Tranquilo" de Ford como una peli de género boxeo?
Saludos cinéfilos.
Yo no la incluiría, fundamentalmente porque en ningún momento aparece algo primordial en las películas de boxeo como es el "combate de boxeo en sí mismo", con toda su iconografía: el ring, los asaltos, calzones, botas guantes, torsos desnudos, los entrenadores en las esquinas, el juez... el público, los flashes de los fotógrafos y las apuestas.
ResponderEliminarBien es cierto que la pelea entre John Wayne (el exboxeador) y Victor McLaglen la podríamos contemplar como un combate de boxeo atípico, pero a mi juicio tiene más que ver con una clásica pelea Fordiana entre "rivales-amigos" que dirimen sus cuitas a puñetazos. Y al final de los golpes todos amigos de nuevo.
De hecho si Sean Thornton hubiese sido exjugador de futbol americano (por ejemplo) la película podría haberse desarrollado de manera idéntica.
Continuando con el "That is the question" ¿qué me dices de "Pulp Fiction"? Ahí si que hay un boxeador y aunque en ningún momento vemos el combate, hay multiples refrencias al "combate en sí", incluso se oye parte de él en la radio del taxi de Esmarelda Villalobos.
Por cierto tienes razón "Fat City" de Huston es una excelente película de boxeo, la olvidé en un típico lapsus internaútico.
Saludos
Es interesante lo que dices, David. Cuando he planteado la "question" es porque no tengo clara la respuesta. Sin embargo, todavía no abandono la sugerencia o hipótesis de trabajo.
ResponderEliminar1)Como he dicho en el post, para mí, la esencia del género no tiene que estar necesariamente en el ring. De hecho, suele estar fuera del ring. Aun así,recordemos que en "El hombre tranquilo" sí hay una canónica escena de boxeo, corta, aunque significativa: el flashback que explica el "pasado" de Sean Thornton y el desencadenante de su conducta (así como de la "vuelta a la inocencia" en Innisfree).
2) Thornton esquiva el combate con McLaglen por temor a volver a matar a otro hombre, cuestión esencial en la relación con la O'Hara, que lo toma por un cobarde (duda de su masculinidad).
3) Y luego está, claro, la larga y definitiva pelea entre los dos colosos. Creo que aquí no se trata sólo de la "clásica pelea fordiana", comparable en su caso más paradigmático con, por ejemplo, "La taberna del irlandés". ¿O sí?
Hace mucho tiempo que no revisiono "Pulp Fiction". El boxeador es el personaje que interpreta Bruce Willis, ¿no es cierto? En cualquier caso, se trataría de un personaje secundario y de un asunto colateral en el film, no central. Con todo, pensaré en ello.
Saludos
Hola Fernando.
ResponderEliminarHabía olvidado el flashback en el que Ford nos muestra explicitamente un combate de boxeo. Y aunque estoy totalmente de acuerdo contigo en que, normalmente, la sustancia de las películas pugilisticas suele estar fuera del ring, en esos momentos en los que el boxeador se enfrenta a la vida y no a otro púgil, sigo sin ver "El hombre tranquilo" como una película de boxeo. Supongo que si tuviera que categorizarla lo haría de la siguiente manera:
1/ Película de John Ford.
2/ Comedia romántica, con un aderezo dramático.
3/ Costumbrismo, añoranza de una Irlanda rural utópica y mágica.
Acepto sin dudarlo que el asunto del boxeo sí es importante para comprender porque Sean se resiste a zurrarse con Will, pero aún así me parece claramente secundario, ya que no es más que una escusa del maestro Ford para que la parte dramática del film pueda tener lugar y desarrollo.
Dame tu punto de vista sobre la cuestión, seguro que tú tienes más fresca esta obra maestra y puedes hilar más fino.
En cuanto a "Pulp Fiction", efectivamente Willis es el boxeador y no es un personaje secundario, es uno de los protagonistas de la película.
Básicamente la película consta de tres historias que se van entremezclando durante todo el metraje. Una (la de Willis) es la historia de un boxeador que se la juega al capo local no dejandose caer a la lona en el asalto pactado, y además pega un pelotazo apostando por sí mismo en contra del resultado que todos los corredores de apuestas tenían ya cantado. Por simetría con "El hombre tranquilo"(y por eso surgio esta second question al abrir tu la first question) Willis al igual que el personaje de Wayne, también mata a su rival en el combate de su retirada.
