EL HUMOR, EN 5 EPISODIOS (y 5)
En la pantalla, hemos visto algunas sonrisas que más que complacer, nos han helado el alma. He aquí una muestra ejemplar de sonrisa forzada, aterrada. Reparen en la mueca de Lillian Gish interpretando a la dulce Lucy en Lirios rotos (Broken Blossoms, 1919), película dirigida por D. W. Griffith.
Contemplemos ahora la secuencia del filme que incluye este desgarrador fotograma. Ojo al padre de Lucy, encarnado por Donald Crisp, habitual en las películas de John Ford.
Con todo y con esto, que no es poco, la sonrisa más triste y desconsolada del mundo la dibujan en su rostro los payasos.
No todos realizan la pantomima al objeto de despistar a la policía, como hace Botones (Buttons), el entrañable personaje interpretado por James Stewart en el filme El mayor espectáculo del mundo (The greatest Show on Earth, 1952), dirigido por Cecil B. de Mille.
Mas, ¿cuántos hay enrolados en la troupe circense, vagando por los pueblos, buscando la risa como vía de escape, ganándose la vida huyendo de la vida?
Personajes sufrientes y conturbados los payasos, que prestan su sensibilidad y agudeza para alegrar la existencia de grandes y chicos. La penetrante mirada de payaso, así como su expresión, muestran, por lo general, dulzura, pero sobre todo desconsuelo. Su alegría de feria, es anhelo de contagio, de complicidad. ¿Cómo están ustedes...?
Cuando el payaso era bufón, arlequín con borlas y pompones, y no mera mascarada ruidosa de fiesta de cumpleaños feliz o carrusel de feria, el payaso personificaba la imagen trágica de la risa.
¿Recuerdan a Charlie Rivel, ay, siempre lloroso, afligido, aullando como un animal herido? ¡Auuhh!
¡Qué enternecedora la estampa del payaso y del mimo? ¿Creían que íbamos a olvidar a Marcel Marceau?
¡Qué habrán visto los ojos de estos héroes de la chacota, de estos mártires de la risa, que se ven tan tristes! ¿Qué misterios de la vida se ocultan tras la farsa y el disfraz de payaso? Corazón sensible de artista y rostro maquillado de actor. Provocar la risa sin reírse ni estar para risas, alegrar la vida de los demás a su costa: he aquí la obra maestra prestidigitadora del clown.
¿Recuerda, amigo espectador, el rostro de Giulietta Massina en la película La strada, dirigida por Federico Fellini? Estoy hablando aquí de ese rostro, de esa mirada de payaso, de un desamparo y un pesar oceánicos, que estremecen. Mientras la tierna comparsa toca el tambor, Zampanó, el falso Sansón encarnado por Anthony Quinn, hincha pecho hasta hacer saltar las cadenas que le oprimen. Gelsomina (Giulietta Massina) actúa y participa en la mojiganga, pero está en otro sitio, ajena al engaño de la representación y al regocijo del público que la rodea. ¿Qué estarán viendo esos ojos tan puros y tan afligidos?
Estas preguntas me traen a la memoria aquella vieja historia contada, en esta ocasión, por una de las personas que más saben del arte del humor, quien nos ha hecho reír y llorar, con igual pasión, en tantas películas magníficas. Me refiero al maestro Billy Wilder.
El relato dice lo siguiente:
«Un hombre, en Zúrich, acude a un analista y le dice:
― Doctor, ¡tiene que ayudarme! Estoy tan absolutamente descontento con la vida y con el mundo, me siento tan desconsolado que sólo sé una cosa. Estoy a punto de suicidarme.
El psicoanalista habla con él durante un rato y le describe cosas hermosas, la cara brillante de la vida.
