Óscar López y Pablo Vilaboy, Finales de cine. 77 películas para recordar, Alianza Editorial, Madrid, 2011, 382 páginas
Según marca una costumbre inveterada en la crítica cinematográfica y entre el público en general resulta inoportuno y desaconsejable revelar el final de las películas. Más que nada, por si algún sujeto expectante (todavía no espectador), escucha o lee aquello que debería desconocer, y que tendría, en cualquier caso, que descubrir por sí mismo.
Las escenas o secuencias últimas de un film, concebidas para servirse a los postres, ¿por qué ofrecerlas de aperitivos? ¿Para qué destaparlas públicamente, anticipadamente, a destiempo? Esto es lo que sostiene la costumbre, incluso la lógica y el sentido común.
Mas, ¿qué me dicen del gusto por innovar, por trasgredir la norma, por revolucionar y alterar el orden de las cosas? Tan antiguo como el orden es el desorden. No son pocos los profesionales del cine que han llevado a cabo ingeniosos experimentos en áreas diversas. Por ejemplo, en el guión y el montaje.
Mencionaré unas de esas alteraciones: la narración empieza por donde acaba la historia, y a continuación arranca un largo flashback. He aquí una forma. Todo un clásico. No es la única. Hace unos años, nos sorprendió una cinta ciertamente original dirigida por Christopher Nolan, titulada Memento (2000), aunque también podría denominársela «la otra cinta de Moebius». La peculiaridad más relevante del film es que el relato de los hechos es contado al revés de como, en realidad, se produjeron: empieza por el final y avanza hacia atrás, hasta llegar (¿volver?) al principio. En este caso, la incorrección sería contar el principio al que no conozca la cinta y tenga previsto darse un paseo por ella.
Sea como fuere, prevención acerca de revelación de secretos fílmicos, existe. Incluso también hay serias advertencias. Al final de Las diabólicas (Les diaboliques, 1955), película dirigida por Henri-Georges Clouzot, aparece un intertítulo, a modo de coda, donde se exhorta al espectador a «no contar el final». Por su parte, antes del estreno de Psicosis (Psicosis, 1960), Alfred Hitchcock, celoso de su trabajo, maestro del suspense, realizó un trailer del film advirtiendo a los espectadores que no debían contar a nadie el final de la película.
Psicosis: «La película que usted debe ver desde el principio. ¡O no verla! Pues nadie podrá entrar una vez que empiece.»
Hablando de finales... La consideración crítica del libro Finales de cine, editado hace unos meses en España, plantea un problema de primer orden, a saber: la finalidad del volumen. Lo diré de otro modo, ¿cuál es el auténtico propósito e intención, el sentido y utilidad, del mismo? Confiesan los autores del volumen que, de entrada, han dejado a un lado los títulos más célebres y celebrados por sus conocidísimos y comentadísimos finales: Casablanca (Casablanca, 1942), Con faldas y a lo loco (Something like it hot, 1959), Lo que el viento se llevó (Gone WithThe Wind, 1939), Psicosis (Psicosis, 1960)...
El plan es, entonces, compendiar 77 títulos para recordar. ¿Por qué? Por tener, en común, un «final irresistible». Pero, ¿por qué 77? ¿Por tratarse tal vez de un número capicúa, que tanto vale, vale tanto, leído del derecho como del revés?
El listado de filmes recogido en el volumen se nos antoja, a primera vista, caprichoso. Si bien, nos queda también la impresión de haber sido concebido por una suerte de cuota cinematográficamente correcta: cupo por géneros (tiene que haber necesariamente directoras); por nacionalidad (no pueden faltar películas españolas); según una proporcionalidad geográfica (tantas americanas, tantas europeas, del Norte y del Sur del viejo continente); etcétera. La relación de títulos comienza con Lirios rotos (Broken Blossoms, 1919 – D. W. Griffith), le siguen otros como Bola de fuego (Ball of fire, 1941 – Howard Hawks), Carta de una desconocida (Letter fron an Unknown Woman, 1948 – Max Ophüls), La Strada (La Strada, 1954- Federico Fellini), Españolas en París (1971 – Roberto Bodegas), La linterna roja (Da hong Deng long Gao gau Gua, 1991 – Zang Yimou), El piano (The Piano, 1993 – Jane Campion), Rompiendo las olas (Breaking the Waves, 1996 – Lars Von Trier), y concluye con Volver (2006 – Pedro Almodóvar).
En términos generales, más que analizar con detalle la conclusión de filmes (¿especialmente destacables?), la ficha de cada entrada equivale a una reseña, con menciones, eso sí, a detalles de los últimos minutos de la filmación. Para ser rigurosos y precisos, y no confundir al potencial lector, los autores y editores deberían, a nuestro juicio, haber permutado el orden del título y el subtítulo del libro. Siguiendo así otra vieja costumbre: entender que lo primero manda sobre lo segundo.