Las otras dos historias del film de tarantino son una comedia negra romántica entre John Travolta y Uma Thurman; y una trama de gánsteres protagonizada por Travolta y Jackson.
Las tres historias tienen el mismo peso en la película y si bien es cierto que a Travolta podríamos considerarlo el interprete principal en su globalidad (ya que es el único que interviene en las tres tramas) Willis sin ninguna duda sería el claro protagonista de la suya. La cual si que me atrevería a encasillar dentro del género boxístico.
Saludos y espero tu feedback
David: inteligente y valioso comentario. Ciertamente, las grandes obras maestras son, por esencia, difíciles de clasificar. ¿A qué género pertenece "Ciudadano Kane" de Orson Welles? Son tan ricas, albergan tantos tesoros en interior, que cuesta encerrarlas en una sola categoría. Lo mismo puede decirse de los grandes directores: sus películas son, simplemente, "fordianas", "fellinianas", etc. Por eso suele decirse que unas y otros acaban siendo inclasificables. Sin embargo, permíteme que tire un poco más del hilo...
ResponderEliminarEn "El hombre tranquilo" el boxeo creo que representa algo más que un mero punto de partida o un asunto secundario. Entiendo que constituye el hilo conductor del filme.
Thornton vuelve a Irlanda a encontrar la paz. Innisfree simboliza la Arcadia. Y él quiere ser un "quiet man", es decir, un ser no violento, como lo fue en América. En son de paz intenta reconstruir su vida. Pero, ay, de entrada, le reciben la hostilidad, el rechazo y la prevención: la viuda no quiera venderle la casa natal, Red Will no le entrega a la hermana ni quiere tratos con él, etc. Sólo Michaelle le acompaña, en este viaje interior y exterior, cual Ángel de la Guarda, indicándole qué debe hacer en cada momento.
Finalmente, el día de su boda, Thornton es ¡noqueado! por Red Will (lo que provoca el flashback ya señalado). Sean sigue rehusando la pelea. Pero, amigo mío, sin pelear, Thornton no será reconocido por la comunidad (hasta cura y pastor le animan a luchar) ni logrará el respeto de su esposa, ni su amor.
La misma relación Sean / Mary Kate tiene mucho de pugilístico: el célebre encuentro en la casa (todavía no hogar), golpeada por el viento; el lecho nupcial, finalmente, es un ring..., situación que merece la famosa apostilla de Michaeleen: «¡homérico!»
Y luego está la largísima pelea entre Red Will y Thornton. ¿Tiene que haber un cuadrilátero para que haya boxeo? (En "Réquiem por un boxeador", objeto directo de esta línea de comentarios, sólo hay unos pocos minutos de ring: los suficientes para que Casius Clay tumbe a Mountain.
Por lo que me indicas de "Pulp Fiction", indudablemente, necesito revisionarla de nuevo, antes de añadir más comentarios sobre esa peli. Pero, reconozco que la referencia es pertinente en esta "question".
Saludos.
LLevo algunos días entrando por este blog. De verdazz que es raro, yo sin dezzir ni pío.
ResponderEliminarSabes qué es lo que más me ha gustado ???. Que se hable, que se discuta, que se intercabie. Que las cosas no queden en eso de:
"Muy buena tu entrada, un saludo".
Ha sido un plazzer leeros. Diferentes puntos de vista, diferentes modos de ver y, sobre todo "Inisfree". El hombre tranquilo, es por enzzima de todo, mi peli favorita. Seguro que, todos, tenemos nuestra peli favorita, nuestro sitio, nuestro amigo, nuestro perro, nuestro libro.
Si yo tuviera que dezzir algo de "El hombre tranquilo" diría que, aunque tiene mucho de los elementos típicos de Ford, los personajes, algunas situazziones, las peleas, la peli, sin duda, es un cuento. Un mágico y bello cuento donde las rosas y una pequeña casa son tan protagonistas, como Thorton o Mary Kate. Es zzierto que no se comprendería el personaje de Wayne sin entender su pasado de boxeador, y un boxeador con un drama a sus espaldas pero, para mí, la peli es sobre todo y ante todo, la vuelta a la bellezza y dos besos; uno en Blancamañana y otro bajo la intensa y fina lluvia de Inisfree.
Un plazzer
Caperuzzita
Bienvenida Caperuzzita a Cinema Genovés. Entra, entra, sin miedo que aquí no va a comerte ningún lobo...
