En estas palabras arranca
En busca del tiempo perdido de Marcel
Proust: [«Longtemps, je me suis couché de bonne
heure.»] «Durante mucho tiempo, me acosté temprano».
La frase feliz ha
conocido memorables reproducciones, que algunos espíritus desprendidos gustan
denominar «homenajes»; no pocos pedantes, «intertextualidad»; los mal
pensados, «plagios» y algunos filibusteros, «piratería». Pero, no he venido yo hoy aquí a hablarles de la novela de Proust.
Y la realidad es que Leone no deseaba hacer un
film más de gángsteres. Su ambición, su profundo anhelo, era realizar un
monumental tributo al cine más querido. Para lo cual se embarcó en un ambicioso proyecto… en busca del cine
americano clásico. Para ser fiel a tal propósito, lo primero era ajustarse
al canon de Hollywood: el cine de género. Podía haber rodado un western de
grandes dimensiones y anchos horizontes. Pero no era cosa de repetirse: eso ya lo
había hecho, largamente, durante su carrera. Escoge, pues, el género gángster.
Un magnífica elección, con la
que, en efecto, no hace una película más del género, sino que lo reinventa. Y
no con ánimo deconstruccionista ni
desmontando a Bogart o a Cagney ni cosas tan posmodernas. Un resultado magistral, al
que, a mi juicio, en los últimos tiempos sería justo añadir
otros títulos selectos: El Padrino (Godfather, 1972 – Francis Ford Coppola);
Uno de los nuestros (Goodfellas, 1990 – Martin Scorsese); Muerte entre las flores (Miller's
Crossing, 1990 - Joel Coen & Ethan Coen).
En
una de las más hermosas secuencias del film, «Noodles» vuelve a casa, a la
escena del crimen. Ha estado treinta y cinco años fuera de la circulación, pero
este Ulises con gabán y sombrero, de pasado poco heroico, no tiene una Penélope
ni un Telémaco que le esperen. Vuelve al bar, antiguo centro de reuniones,
todavía regentado por otro viejo colega, Moe »Fats» Gelly (Larry Rapp),
en cuya trastienda quedó antaño prendado por la inocencia y la belleza de
Deborah (Jennifer Connelly), delgada hermana del gordo, cara de ángel, púber
primorosa, que bailaba sola al son de la Amapola.
«Fats».- ¿Qué has estado haciendo todos estos años?
«Noodles».- Acostarme temprano
En italiano:
«Fats».- Che hai fatto in
tutti questi anni, Noodles?
«Noodles».- Sono andato a letto presto...
Y en inglés:
Así empieza En
busca del tiempo perdido. Y justamente aquí lo dejamos por hoy.
Para mi la obra maestra de Leone, por encima de Cera una volta... Magníficas las tres fotos, yo también he estado ahí para ver como se veía.
ResponderEliminarEstupenda crónica, y estupenda igualmente, como dices, la banda sonora, imagino que les pondrás corazón a todas, pero esta parece que tiene un poco más.(a la reseña, digo)
Saludos
Roy
Saludos
Roy
Gracias, amigo Roy, por tu amable comentario.
EliminarPues, fíjate las cosas de la cinefilia. Uno busca en la ciudad de Casablanca el bar de Rick's, cuando está (si todavía está) en un almacén de la Warner. Y uno busca, también yo, esa vista de Brooklyn con el puente al fondo, cuando tengo para mí que esa célebre secuencia fue rodada... en Cinecittà.
Y sí yo le pongo corazón a mis entradas, a veces hasta "demasiado corasón"...
Salucines
Magnífica película de este gran director italiano y con banda sonora de Ennio Morricone, nada menos. Buena entrada para comenzar bien la semana, Fernando. Me estás recordando de que tengo que volver a verla. Y has escogido muy buenos fotogramas. Un abrazo, Paco.
ResponderEliminarGracias, Paco, por tu gentil comentario.
EliminarPues, ánimo con ella, que ésta es peli para visionar más de una vez.