Estupenda entrada, Don. Fernando, pero en principio, el libro me parece un poco "insulso" , entiendaseme bien (Ningún libro ·per se· es insulso, pero vd. comenta que no aporta mucho más que la reseña de los momentos finales, por ahí andará la orginalidad).
ResponderEliminarCreo que ya debatimos sobre esto, y hablamos de lo que se está editando ahora no es para tirar cohetes. Siéndole sincero, a pesar de que los grandes libros llenos de imágenes sobre cine queman en mis manos, hace tiempo que dejé de comprar libros con ese tipo de títulos, antes seguro caerían en mi estantería.
También reconozco que su variedad de filmográfica está bien, y tampoco cae en más topicazos de los que hay. (Todo esto lo digo yo sin haber leido el libro:-)))
Guiones y giros que nos lleven a un final de cine. Ud. menciona a Memento, que es la película "desrebobinada",creo , yéndonos a lo más clásico, Mankiewiz había hecho algo parecido pero con las bobinas correctamente puestas, en "Alone in the dark", casi se le podría aplicar el cuento-memento y funcionaría igual
También recuerdo ahora, un par de películas redondas, es decir circulares en las que coincide el principio con el final, una es las películas, de las que conozco con un esquema argumental más cuidado y perfecto es "Cautivos del mal" de V. Minelli, otra sería "Carta a tres esposas" de Manckiewick, donde uno hay un persnaje primordial , que está constantemente sobrevolando la trama, y nunca aparece, pero que subraya en todo momento su propia voz en of después de la introducción y que las mujeres reciben la carta,
todo nos es remitido via flashback.
Bueno me callo porque no sé si van por ahí los tiros y hoy es lunes, Don. Fernando, agradecido por la reseña del libro y más por sus aportaciones partículares.
Salucines
Roy
Pues yo coincido totalmente con el amigo Roy y añado "Eva al desnudo" como otro de los ejemplos de películas "circulares". Pero volviendo al libro que hoy nos traes, yo confieso, no despierta en mí el más mínimo interés y menos aún si lo que me van a contar son the ends tan poco sustanciales como el de "Bola de fuego" cuyo final no me parece más interesante que la propia película. Creo que no he entendido la finalidad (ya no añado didáctica) del libro en cuestión.
ResponderEliminarDiferente es el caso de "Cine, espectáculo y 11-S" que por fin he tenido tiempo de leer y que aunque quizás este no sea el foro ad hoc, necesito dejar algún comentario al respecto. Primero mis felicitaciones porque esperaba un ensayo que analizara con minucia y pericia esas películas-espectáculo pero no. Como no podía ser de otra forma, tu obra rezuma inteligencia y traer a colación nombres como los de Churchill o Ayn Rand para ponernos en "perspectiva histórica" me ha parecido un maravilloso acierto a la par que ilustrador.
Me ha alegrado leer mucho tus consideraciones con respecto a "La vida es bella" ya que así aquí puedo confesar sin temor a penitencia que yo en el cine acabé sucumbiendo a las garras de Morfeo, algo muy poco habitual en mí. De hecho creo que la "obra maestra" de Benigni tiene el privilegio de ser la primera y única película (hasta la fecha) con la que me ha ocurrido algo semejante. Poco más quiero decir al respecto.
La reflexión sobre Spielberg es muy certera: no se moja. Stanley Kramer sí lo hizo con "Vencedores o Vencidos" pero en "La lista de Spielberg", más allá de su calidad cinematográfica, la cual no pongo en duda, asistimos a una historia ambientada en el régimen nazi, no a una historia sobre el nazismo (importante diferencia). Lo mismo podríamos decir de Munich, la cual, para mi gusto, se queda en un intento superficial de alcanzar la verdad (aunque sea la del director, si es que la tiene)pero sin llegar a conseguirlo.
Y por último, pero no menos importante, el duelo, ese tiempo que es necesario para calmar ánimos, cicatrizar heridas y, evidentemente, poner en marcha proyectos que no sólo sean oportunistas. Querido Fernando, lamentablemente ya no tenemos Lubitschs ni Wilders con nosotros que sean capaces de hacer con educación y elegancia y maestría algo cómico partiendo de una realidad cruel. Lo que sí abunda es mucho atrevimiento.
Enhorabuena!
