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viernes, 18 de febrero de 2011

CON FALDAS Y A LO LOCO (1959)


LA EMPATÍA, TOMADA A BROMA (4)
Ponerse en el lugar del otro constituye un recurso narrativo típico en la comedia, lo que produce no pocos equívocos y enredos. El equívoco y el enredo, señales fundamentales del género, suscitan intercambios de papeles (y de parejas), generan confusiones, escenifican mascaradas, parodias, farsas, embrollos, líos y desorden general, siempre, claro está, según el grado de comedia en cuestión. Y es que, aun perteneciendo al mismo género, hay considerables diferencias entre una comedia sofisticada, de «teléfono blanco»,  una tragicomedia, una comedia ácida y una «screwball comedy». Entre otros muchos casos.

En algunos cineastas, el transformismo y la suplantación como piezas claves del argumento y la acción pueden llegar a constituir un leit motiv o una constante en sus películas. Este es el caso de Billy Wilder, cuya obra más significativa a este respecto es Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, 1959). En algún otro momento, tal vez sea interesante analizar con detenimiento este elemento recurrente del cine de Wilder. Para poder comprender mejor a qué me refiero, pondré sobre el tapete algunas muestras (aunque la duda razonable sería saber en qué filme no domina la circunstancia de la que hablamos).
En El apartamento (The Apartament, 1960), C.C. Baxter, modesto y solitario empleado de una compañía de seguros, pasa por ser un mujeriego. En Irma la dulce (Irma la Douce, 1963), el gendarme Néstor intercambia los papeles con Lord X (en realidad, un alter ego) para sacar a Irma de la calle… En ¿Qué ocurrió entre mi padre y tu madre? (Avanti!, 1972), literalmente hay un juego de dobles parejas, ¡todavía más explícito en ¡Bésame tonto! (Kiss Me, Stupid, 1964!, etcétera, etcétera, etcétera. Tampoco faltan trueques y cambalaches —no importa que se trate de comedias o títulos de contenido dramático— en El mayor y la menor (The Major and the Minor, 1942), en La tentación vive arriba (The Seven Years Ich, 1955), en Testigo de cargo (Witness for the Prosecution, 1957), en En bandeja de plata (The Fortune Cookie, 1966), en Fedora (Fedora, 1978). 
En fin…, en Con faldas y a lo loco (Some Like It Hot, 1959). 

Jack Lemmon y Tony Curtis interpretan en esta obra maestra a dos músicos que han sido testigos por accidente de la matanza del Día de San Valentín en Chicago y descubiertos por los ejecutores. Para escapar de los gangsters, se disfrazan de mujer y acaban reclutados en una banda femenina de jazz de ruta hacia Florida. Jack Lemmon empatizó mucho con su personaje, hasta el punto de seguir «haciendo de Daphne» al margen de los momentos del rodaje. Semejante proceso de transformación física y mental, de internalización del rol, tuvo lugar desde las primeras pruebas de vestuario. 

Según cuenta Wilder, salía Lemmon del camerino, con el disfraz y la peluca, con tal salero que hacía las delicias de todos los presentes, mientras que a Curtis tenían que llevarle al plató casi a rastras: «El señor Curtis se convirtió en Josephine, desde luego que sí —añade Wilder—, pero era digno de ver, de camino a la cantina, a Lemmon pavoneándose como si fuese Mae West, y a Curtis deslizándose pegado a la pared.» 

Pues bien, hay práctica unanimidad en reconocer que el transformismo de Curtis resultó, después de todo, más convincente que el de Lemmon. La ausencia de empatía interpretativa por parte de Tony Curtis no supuso, tampoco en esta ocasión, un inconveniente ni un obstáculo en la actuación, sino hasta una ventaja.
Por exigencias del guión, primero Jerry tiene que convencerse, a duras penas, de no ser Jerry, sino Daphne. En la litera con Sugar Kane/Marilyn Monroe, para no caer en la tentación y descubrirse el pastel, repite y repite: «Soy una chica. Soy una Chica. Quisiera estar muerto. Soy una chica.» Después de muchas vicisitudes, y tras encontrar un buen partido, Jerry debe persuadirse de que no es Daphne, sino Jerry, y que, en consecuencia, no puede casarse con el viejo millonario Osgood Fielding III.



