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viernes, 11 de febrero de 2011

«GUÍA DE CINE» de CARLOS AGUILAR


Carlos Aguilar, Guía del cine, Cátedra Ediciones, Colección Signo e Imagen, Madrid, 2009, 1.888 páginas

En el título está el significado y la clave de este libro monumental dedicado al cine. «Monumental» quiere decir «anchuroso» (casi dos mil páginas) y «copioso» (miles y miles de cifras y datos), pero también «excesivo» y «desmedido» en cuanto a su propósito. Pero, entremos en detalle, es decir, en materia.
Nacido en Madrid en 1958, Carlos Aguilar es un veterano estudioso y critico del Séptimo Arte. Colabora en festivales cinematográficos, así como en revistas especializadas. Ha publicado una apreciable serie de títulos consagrados a temas y a autores vinculados al mundo del cine. Seleccionamos tan sólo una pequeña muestra: Cine fantástico y de terror japonés (2001),  La espada mágica. El cine fantástico de aventuras (2006), Clint Eastwood (2009). Desde 1985, Carlos Aguilar emprende la esforzada tarea de compendiar en un volumen la producción cinematográfica de todos los tiempos a base de fichas de películas. En dicho año, da a la imprenta la Gran enciclopedia del vídeo-cine en la revista Vídeo Actualidad y un año más tarde Guía del video-cine. El proyecto adopta, desde la última reedición en 2009, una nueva presentación y un nuevo título: Guía del cine.
La diferencia no entraña tan sólo una cuestión nominal, de cómo rotular un libro, sin más consideraciones que hacer. «Guía», según registra el diccionario, quiere decir: «lista de ciertas cosas, generalmente en orden alfabético, que proporciona los datos que interesan sobre esas cosas». Tenemos aquí, entonces, y en puridad, un diccionario, un glosario, un catálogo, incluso una enciclopedia. Volúmenes todos ellos muy prácticos para la mayoría de los individuos; necesarios, para bastantes. El trabajo que reseñamos es, sin duda, una «guía». Ordenada por entradas, cada una incluye los datos esenciales del filme, siguiendo esta disposición: título en español y original, país y año de producción, director, guionista, fotografía, música, intérpretes, argumento y duración. Asimismo, incluye al final del libro dos índices: uno, que recoge los títulos originales y los correspondientes de la versión española; otro, de directores, con las películas citadas en el texto, enumeradas por orden cronológico. 


No esto poca cosa. Sin embargo, es posible que a algunos este resultado se les antoje insuficiente, escaso, precario, y promuevan un proyecto más ambicioso. En tal caso, «guía» adquiere otro propósito y otra significación, pudiendo inclinarse por una voluntad regida por la norma, la pauta y la regla. Surge así una nueva acepción del término: «cualquier cosa, indicación o conjunto de indicaciones que sirve para orientar a alguien en una cosa». «Guía de cine» de Carlos Aguilar garantiza, igualmente, este objetivo. Y esto ya genera alguna duda o reparo.
Ocurre qu no todo aficionado al cine —y todavía menos un cinéfilo— que busca información sobre una película o un director acepta gustosamente que, al mismo precio, le ofrezcan una valoración o comentario particular. Y nos referimos, justamente, al segmento de público virtualmente interesado en trabajos de esta naturaleza, o que podrían pasar por ellos. De ahí la importancia de determinar el contenido de las obras a fin de evitar confusiones y malentendidos. En consecuencia, sepa el potencial comprador de «Guía de cine» que en ella encontrará, rematando la sinopsis de las películas, glosas que tanto aprobará o desaprobará, apostillas con las que estará de acuerdo o en desacuerdo. En cualquier caso, comentarios que —difícilmente— esperaba hallar, y que tanto pueden satisfacerle como incomodarle, según los propios gustos y criterios.