Salucines
Enorme fresco de la América de las bandas, con estructura de Ópera, como bien has dicho, con secuencias para recordar y una banda sonora espectacular. No sigo porque alguien llama al teléfono, dejaré mi pipa de opio...
ResponderEliminarTranquilo, Ethan, que el teléfono va a estar sonando muchas veces. Tendrás tiempo para descolgarlo antes de que cuelguen... a algún otro. Ahora bien, lo de la pipa sí es vicio como para dejarlo...
EliminarSalucines
Cada vez que pienso en Leone, se me viene a la mente que tengo una de las mayores deudas del cine con él, justamente es Once upon a time in América. No podria hablarte de la película porque sé cosas poco relevantes, pero tu entrada me ha gustado, Es verdad que la banda sonora es estupenda y no hay duda alguna que de alguna manera hizo con esta cinta algo que ya es clásico. Buscaré un momento libre para poder verla, porque ganas no me faltan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, daniel, por tu amable comentario.
EliminarEsta película es un monumento, en altura y en extensión. Dedícale un par de jornadas porque, visionada de un tirón, puede dejarte seco...
Salucines
Excelente.
ResponderEliminarObra maestra del gran Sergio Leone, toda una experiencia visual y sonora, una muestra genial de la concepción clásica, épica y barroca que Leone tenía de la narrativa cinematográfica.
Curiosamente hace poco volví a revisarla, un par de meses aproximadamente, junto a una persona que desconocía la película, a Leone y que además no posee ninguna inquietud cinematográfica que la diferencie de la media.
Al terminar los 225 minutos su cara traslucía emoción y los ojos le brillaban; y me dió las gracias.
Y yo te doy las gracias a ti, amigo David, por tus amables palabras.
EliminarHabía descubierto muchas virtudes en esta película. Pero, ahora me haces ver otra: la capacidad de fortalecer con ella la amistad.
Salucines
Pues sí, obra maestra, una de mis películas favoritas. Yo también la prefiero a "Hasta que llegó su hora", pero creo que aprecio más "Hasta que llegó su hora" porque existe "Érase una vez en América", aunque aparentemente no tengan nada que ver, fue como una manera de abrirme los poros a alguna otra película suya.
ResponderEliminarSaludos
Sí, estamos de acuerdo, Sergio. Es tal la dimensión de este film que, condensando toda la filmografía de Leone, nos permite revisar sus títulos anteriores con otra mirada. Y aun diría que no sólo de los títulos de Leone.
EliminarSalucines
Sí que se nota que le has puesto corazón, sí, a esa reseña, Fernando. La tengo como asignatura pendiente porque la ví en el cine de estreno y no he vuelto a ella, en buena parte por falta de tiempo, del tiempo que se necesita para verla de un tirón que es como se debe.
ResponderEliminarDespués de verla pensé -y sigo pensando- que James Woods no ha tenido la suerte que merecía.
Un abrazo.
p.d.: Ahora se cumplen 40 años de El Padrino, que es del 72... :-)
De un tirón, Josep, o por etapas, esta cima del cine hay que alcanzarla más una vez para disfrutar de las vistas que nos ofrece.
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PD. Gracias por tu elegante recordatorio de la fecha de estreno de El Padrino...
Sobre la foto de Brooklyn, la voy a poner en Facebook, Fernando. Lo de rodar en cinecitta ahora que lo mentas si que es cierto. De todas formas el lugar parece igual de mágico.
ResponderEliminarSaludos
Roy
Igual de mágico.. o más, amigo Roy. Porque ahí está la magia del cine. Y el gran trabajo de los estudios cinematográficos. Como Cinecittà.
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Esta es una de mis películas favoritas. Esa escena que noodles está en el bar de moe y comienza a recordar su infancia la verdad que me saca lágrimas, es increible como el director plasma esa sensación de nostalgia en el film y logra transmitirla al espectador. Saludos y gracias.
ResponderEliminarGracias, Marcelo, por la visita y el comentario. Vuelva cuando le plazca. Será bienvenido a Cinema Genovés.
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