― Mire usted ―le dice―, está usted en esta preciosa ciudad de Zúrich. Se levanta por las mañanas, a lo lejos brillan las montañas, los pájaros cantan, usted está alojado en el hotel Dolder, le traen un desayuno fantástico. Panecillos crujientes, aromático café, zumo de naranja recién exprimido. Después se levanta, da un maravilloso paseo, pasando por los jardines y grandes mansiones que hay junto al Dolder o se acerca andando a la orilla del lago. Luego vagabundea por la ciudad, se pasea por las maravillosas tiendas de la Banhofstrasse, y regresa, para comer al mediodía en la parrilla del hotel Eden. Después da otro paseo, admirando a todas las chicas guapas, a todas las mujeres elegantes que se cruzan con usted. Luego regresa al hotel, hace una pequeña y reparadora siesta, y luego se toma un buen cóctel y escucha la agradable música del bar. Y después de una cena fantástica en la Kronenhalle, entre todos aquellos hermosos cuadros, y tomando un exquisito vino suizo, se va usted al cine o a un espectáculo de variedades.
El médico interrumpe su optimista descripción y le pregunta al paciente:
― ¿Sabe usted quién está en estos momentos en Zúrich? Grock, ¡el famoso payaso Grock! Con toda seguridad él lo entretendrá. Grock es la persona más divertida del mundo. Así que prométame que se comprará una entrada y que esta misma noche asistirá a la representación. ¡Se partirá de risa! Conocerá la vida desde el lado divertido y por lo tanto, su lado más hermoso. Sus depresiones desaparecerán como si se las hubiera llevado el viento.
Entonces el hombre lo mira con tristeza y dice:
- ¡Yo soy Grock!».
Salve, amigo espectador, y usted lo pase bien.
Había oído en algun lugar la historia del psicoanalista y el payaso, pero no sabía que fuera del gran Wilder. Ciertamente demoledora y da que pensar. Buenos articulos los de esta serie, amigo.
ResponderEliminarSaludos!
Hola
ResponderEliminarComo siempre otra estupenda entrada, sobre una figura que nunca me ha gustado demasiado, la del payaso.¿Has visto el ultimo Rivette? La anécdota de Wilder también la conocía, no recuerdo si leída en sus memorias o en otro libro acerca de él. Por cierto, ya que hablamos de la figura del payaso, relacionándola directamente con el Circo hace tiempo en uno de los aniversarios de Calder, el "escultor" , en el año 27 montó un circo en el que el interpretaba todos los roles, comenzando por el montaje de una minúscula carpa.El asunto no fue muy bien y años mas tarde en el 59, el documentalista J. Painleve, hacía este homenaje:
http://www.youtube.com/watch?v=MWS96nzFUks
Por partes se puede ver todo, a quièn le interese.
Saludos
Gracias,Lorenzo, por tu amable comentario.
ResponderEliminarEl relato del psicoanalista y el payaso viene citado en bastantes sitios, y en variadas versiones. Yo he escogido la contada por Billy Wilder, que no es mal narrador... Creo que recapitula de manera tan vívida como desgarradora la reflexión veraniega sobre el humor que he querido trasmitir en esta serie. De ahí el haberla escogido como coda.
Salucines
Reconozco por mi parte, Roy, que a mí tampoco me entusiasma el "maravilloso mundo del circo". Creo que es uno de los espectáculos más tristes que pueden verse. Raro que es uno... Aunque, por su gran fuerza metafórica, da mucho juego en la narración cinematográfica. Hay grandes títulos de la historia del cine ambientados en el ambiente circense.
ResponderEliminarEs curioso que cites a Calder, después de hablar de Wilder. El cineasta tenía una buena colección privada de obras de Calder. Tuvo que venderla (junto al resto de su rica colección de obras de arte)tras sufrir un incendio en su casa de Los Ángeles que le produjo un gran trastorno, en todos los órdenes.
Gracias por el enlace con el documental sobre Calder y el circo. La verdad es que su arte tiene mucho de malabarismo... y se presta muy bien a ese ambiente.
No conozco lo último de Rivette. ¿Va de payasos?
Salucines
Wilder hasta para relatar una historia es bueno. Giulietta Massina, su mirada es inolvidable. Buen post.
ResponderEliminarEstupenda entrada de un blog que desconocía, y con el que, como mínimo, tengo serias afinidades respecto al humor. Llevo tiempo queriendo dedicar una entrada en el mío a mi sitcom favorita, "Frasier", pero espero la justa y digna inspiración para llegarle a la serie a la punta del dedo del pie.