Como muestra citaremos algunos momentos del libro:

Cortina rasgada (1966) de Alfred Hitchcock: «La acción, orquestada con genialidad y sencillez, es lamentablemente estropeada por una visión maniqueísta y esclerótica sobre la vida fuera del “mundo libre”».
El día después (1983) de Nicholas Meyer: «Las consecuencias que sobre la población de Kansas origina una Tercer Guerra Mundial, con arreglo a los tópicos americanistas de rigor».
Pasión (1982) de Jean-Luc Godard: «Obra personal, nada asequible, quizás por no pretenderlo, que conviene ver para juzgar la labor de una figura del cine moderno.»
Salvar al soldado Ryan (1998) de Steven Spielberg: «valores parciales aparte, el bien excesivo metraje aglutina demasiados tópicos del género, carece de ritmo y recurre a toda clase de coartadas sentimentales, por no hablar de su más bien pueril, pero nada inocente, nacionalismo.»
Pruebe el lector a intercambiar, sin ir más lejos, algunos comentarios entre las entradas, al azar o intencionadamente, y tal vez vea las cosas de otro modo: donde antes afirmaba, ahora niega. Y viceversa. Cuestión de gustos y de criterio, después de todo. Aunque la verdadera «cuestión» es dilucidar si uno busca en esta clase de libros, simplemente, que le informen o que, además, le guíen.


5 comentarios:

  1. Amigo Fernando, he visto la obra que comentas, pero la volví a colocar en su lugar respectivo. Por supuesto no la dejé porque me desagradase, conozco otras obras de Carlos Aguilar que me parecen muy buenas.
    Lo que ocurre amigo es que vivimos cada vez más pegados a este medio navegador y cuando quieres información sobre una peli no tienes más que acudir a Wikipedia (ojo, en inglés) o a IMDV donde inmediatamente tienes todos los link posibles e información de toda índole hasta de los detalles más nimios.
    Desgraciadamente nuestras casas se están quedando demasiado pequeñas y cuando en el cuarto que tienes reservado para tí los libros se descuelgan a cientos tienes que pensarte mucho cuando compras una nuevo dónde vas a colocarlo...pero uno es incorregible y ayer mismo me compre cuatro. ¡Dios!
    Un abrazote.

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  2. Amigo Anro, completamente de acuerdo contigo. Esos mamotretos, enciclopedias, guías, etcétera, pertenecen ya al pasado. Casi 2.000 páginas y bastantes pelas por una información que tienes disponible en la Red en pocos segundos. Yo me he formado —si es que formado estoy— con la Enciclopedia Británica, y los diccionarios los tengo siempre a mano, cuando escribo y hasta cuando pienso… Pero, debido a las nuevas tecnologías, la utilidad y el modelo de negocio de los productos citados han sido completamente superados (lo mismo digo de los diarios en papel, discos y pelis en DVD). Claro, esta circunstancia no ha ocurrido aún con los ensayos y las novelas, los cuales, ay, siguen llegando también sin cesar a mi casa, y, asimismo, sin saber dónde diantre colocarlos.
    Con todo, Ariodante, quien firma la reseña de la “Guía de cine”, y seguidora de este blog, seguro que hará alguna glosa a nuestros comentarios.
    Salucines.

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  3. Coincido plenamente con vosotros. Lo que todavía da el papel y de momento todavía no lo digital, es el análisis extenso y en profundidad, el ensayo, el pensamiento, aunque incluso esto está cambiando muy rápidamente. El dato, la reseña o la noticia están accesibles a un clic, así que tampoco soy acumulador de guías o enciclopedias varias.

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  4. Así es, Gourmet. Aunque esto daría para un largo debate, yo no creo, por ejemplo, que el libro electrónico sustituya al libro en papel, al menos a corto plazo. Muchos e-books están disponibles ya en la Red. Están bien, utilizados como rápido sistema de búsqueda, pero no sustituyen la lectura convencional. Al menos, para mí. Probablemente, el proceso de recambio sea largo. Lo que parece claro es que ya han productos netamente obsoletos: los mencionados.
    Salucines.

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  5. Amigos de Cinema Genovés, gracias por vuestros comentarios.
    No os falta razón en lo que decís. Esta clase de volúmenes son innecesarios. Y tan poco prácticos como las Páginas Amarillas que la compañía telefónica sigue dejándonos en la puerta de casa cada año. No he referido este aspecto en la recensión de la guía de Carlos Aguilar porque allí escribo cumpliendo más con el rol de crítico que de usuario. Además, pienso que ya le he puesto bastantes pegas de contenido al texto como para abundar en otros aspectos poco positivos de la obra. Una obra, por lo demás, verdaderamente titánica. Es verdad que el autor tiene libros interesantes. Alguno de ellos ha sido reseñado también en este blog de Fernando. Pero en esta ocasión la naturaleza del trabajo es bien distinta.
    Cordiales saludos.

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