Título original: Fortunella
Año: 1958
Duración: 100 minutos
Dirección: Eduardo de Filippo
Guión: Eduardo de Filippo, Federico Fellini, Ennio Flaiano, Tullio Pinelli
Guión: Eduardo de Filippo, Federico Fellini, Ennio Flaiano, Tullio Pinelli
Música: Nino Rota
Fotografía: Aldo Tonti
Reparto: Giulietta Masina, Paul Douglas, Alberto Sordi, Franca Marzi, Aldo Silvani, Carlo Dapporto, Eduardo De Filippo, Carlo Delle Piane
Producción: Coproducción Italia-Francia, Dino de Laurentiis Cinematografica / Les Films Marceau
En 1958, año del estreno de Fortunella, Giulietta Masina, la protagonista principal del filme, ya había rodado dos de sus títulos más célebres, bajo la batuta de su marido, Federico Fellini. Nos referimos a La Strada (La Strada, 1954) y Las noches de Cabiria (Le notte di Cabiria, 1957). El icono Giulietta había quedado establecido: personaje tierno, inocente, conmovedor, golpeado, casi descalabrado, por una existencia amarga y unos desalmados rufianes. El productor Dino de Laurentis confía la realización de Fortunella a Eduardo de Filippo, destacado comediógrafo, actor y director de origen napolitano, una leyenda viva del cine y el teatro italianos. En el guión de la película participa Federico Fellini, junto a otros escritores, incluido el mismo Di Filippo. La influencia del cineasta de Rímini planea sobre la cinta en todo momento, aunque, no hasta el punto de fagocitarla y cargarla de facto a su cuenta de resultados, según sostienen no pocos críticos cinematográficos.
Eduardo de Filippo en un fotograma del filme |
Fortunella es, en efecto, obra de Federico Fellini, pero también de Dino de Laurentis, Eduardo de Filippo, Nino Rota, Giulietta Masina, Alberto Sordi y tutti quanti. No echamos de menos aquí el rugido y las garras del gran Fellini, porque percibimos las marcas dejadas en la piel del filme. Sin duda, con Federico al mando de esta nave, el resultado hubiese sido distinto, aunque no me atrevería a afirmar que de mejor calidad. Sería, sin duda, una cinta mucho más conocida y promocionada, más felliniana, más popular (especialmente, fuera de Italia) entre el público, y no una rara avis, una pequeña gema que para muchos aficionados todavía duerme en el interior de la montaña de películas por visionar.
Eccola qua, Fortunella. Una película bellísima, divertida y conmovedora, una comedia dramática de primera. Eduardo de Filippo firma acaso su título más logrado. Bajo su dirección, Giulietta Masina y Aberto Sordi consuman unos de los mejores trabajos de sus sobresalientes carreras.
Nanda Diotallevi (Giulietta Masina) es una muchacha dulce y trabajadora, despierta y voluntariosa, sacrificada y servicial, fiel y leal, pero, ay, con poca fortuna. Tal vez por esa razón irónica sea conocida en el barrio por el sobrenombre, no de Fortunata, sino de «Fortunella», naranja enana, naranja dorada. Chica inocente, ofrecida en sacrificio, sale de la cárcel tras pagar la muy justa por el gran pecador Peppino (Alberto Sordi), su fidanzato ma non troppo, en realidad, un mascalzone, un truhán de medio pelo que bordea la ley y chulea a su chica. Cobarde, gemebundo e hipocondríaco nunca da la cara, ni tampoco un palo al agua.
Nanda anda por la vida cargando con sus propias tribulaciones, más las penas y las infracciones del haragán Peppino. Arrastra como una mula el carromato con los productos del herrumbroso puesto que mantienen en el «rastro» romano de Porta Portese (colosal Giuletta, al frente del negocio, reclamando la atención de los viandantes). Acabada la jornada laboral, de vuelta al hogar dulce hogar, el muy zángano de Peppino se agarra al carro chatarrero. Dejándose llevar. Lamentándose de su mala suerte. Porque el muy bellaco detesta trabajar. Adora que le mantengan. ¡Porca miseria!