ResponderEliminarSaludos
Bienvenido, David C., a Cinema Genovés y gracias por tu comentario.
ResponderEliminarLilian Gish y Giulietta Massina, mujeres menudas físicamente, son, sin embargo, dos gigantes de la interpretación. Creo que no hay en la historia del cine dos rostros como los suyos capaces de trasmitir tanta emoción.
Salucines
Bienvenido, Isak, a Cinema Genovés y gracias por tu amable comentario.
ResponderEliminarSi tu sitcom favorita es "Frasier", amigo mío, visitas el sitio adecuado. Con esa carta de presentación, nuestras afinidades sobre el humor ya están más que garantizadas. Aquí voy entrando en el "tema Frasier" poco a poco. Le he dedicado algunos post, especialmente, en la sección "Series de TV, en serio". Y no ha acabado ahí la cosa. "Frasier" es mucha serie para agotarla en una sola entrada. Pero estaré encantado de leer la tuya en tu blog, si, como espero y deseo, te decides a ello.
Salucines
Hola D, Fernando, para que vea como arrastro a fieles seguidores a su casa.( Es Broma), lo que no es broma es que son cinefilos de 1ª y sobre todo buena gente.
ResponderEliminarUn Saludo
Hola, señor Juez. Con unas credenciales como las suyas y su sabia influencia, no dudo de la categoría y bonhomía de sus patrocinados y amigos. Los cuales, desde este mismo momento, son también los míos.
ResponderEliminarSe han ganado el tener reservada una butaca preferente en Cinema Genovés.
Salucines
Otro triste payaso que no puedo olvidar es Emil Jannings, en El ángel azul.
ResponderEliminarSaludos veraniegos, amigo Fernando :D
Mucha razón tienes, Gourmet D., trayendo a colación al “profesor” Jannings de “El Ángel azul”, disfrazando de clown su ocaso y declive. ¡Y tantos otros! ¿Qué me dices de Milo Tindle (Michael Caine) en “La huella” de Mankiewicz, arrastrándose hasta el abismo de la humillación, vestido de payaso? ¿Y los bufones de corte?
ResponderEliminarEn fin, que la cosa ha dado para 5 episodios y, sin embargo, han quedado muchos temas y personajes en el tintero del humor. Materia pendiente, tal vez, para el verano próximo. Y no lo digo como amenaza...
Salucines
Lo que pasa es que solo he leído el final. He estado muy liado estos días, pero en seguida me pongo al día con el blog.
ResponderEliminarLo de La huella es una genialidad detrás de otra.
Ánimo, pues, amigo Gourmet D. Pero, poco a poco, que estamos en agosto.
ResponderEliminarSalucines
Muy buena entrada sobre los payasos, "la strada" es una película magnífica, cierto que Masina alberga toda la sensibilidad en una mirada tan diáfana, muy de acuerdo en su ejemplo para ésta exposición, también que con Quinn al lado es más fácil brillar y no robo mérito, como que esa dupla se complementa perfectamente y sacan lo mejor de sí. James Steward es gigante, me encanta, qué más puedo decir. Y sobre la anécdota de Wilder no la conocía pero me ha gustado, increíblemente no me esperé ese final apesar de que sonaba más que lógico. Un abrazo.
ResponderEliminarMario.
Gracia, Mario, por tu amable comentario.
ResponderEliminarLa vida de payaso es dura, enternecedora y muy conmovedora, en verdad.
Salucines
Me ha gustado mucho tu articulo,sobre el payaso en el mundo del cine,sobre todo por esa revelación del gran Billy.No me gustó en "Balada triste de trompeta" el tratamiento que se les da a los payasos...
ResponderEliminarUn saludo
Bienvenido, Antonio, a Cinema Genovés y gracias por tu gentil comentario.
ResponderEliminarEl tema del circo y de los payasos ha dado mucho de sí en la historia del cine, y con muy buenos resultados, casi siempre. En el post que he dedicado al asunto, además de en los comentarios precedentes, hay algunos títulos que conviene haber visionados. Antes, desde luego, que algunos estrenos recientes, bastante prescindibles.
Salucines