También
podría haber titulado la sesión de esta semana «Cara ángel. Segunda Parte» o
«El retorno de cara ángel». Rótulos todos ellos, en cualquier caso, muy
cinematográficos. Para no desentonar. Habría otras fórmulas.
Sea
como fuere, aquí hemos venido a hablar, nuevamente, de ángeles, de los ángeles de Genovés.
De caras carísimas que quedaron sin espacio ni merecida atención en nuestro
anterior acercamiento a los rostros de serafín. ¿Serafín? ¡Nombre masculino! ¿O se
dice querubín? En fin... Esto es tan
complejo como preguntarse por el sexo de los ángeles.
Por
el mismo precio, significaremos además en este espacio a aquellas beldades primorosas
que, a la postre, en un momento dado, cambian de apariencia, como los camaleones
y las cama-leonas.... Ángeles con mucha cara, ángeles que se dan la vuelta y nos
muestran el envés del asunto. De ser unas se convierten en otras. En la otra cara de ángel.
En
el principio fue el cine mudo. Por entonces, además de Lillian Gish y Mary
Pickford, reinaba en las pantallas Janet
Gaynor. Magnífica actriz y un encanto de criatura. Un ángel que ascendió
hasta El séptimo cielo (The Seventh Heaven, 1927), potente
melodrama dirigido por el gran Frank
Borzage.
Frank
Borzage firmó un año más tarde otra obra maestra ― El ángel de la calle (Street
Angel, 1928)― con la misma pareja protagonista: Janet Gaynor y Charles Farrell. En ambos títulos, la
Gaynor interpretaba a una prostituta. O a punto de serlo. No, no. No acabó en
ángel caído.
Norma Shearer comenzó su carrera
interpretando papeles cándidos y delicados. El rostro le acompañaba. Interpretó
a una encantadora posadera en El príncipe estudiante (The
Student Prince in Old Heidelberg, 1927), film firmado por Ernst Lubitsch y una de las películas más queridas por mí, una de
las que he visionado más veces. También hizo de Julieta en la
película que dirigió George Cukor sobre el drama de Shakespeare en 1936, junto al Romeo
Leslie Howard. Benditos sean.
Para
que la cosa no se convirtiese en norma, la Shearer cambió de fachada. Ofreció al
público la otra mejilla, por así decirlo, sin necesidad de ser abofeteada. Tras
casarse con Irving Thalberg, quien
ejerció de Pigmalión y favoreció la transformación, la actriz nacida en Canadá
llega a convertirse en uno de los fetiches de femme fatale en la etapa pre-code, escribiendo un
capítulo en el Hollywood Prohibido,
durante aquellos locos años en los que se coqueteó con el código Hays.
Lo
prometido es deuda (personal, no pública, que conste). Hablaba hace un par de
semanas en Cinema Genovés de Barbara Kent, diciendo que encuentro en
ella una de las sonrisas más hermosas del cine. La vimos en el film Lonesome (1928). Hagamos una rápida reposición y sigamos adelante.
Pero bueno, ¿es que ya nadie recuerda a Shirley Temple? ¡A ver quien le niega un puesto de honor en nuestra galería a esta muchachita, tan dulce como el cabello de ángel!
De
armas tomar, a menos que te des la vuelta, pone firmes hasta a los tipos más
duros, como Victor McLaglen, en
La mascota del regimiento (Wee Willie Winkie, 1937), simpática
película realizada nada menos que por John
Ford.
Años más tarde, Ford volvió a dirigirla en Fort Apache (1948).
Estaba hecha toda una young lady en camisón.
Un cielo de mujer, otra sonrisa deliciosa, es Silvia Sidney. Actriz de baja estatura, de apariencia frágil, no se
arredrada ante la presión directa de pesos pesados del cine, como Gary Cooper o
Spencer Tracy. Haciendo de pareja cinematográfica con ellos, estuvo a su altura
y su complexión artísticas; por ejemplo en Las calles de la ciudad (City
Streets, 1931- Rouben Mamoulian) y Furia (Fury, 1936 – Fritz Lang)
El
tiempo pasa, pero la sonrisa no cambia en el rostro de Silvia Sidney. Por la sonrisa la reconoceréis. ¿La recuerdan
en Mars,
Attacks! (1999), dirigida por Tim Burton?
Convendré con ustedes en que la bella Jean Arthur no pertenece, propiamente, a la categoría
de arcángel, aunque no me negarán que le tiene un aire. Entonces, ¿por qué la
convocamos a esta cita?
Muy
sencillo: no podemos dejar de lado su interpretación en Sólo los ángeles tienen alas (Only angels have wings, 1939 - Howard Hawks).
Hablando de alas, leamos
la siguiente conversación de Joan Bennett con otro angelito, Margaret Lindsay,
en Perversidad
(Scarlet
Street, 1945 – Fritz Lang):
―
¡Qué va, rica, perdí mis alas hace mucho tiempo!