Nanda anda por la vida cargando con sus propias tribulaciones, más las penas y las infracciones del haragán Peppino. Arrastra como una mula el carromato con los productos del herrumbroso puesto que mantienen en el «rastro» romano de Porta Portese (colosal Giuletta, al frente del negocio, reclamando la atención de los viandantes). Acabada la jornada laboral, de vuelta al hogar dulce hogar, el muy zángano de Peppino se agarra al carro chatarrero. Dejándose llevar. Lamentándose de su mala suerte. Porque el muy bellaco detesta trabajar. Adora que le mantengan. ¡Porca miseria!
Tras la estancia en la cárcel, Nanda comprueba que el novio Peppino no está verde, o tal vez, sí. En la ausencia de la joven, se ha buscado otra mujer más rolliza y con una larga trenza: Amelia (Franca Marzi). Ahora ya son dos para mantener y cuidar. Fortunella es una Cinderella que aguanta mucho. Hasta que explota. De Filippo ha logrado «extraer» de la actriz Giuletta una faceta hasta el momento poco desarrollada en los papeles precedentes: su carácter, su genio. Su mal genio, quiero decir.
La furia, tantas veces reprimida, sale a flote cuando ya no puede más. Maravillosa presentación del personaje. Vemos la puerta de la carcere. Por la mirilla del portón, unos ojos escrutan el exterior, la libertad. Fortunella sale a la calle y se dirige radiante hacia la cámara. De pronto frena la marcha, frunce el ceño al percatarse de la cruda realidad, de lo que le espera. Cambia la dirección y maldice su mala fortuna, ay Fortunella. Golpea con su hatillo los muros de la calle. Dos veces. ¡Maldita sea mi suerte! ¡Maldita sea mi suerte!
La furia, tantas veces reprimida, sale a flote cuando ya no puede más. Maravillosa presentación del personaje. Vemos la puerta de la carcere. Por la mirilla del portón, unos ojos escrutan el exterior, la libertad. Fortunella sale a la calle y se dirige radiante hacia la cámara. De pronto frena la marcha, frunce el ceño al percatarse de la cruda realidad, de lo que le espera. Cambia la dirección y maldice su mala fortuna, ay Fortunella. Golpea con su hatillo los muros de la calle. Dos veces. ¡Maldita sea mi suerte! ¡Maldita sea mi suerte!
Pero, Fortunella, en este maravilloso cuento de hadas, tiene, asimismo, un genio bueno. Se trata de Il Professore Golfiero Paganica (Paul Douglas) ¡Aó, Professó! Tras deshacer el menàge a trois en el que no desea participar, y hecha una basilisco, abandona la chatarrería doméstica y penetra en el corazón de la noche. En una fontana romana encuentra a una especie de cachalote bañándose a la luz de la luna. No, no es Anita Ekberg. La gran Anita se mojará en la Fontana de Trevi, como ejemplo de dolce vita, según Fellini. El ballenato ahora es Il Professore, medio pez y medio mamífero, pues es la oveja negra de la familia. Vagabundo ilustrado y con rico linaje, escritor errante, duende de la noche, borrachín empedernido. Un buen hombre, en suma. O sea, un genio bueno. Fortunella le cuenta sus penas al Il Professore.
Yo, Nanda Diotallevi, chica del barrio, soy, sin embargo, hija de príncipe. ¿De un príncipe, dices, niña? Sí, sí, de un príncipe. Del príncipe Guidobaldi, vecino mío, vive a unas manzanas de casa, en un palacio precioso. Y tiene muchos criados, los muy bellacos no dejan que me acerque a la mansión. ¿Cómo sabes, criatura, que es tu padre? Lo sé porque, lo recuerdo muy bien. Siendo una niña, caminando por la vía, se paró frente a mí y dijo: «Povera figlia mia». ¿Entiende, Professó? Yo soy su hija. Ilegítima, eso sí. Además, desde la terraza de mi casa veo la suya, la que algún día será mía. En su habitación, hay un cuadro de una señora muy hermosa y elegante. ¿Y sabe qué? ¡Me parezco mucho a ella! ¿Lo ve? Somos de la misma familia, el príncipe y yo. ¡Ah, Fortunella! ¡Ay, principessa!