Salucines
Gracias, Roy, por su generoso comentario. Si, en efecto, aquí hay dos cuestiones a debate:
ResponderEliminar- una es la propia categoría de los finales de las películas. Pues hay algunos anodinos o archirrepetidos (¿el beso final de los protagonistas y comieron perdices?) y hay otros verdaderamente gloriosos, míticos por el genio o por el ingenio en que fueron concebidos y realizados. Lo mismo podría decirse de los arranques de los filmes (o de las novelas): "Sed de mal" de Orson Welles, "La ronde" de Max Ophüls, etcétera. ¿Novelas? "El Quijote", "Moby Dick", "En busca del tiempo perdido", etcétera.
- otra cuestión es la de los recursos narrativos que idean los guionistas y/o los directores para contar las historias. El caso del flasback/río o los "filmes circulares" comentados, los cuales son ejemplo de películas "redondas", y muchas no sólo en razón del artificio. La entrada de la semana próxima de Cinema Genovés trata de una peli en que la secuencia del comienzo y del final, coinciden. Aunque no sea una peli plenamente "redonda".
Todo esto está muy bien cuando está bien hecho. Y, sobre todo, cuando es original. Por ejemplo, "Rashomon" de Kurosawa. Genial. Ahora, los rashomones... ya son otra cosa.
Salucines
Gracias, amigo deWitt, por tu muy amable comentario.
ResponderEliminarYa he comentado al amigo Roy algo de la circularidad fílmica a la que tú también aludes. Sólo indicar que, como sabes, tampoco yo soy un entusiasta del Howard Hawks comediógrafo/comediante. Ni sé qué tiene ese film de "final irresistible".
Tu comentario ¡extra! ¡extra! dedicado a mi ensayo "Cine, espectáculo y 11-S" te lo agradezco muy especialmente. Tampoco sé si es este el foro de discusión idoneo al respecto. Ni cual sería ése. ¿Tal vez abrir una página del blog dedicada al ensayo? Depende, en cualquier caso, de la demanda y de la oferta.
Salucines
Curioso libro, buena reseña y una pregunta: ¿No era en "Testigo de Cargo" donde también alertaban con un "no cuente el final"?
ResponderEliminarSaludos!
Pues, ahora que lo dices, Ethan, sí creo que hay tal "alerta" en "Testigo de cargo". Lo que no podría precisar, sin embargo, es si aparece al principio o al final del film.
ResponderEliminarSalucines
Finales de cine...ummmm...Como usted, también me pregunto la finalidad del libro. Ya que si no la he visto, no voy a leer la reseña y si he visto la pelicula,¡diantres! ya se como acaba....
ResponderEliminarAsí que me parece un ejercicio de vanidad o simple perdida de tiempo. Dos cosas como sabe usted, que debemos dejar de lado siempre que podamos.
Salucines como se díce por aquí.
Inapelable argumentación y sabio juicio el suyo, D. Lorenzo, ante los que sólo cabe una puntualización: punto final.
ResponderEliminarSalucines
Interesantes reflexiones y ácidos apuntes sobre una pieza que, me temo, dejaré escapar libre como el viento: da la sensación que el título es para el grupúsculo de morbosillos que siempre quieren saber cómo acaba una película:¿acaso nadie conoce ninguno? gentes que, si el final que les cuentan no les gusta, ya no van a ver la película.
ResponderEliminarTrampa además engañosa, porque deduzco que se trata de un libro cuya única novedad reside en el título, resultando ser el compendio de unas reseñas sujetas además a intereses comerciales con lo cual, de primeras, entiendo no son lo libres que me gustaría fueran...
Va a ser que no, y gracias por el aviso.
Un abrazo.
Hablando de pelis circulares, yo quería hablar bien de "La condesa descalza", la lluvia, el entierro y la amistad entre los personajes de Humphrey y Ava, pero blogspot me sabotea el comentario.
ResponderEliminarYo quería hablar bien de "La condesa descalza", del entierro, la lluvia y la amistad entre los personajes de Humphrey y Ava, pero blogspot me sabotea el comentario.A ver si ahora...
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ResponderEliminarCorrecta radiografía del volumen en cuestión, Josep, y muy perspicaz tu segundo párrafo. Creo que la cosa va por ahí.
ResponderEliminarLamento no contentar siempre a las editoriales que amablemente me envían ejemplares de novedades para mi consideración y juicio, a las cuales, probablemente, les gustaría leer siempre críticas elogiosas de sus libros publicados. Pero Cinema Genovés se debe, en primer lugar, a su público.
Salucines
Pues, finalmente, amigo Isak, entró, entró...
ResponderEliminarLa verdad es que, tanto en literatura como en el cine, la estructura narrativa circular es todo un clásico. Crear un paralelismo discursivo entre el comienzo y el final resulta casi siempre atractivo, aunque no debe convertirse en una fórmula de uso indiscriminado. La función de ese recurso depende de la propia historia. Y sí, creo como tú, que se ajusta bien al caso de "La condesa descalza" de Mankiewicz.
Salucines