Hay actrices que el halo angélico lo muestran de frente o de perfil. Y hasta en el mismo nombre. Me refiero a Pier Angeli. Literalmente hablando tenía otra cara de ángel: su hermana gemela, también actriz, Parissa Pavan. Pier, el ángel que no nos deja de piedra, nacida en Italia, separó su apellido original (Pierangeli) en Hollywood, donde se unió a James Dean. Corto, aunque intenso, romance.
Eva Marie Saint es otra rubia muy decorosa. En La ley del silencio (On The Waterfront, 1954 - Elia Kazan) se nos revela como una blanca paloma, a la que cuida y protege especialmente el bruto pero bueno Marlon Brando. Que de blando no tenía nada.
Pero, ay, ¿qué pasa cuando quien dirige a Eva no es Adan ni Kazan, sino el lúbrico Alfred Hitchock. Entonces, la cosa cambia y obra el milagro. En Con la muerte en los talones (North by Northwest,1959) seduce al gran seductor Cary Grant, quien, en la conocida secuencia del coche-cama del tren, se la lleva con gran agilidad a la litera de arriba, que es como decir a los cielos.
Pero, ay, ¿qué pasa cuando quien dirige a Eva no es Adan ni Kazan, sino el lúbrico Alfred Hitchock. Entonces, la cosa cambia y obra el milagro. En Con la muerte en los talones (North by Northwest,1959) seduce al gran seductor Cary Grant, quien, en la conocida secuencia del coche-cama del tren, se la lleva con gran agilidad a la litera de arriba, que es como decir a los cielos.
Ya lo dejó dicho Hitchcock en la célebre entrevista mantenida con François Truffaut, a propósito de las británicas, si bien en el fondo se refería a las rubias de aspecto inofensivo e inmaculado:
«Creo
que las mujeres inglesas, las suecas, las alemanas del Norte y las escandinavas
son más interesantes [sexualmente hablando] que las latinas, las italianas o
las francesas. El sexo no debe ostentarse. Una muchacha inglesa, con su aspecto de
institutriz, es capaz de montarse en un taxi con usted y, ante su
sorpresa, desabrocharle la bragueta.»
A esa clase de ángel, haya nacido en Inglaterra o en New Jersey, sí se le cae el alma (inocente) al suelo...
¿Y
Sue Lyon? ¿No tiene una cara
angelical?
Tiene
traza de chica inocente, de no haber roto un plato en su vida. De esas chicas
que se chupan el dedo... Aunque, tal vez, una cosa no quite la otra.
Llegamos
al final de este nuevo trayecto por las nubes. Aterrizamos. El
cielo puede esperar... a otra ocasión.
―
Bueno, sí, mucho angelito americano, pero ¿acaso no tenemos en España nuestro propio club de Ángela, de Angélica o de Angelines?
―
Pues sí, tiene usted razón, en España al menos una vez nos ha llegado un
ángel... ¡Marisol!
Alucinado quedo del material que sacas de una expresión, Fernando, más que petróleo de un pozo saudí: si el de ángel ha dado este fruto impensable a priori, no quiero ni imaginar las impagables fotografías que exhibirías partiendo del mucho más malicioso vocablo diablo en su femenina y mucho mś interesante versión de diablesa...
ResponderEliminarUn abrazo.
¡¡Ohhhhhhhh que lindas!! Muchas partieron de su lado más angelical y luego me parece que cada una tiró por donde pudo jajaja
ResponderEliminarUn abrazo Fernando :)
Muy amable, Josep, por tu comentario.
ResponderEliminarTomo noto de tu indirecta... sugerencia de dedicar un post a las diablesas, las vampiresas y vampíricas en el cine. No te garantizo que sea pronto, porque ya hay anteriores pedidos a fin de que me emplee a fondo con las neumáticas y las petroleras. Después de esto, necesitaré tiempo para recuperarme...
Salucines
Sucede, Sidhe, que la vida del ángel no es tan fácil como uno cree. Ser buenos/buenas toda la vida, en su caso, supone serlo toda la eternidad...
ResponderEliminarSalucines
Para mi la más angelical es Janet Gaynor y es que desde que la vi en 'Ha nacido una estrella'... ¡me encanta en ese papel!!
ResponderEliminarSaludos.
De acuerdo contigo, Manderly, la Gaynor está maravillosa en "A Star is Born". Todavía sigue siendo allí un ángel elevado. De hecho esa versión es la que más me gusta de todas las realizadas sobre el tema.
ResponderEliminarSalucines
Pues por el cielo deambulamos tras esta completa (y angelical) entrada repleta de caras con ángel o ángeles con cara.
ResponderEliminarRicemos el rizo: el ángel Shearer se olvida de su beatitud y retoma las conductas pre-code en la coral "Women" de Cukor y se marcha a Reno para divorciarse (express) del amante de la vamp Crawford. Con todo, sigue siendo un ángel.
Janet Gaynor es un ángel caído en "Una estrella ha nacido" que se vuelve a levantar con sus majestuosas alas (totalmente de acuerdo contigo en que es la mejor versión).
Temple, yo confieso, es demasiado dulce para mí.