Pero, Il Professore es un hombre que bebía demasiado. Se enrolan en una troupe de cómicos que representan obras de Shakespeare o así, o casi. De capas y espadas, de nobles, reyes y reinas. A Fortunella le gusta actuar e interpretar papeles. Una anoche, entre el público, ve a Peppino. Peppino quiere que vuelva a casa. Pero, esa no es su casa. No, ¿eh? Te arrepentirás, Naaaanda.
Il Professore ayuda en el atrezzo de las representaciones de la compañía ambulante. Borracho de chianti, organiza un espectáculo, él solo, y acaba ingresado en el hospital San Camillo de Roma con delirium tremens. Pocos días, después muere.
Acude al hospital el príncipe Guidobaldi (Aldo Silvani), amigo de Il Professore desde la infancia. El ahora difunto le ha dado una carta para Fortunella. Le regala una casa que había heredado de sus padres. Van a palacio a arreglar los detalles de la transacción. Allí Nanda informa al Príncipe que, tal vez, sea hija suya. ¡Hija mía, qué dices! El príncipe no se indigna ante la insinuación. Sólo, que no recuerda. Pregunta a Fortunella que cuándo nació. A continuación, consulta a su mayordomo dónde estaban aquel año. ¡En la India, Alteza! ¡La India! Muy lejos. No, no puede ser, querida mía.
¡Maldita sea! Fortunella abandona abatida el palazzo. Mas, el sueño no ha acabado. La esperan en el teatrillo de cómicos. Necesitan una actriz para que haga de Princesa en la obra en ciernes. Se estrena mañana, viernes. Anda, Nanda, a escena, sube al trono y te pondremos la corona. Quedarás de fábula. La corona resbala un poco hacia la frente de la muchacha. Ella la endereza con el cetro. Está feliz. Después de todo, ella, Nanda Diotallevi, alias Fortunella, ha sido proclamada Principessa.
¿Es esto todo? No, falta ponerle música al libreto. Si notable es la historia en imágenes de Fortunella, sobresaliente resulta, finalmente, si le sumamos la banda sonora compuesta al efecto por Nino Rota. De nuevo, Rota, ese encantador de notas musicales, sabe darle el tono de chirigota, ternura y emoción según la ocasión, cuando toca, cuando es menester... de juglaría.
El aficionado reconocerá enseguida, en una de las piezas compuestas para este filme, el motivo siciliano de El Padrino, que ya da aquí sus primeros pasos por el celuloide. En el siguiente vídeo, la obertura y los primeros compases de Fortunella, puede escucharse un resumen de los temas musicales de la cinta.
El aficionado reconocerá enseguida, en una de las piezas compuestas para este filme, el motivo siciliano de El Padrino, que ya da aquí sus primeros pasos por el celuloide. En el siguiente vídeo, la obertura y los primeros compases de Fortunella, puede escucharse un resumen de los temas musicales de la cinta.
Fabulosa película, cine italiano en estado puro, es imprescindible visionar Fortunella en versión original, con subtítulos o sin subtítulos. Después de todo, el idioma italiano es perfectamente comprensible para un hablante hispano. Y es un verdadero placer escuchar a los actores en su propia lengua. Non è vero, Albertone?
Bueno, a pesar de que no soy un amante del neorrealismo italiano, usted me la cuenta tan bien, con tal admiración, que le encargare a mi burrita a ver si me la consigue...
ResponderEliminarNo tema, Lorenzo, que "Fortunella" no tiene que ver con el "neorrealismo italiano". Y es que, por fortuna, esta etiqueta no engloba todo el cine producido en Italia durante los años 40 y 50 del siglo pasado. Estamos ante una clásica comedia dramática italiana.