JERRY: Joe, podría ser mi última oportunidad de casarme con un millonario.
JOE: Jerry, hazme caso. Olvídalo todo, ¿quieres? Tú sigue repitiéndote que eres un chico.
JERRY: Soy un chico. Soy un chico. Quisiera estar muerto. Soy un chico. Soy un chico...



6 comentarios:

  1. ¡Qué bueno!...Cuántas interpretaciones, cuántos comentarios sigue suscitando esta maravillosa comedia de "empatía tomada a broma". A nadie, salvo a Wilder, podía ocurrirsele idea más peregrina.
    Durante tres o cuatro semanas no apareceré por estos lares. Me marcho a la capital de las españas, así pues ¡hasta la vuelta!
    Un abrazote.

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  2. Sí, cierto, Anro. La verdad es que la serie "empatía tomada a broma" daría para mucho más. Pero, como tampoco es plan de agotar el tema, ni al personal. La semana que viene hablaremos... de otra cosa. Aunque, como es marca de la casa, seguiremos con cine y filosofía. ¡Vaya par!

    Buena estancia en la Capi.
    Salucines.

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  3. En esta película hay un doble transformismo: Curtis y Lemmon se visten de mujeres de orquesta pero Curtis se disfraza también de ricachon impotente.... por eso me gusta mucho Curtis en esta pelí.

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  4. Bienvenido, macgregor, a Cinema Genovés y gracias por el comentario. Muy acertado y oportuno. En efecto, Curtis realiza un doble trabajo de transformismo: de mujer de orquesta y de ricachón. Y lo ejecuta extraordinariamente bien. Este papel (estos papeles) de Tony Curtis en "Some like it hot" demuestra (para quien no lo tuviese claro) su gran categoría de actor.

    El doble transformismo hace patente, por lo demás, un hecho fenomenal sobre... cómo casarse con un millonario. Jerry (Lemmon), para encontrar un millonario, debe hacer de chica... Joe (Curtis), para pasar por millonario debe disfrazarse ¡de millonario!

    Saludos cinéfilos. O sea:
    Salucines

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  5. Hola Fernando, felicidades por otro estupendo análisis. Hablando de transformismo, suplantación y risas.
    ¿Qué opinión te merece el musical de culto "The Rocky Horror Picture Show"?
    Como ya comentamos en la anterior edición de "La empatía tomada a broma" el musical es un género que se me resiste, y creo, por tus comentarios, que tú eres un gran admirador del género.
    El caso es que Rocky es una de mis excepciones y su primera mitad me parece francamente buena, divertida irreverente y con muy buenas canciones (la segunda parte, la verdad, es que me aburre un poco).
    ¿Cual es tu diagnóstico?
    Sabiendo que Rocky está entre mis preferencias
    ¿Puedo tener esperanzas? ¿Le encontraré el puntito a las grandes obras del género?
    ¿Qué me pasa doctor? ;)
    Un saludo

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  6. Mi muy “paciente” y amigo David: le diagnostico, en dos palabras, “sobredosis setentera”….

    Sin embargo, y según indican los análisis, aprecio en su organismo falta de vitamina musical, pero de vitamina A positiva, o sea. Nada grave, no se preocupe. Le prescribo visionar de inmediato cinco musicales básicos, uno después de la cena, durante una semana laboral: “Sombrero de copa” con Fred Astaire y Ginger Rogers, “The Band Wagon” de Minnelli, "Cantando bajo la lluvia" de Donen y Kelly, y “Guys and Dolls” de Mankiewicz y “My Fair Lady” de Cukor (ya hablaremos de este musical más despacio cuando pase por su casa dentro de unas semanas; aunque le adelanto que ese filme cura todos los males). Si los síntomas no remiten, veremos de reforzar la dosis.

    No dude de contactar conmigo a la menor molestia.

    Atentamente, Dr. Genovés.
    Salucines, Sala A

    PS.Había olvidado la quinta píldora.

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