ResponderEliminar"El hombre tranquilo" también es una de mis películas favoritas. ¡Claro que es un cuento! Un viaje al Paraíso perdido, allí donde un hombre desea encontrar tranquilidad, recuperar una propiedad, amar a una mujer e intentar ser feliz. Ahora bien, también allí hay que luchar para conseguir las cosas.
En la inicial escena de la estación los propios lugareños discuten sobre cómo ir a Innisfree. ¿Dónde está Innisfree? Ocurre que ese lugar sólo existe en el interior del alma. El duendecillo Michaelle rescata a Thornton y ya sabes el resto de la historia.
El beso entre Sean y Mary Kate en la vieja iglesia es, ciertamente, antológico. Un beso bajo la intensa lluvia, como intensa es la pasión de ambos. Una lluvia que, fíjate, va empapando la camisa de Wayne y materialmente lo desnuda... ¿Puede haber mayor romanticismo y sensualidad al mismo tiempo? Maravillosa película, independientemente de nuestro contencisoso sobre si pertenece o no al género de boxeo.
Si no has visto el documental de José Luis Guerín sobre "Innisfree", no te lo pierdas.
Saludos cinéfilos.
Es prezziosa la eszzena de la estazzión de tren y del Señor Miquelín, qué te puedo contar ???. Los personajes secundarios que recreaba Ford eran, todos, únicos e irrepetibles, espezzialmente el Señor Miquelín. El hombre tranquilo, no es una exzzepción, incluídos los secundarios de los secundarios. Recuerdas la anzziana mujer de servizzio de la Viuda Tilane???, una anzziana encorvada y con plumero en mano. Y el muerto que deja de morirse para ver arrearse a Danaher y a Thorton ???.
ResponderEliminarQué peli !!!!
Caperuzzita
Sí, en efecto, Caperuzzita, las grandes películas lo son por la fuerza de sus personajes principales. Pero, no menos por la presencia de inmensos secundarios y (como tú dices muy bien) de "los secundarios de los secundarios". Este hecho (importancia de los actores secundarios) junto a la atención por los detalles (no dejar jamás una puerta cerrada, previamente abierta, y cosas así)et voilà, ahí tienes una de las claves del cine clásico.
ResponderEliminarLa verdad es que "El hombre tranquilo" es tan genial que podría desmenuzarse (analizarse) en pequeños fragmentos y siempre encontraríamos maravillas. ¿Qué me dices de la música de Victor Young?
Saludos cinéfilos.
La música es prezziosa y evoca lejanos paisajes verdes y una infanzzia perdida; evoca las sensazziones tranquilas y los lugares donde todos quisiéramos estar; peleas que terminan en un apretón de manos y playas donde se buscan zzintas de sombreros femeninos; tabernas y estazziones de trenes; el orgullo irlandés, el pelo rojo y la pasión escondida en el rescoldo de una chimenea, hazze muchos años ya, apagada.
ResponderEliminarMuchos saludos zzinéfilos para ti
Caperuzzita
Vaya, Caperuzzita, compruebo que tienes perfectamente grabada en la memoria cada plano, cada secuencia, cada pormenor de esta película simpar. Asímismo, aprecio la belleza de tus evocaciones. Tanto es así que, si no te importa, me gustaría leer alguna otra descripción tuya. Por ejemplo, la manera de vestir de Mary Kate en el tempestuoso encuentro en la casa natal de Sean y pronto también la casa marital de ambos: esa blusa azul, esa falda roja, y sobre la falda roja, ese delantal tan blanco... Si no recuerdo mal, va vestida igual en su primera "aparición", cuando Thornton la descubre junto a un rebaño de ovejas, en un entorno sereno y de lo más bucólico. Sean piensa, en un primer momento, que —¡diantres!— aquella criatura no puede ser real. ¡Y tal vez no lo sea! De igual manera la vemos vestida en la secuencia final, en la secuencia, ay, de despedida.
ResponderEliminarYa hemos dicho que en una obra maestra no hay nada por casualidad, cada detalle es esencial, que tiene su significado y valor, ¿verdad?
Saludos cinéfilos.
Ecxelentes comentarios, nada más que aportar. Mis saludos a todos y al titular del post.
ResponderEliminarMuchas gracias, Antonio, por el amable comentario. Bienvenido a Cinema Genovés.
EliminarSalucines