ResponderEliminarÁnimo con la burra porque no es fácil encontrar esta joyita. Aunque el esfuerzo merece la pena, si, finalmente, se disfruta de la película.
Salucines
Qué refrescante optimismo suponiendo que cualquier hispanohablante entiende el italiano. Es como suponer que cualquier persona con dos manos monta muebles del ikea :-P. Es lo mismo que se supone respecto a los catalanes, que entendemos perfectamente el francés. Ojalá fuera así ;-). La buscaremos, una vez conocida, y esperaremos aunque sea unos subtítulos en inglés.
ResponderEliminarSaludos!
No, no, Erik, per carità! Reserva los conocimientos de inglés para las pelis británicas o americanas. ¡Subtítulos en inglés para Fortunella, no, per favore! Eso sería como echarle salsa de Ketchup a unos spaghetti a la boloñesa.
ResponderEliminarAhora, en serio. Aunque no sea muy conocido, creo que el filme está en editado en DVD. Sea como sea, ti prego, escucha las voces originales.
Salucines
Por supuesto, antes ketchup que doblaje :-DDD
ResponderEliminarSaludos
Perdona, Isak, por lo de Erik. Este sí es un auténtico lapsus linguae que comentaré a mi psicoanalista en la próxima visita...
ResponderEliminarSalucines
Tu entusiasmo ha sido muy notorio que hasta en italiano has escrito, y cierto que algo se entiende pero de ahí a verlo sin subtitulos parece demasiado intrépido. Leyendo parece una versión libre y más extensa de algún motivo común en un cuento infantil, tiene toda esa aura a sueño de niña caida en desgracia, pero a su vez se sabe que abundan los dramas con alguna damisela en peligro, que sea Masina eleva el listón de las expectativas, que participe Fellini ayuda también. Espero verla y disfrutarla tanto como tú. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
Sí, sí, Mario, desde Cinema Genovés animamos a visionar películas en VO (si es con subtítulos en español, pues mejor). Y de paso, a aprender idiomas. Se trata de acostumbrarse y, con el tiempo, de tomarle el gusto a la experiencia. Pero, no por masoquismo o experimentalismo, sino porque supone la mejor manera de disfrutar del cine sin barreras. Mejor empezar, entonces, por el italiano, ¿no crees? Más tarde vendrá el búlgaro... Que también tiene un cine muy interesante, por cierto...
ResponderEliminarSalucines
Pues me salto el consejo que no me sobra el tiempo, pero me quedo con los subtítulos que no me gusta la traducción del original, que bueno que hables búlgaro. Успех с философия. прегръдка.
ResponderEliminarMario.
No sé muy bien lo que quieres decir, Mario. Mi búlgaro está un poco oxidado.
ResponderEliminarSalucines
Muy buena película. Recuerdo haberla disfrutado en el canal autonómico 33 en versión original cuando aún no se había perdido el miedo a los subtítulos. Massina está genial como siempre. Borgo.
ResponderEliminarVaya, vaya, Borgo, no sabes como me alegra encontrar, por fin, a un buen aficionado que haya visionado (¡y disfrutado! con) el film "Fortunella". Se trata de una cinta, en general, poco apreciada y peor conocida entre el público (no italiano).
ResponderEliminarEspero volver a verte por aquí. En Cinema Genovés apreciamos mucho a quienes se quitan el sombrero en presencia de las damas y las buenas películas..
Salucines
Hola, por fin he logrado resolver los problemas que me daba blogger, instalando el google chrome.
ResponderEliminarGiulietta Masina, muy grande, a mí siempre me pareció tierna y encantadora. Pero creo que no debería de encasillarse, como nadie debe hacerlo. Con las noches de cabiria, creo que ya tenía el personaje hecho. Un saludo.
Justamente, Emilio, "Fortunella" ayuda a no encasillar a Giulietta Masina como "propiedad" de Fellini. Además de las grandes películas que interpretó bajo la dirección de su pigmalión y marido, intervino en títulos muy interesantes. Y es que Giulietta es mucho Giulietta.
ResponderEliminarSalucines