Pier Angeli, el ángel que se fue en busca de sus alas tan pronto, no necesitaba abrir la boca para mantener esa categoría.
La Saint de Hitchcock es un ángel que juega a ser vamp en los brazos de Grant pero que no puede evitar escapar de su condición angelical.
Hay tantos, tantísmos ángeles, que no sé si disponemos de cielo para tantos, pero ya les buscaremos habitación.
salucines
pd.: soy DeWitt pero por caprichos de la tecnología no se me ha permitido mostrar mi cara (de ángel? jaja)
He visto hace poco (no sé por qué he tardado tanto) el díptico espectacular de Borzage. El séptimo cielo (Heaven Heaven dicen a las once de la mañana) y El ángel de la calle (o cómo perdonar un desliz) y tengo que decir que Janet Gaynor está para comérsela, bueno se la merienda Farrell en las dos películas. Nadie como Borzage para presentar ese romanticismo a ultranza. El que no las haya visto a que espera...
ResponderEliminarYa había reconocido un halo de confesión discursiva en el comentario, de modo, deWitt, que no me ha sorprendido la confesión final.
ResponderEliminarHas hecho un repaso angelical al mío propio que agradezco porque lo complementa muy bien. Ciertamente, queda mucho ángel por hacer que levante el vuelo, pero tal vez el público desee un cambio de tercio. Sea como sea, el espectáculo debe continuar...
Salucines
Pues sí, ha sido una feliz casualidad, Ethan, tu reciente acercamiento a estos dos títulos que citas de Borzage. Un cineasta que me consta conoces muy bien pues le has dedicado varios espacios en tu blog. De la primera etapa del cine de Borzage no hay que perderse —aunque esté incompleta — "The River", asimismo con Charles Farrell en el reparto. No sé que piensas tú, pero yo veo en Farrell a un "segundo Gary Cooper", aunque, desgraciadamente, su carrera cinematográfica no acabó de cuajar.
ResponderEliminarSalucines
Creo que terminó metiéndose en política (fue alcalde o algo así) y sí, una especie de Gary Cooper, ideal para personajes ingenuos con gran corazón.
ResponderEliminarMuy buenas líneas, sobre todo muy divertidas, entre tanto angelito. Me reí mucho, hasta solté una carcajada para sobresalto de mis compañeros de guardia, con el juego de palabras de las "camaleonas".
ResponderEliminarDe este angelical catálogo me quedo con la radiante sonrisa de Janet Gaynor y con dos perfectos arquetipos de la dualidad "hitchcockniana" que presentas en la reseña: La insultante belleza mediterránea de Pier Angeli y la sofisticada y delicada hermosura áurea de Eve-Marie. A mi sinceramente me cuesta decantarme por uno de estos dos ángeles, quizás se deba a que mi bragueta no está tan acostumbrada como la de "el mago" a recibir las atenciones de las damas rubias en mis trayectos en transporte público, o a que Angeli responda mejor a la naturaleza de mis propios apetitos.
En fin, divagaciones a parte mis felicitaciones por esta estupenda recopilación de ángeles con caras limpias (y preciosas).
Salucines.
PD. Por cierto entre tanto ángel se te coló un demonio como Joan Bennet... ¡y vaya demonio!
Gracias, amigo David, por tu amable y simpático comentario.
ResponderEliminarNo tienes mal gusto a la hora de mostrar tus preferencias angelicales. Incluso demuestras cordura a la hora de revelar tus dudas cuando hay que elegir entre bellezas dispares, que no disparejas...
En cuanto a la bragueta de Hitchcock (qué buen título para un ensayo sobre la "otra cara" del mago del suspense, ¿no crees?; si no ha sido utilizado ya) debe recordarse que, en materia sexual, don Alfredo era menos ágil que don Tancredo... Ya sabes, en Hitchock primaba más que nada la fantasía.
Salucines
Espectacular entrada, Fernando, Enhorabuena. Yo es que creo que has dicho todo lo que había que decir sobre estos Angeles2. Lo que si me han entrado es unas terrible ganas de ver de nuevo Thesevnht Haven de Borzage (Y eso que la Henry King no es moco de pavo), pero la de Borzage es genial. Si tuviera que elgir , Pier Angeli, sin duda.
ResponderEliminarSalucines.
Roy
Tengo pte, de ver Lonesome, esta temporada no he podido.
Gracias, amigo Roy, por tu amable comentario, y welcome back. Es un placer tenerte de nuevo en el ruedo cinéfilo.
ResponderEliminarLas tres películas que ruedan juntos Janet Gaynor y Charles Farrell a las órdenes de Borzage —El séptimo cielo, Street Angel y Lucky Star (si no olvido ninguna otra)— son magistrales. Te recomiendo que las repases en cuanto puedas.
Pier Angeli es un ángel que, desgraciadamente, dejó de volar demasiado pronto. Como sabes, se suicidó a los 39 años con una sobredosis de pastillas. Su carrera no fue tan espectacular como su belleza ni tan impactante como su triste final. Una lástima.
Salucines