«Seremos
como una ciudad en la cima de una colina [City upon a Hill].
Los ojos de todos los pueblos estarán puestos en nosotros.»
John
Winthrop dirigiéndose a los peregrinos que condujo a Nueva Inglaterra (EE UU) en 1630
Año 1929. Año del crack bursátil en Wall Street. Arranca la larga marcha de la Gran Depresión Americana. O tal vez sea más acertado decir «la Primera Gran Depresión», pues luego han venido otras más. Como bien sabemos en nuestros días. Una fenomenal crisis económica, no prevista y peor gestionada por los Gobiernos y las autoridades monetarias del momento, llegó a extenderse en el espacio y el tiempo por todo el planeta. Tal como hoy.
En ese año de vértigo, el cinematógrafo y la arquitectura no se deprimen del todo, sino que, a fin de no desmoronarse, procuran mantener bien alto el espíritu creativo y emprendedor de una nación que siempre apunta hacia la cima. Las salas de cine estrenan títulos memorables. Libertad (Liberty, 1929), por ejemplo, cortometraje dirigido por Leo McCarey, uno de los maestros indiscutibles del Séptimo Arte.
Dentro del género cómico, acaso los títulos más logrados de McCarey sean el citado Liberty y, claro está, Sopa de ganso (Duck Soup, 1933), con los hermanos Marx al frente del reparto.
La joyita de 1929 está interpretada por Stan Laurel y Oliver Hardy. Para mi gusto, la película más divertida de El Gordo y El Flaco.
Antes de esta fecha tan memorable, Harold Lloyd había demostrado gran agilidad, habilidad acrobática y buen humor en otro clásico del cine mudo: El hombre mosca (Safety Last!, 1923) dirigida por Fred C. Newmeyer y Sam Taylor.
Cuatro años después, el mono más célebre de la historia se encarama a la cima del Empire State Building, maravilloso lugar con muchas vistas e ideal para construir un nido de amor con su novia humana (Fay Wray), demasiado humana para él. Hablamos, cómo no, de King Kong (1933), film dirigido por Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack.
Pues bien, en 1929, año del crack y de Liberty, desafiando la gran recesión económica que asola el país, grandes empresarios arriesgan sus fortunas (no el dinero público) emprendiendo proyectos monumentales en ciudades gloriosas. Pongamos que hablo de Nueva York. John D. Rockefeller, Jr. concibe el proyecto de construir un magno complejo de edificios en pleno corazón de la Gran Manzana, busca socios inversores y el resultado fue el Rockefeller Center.
Uno de los bloques del complejo monumental es el Radio City Music Hall, obra del arquitecto Edward Durell Stone y del diseñador de interiores, en inspirado estilo Art Decó, Donald Deskey. Edificio muy querido en Cinema Genovés, inspira nuestra imagen de cabecera.
Hay individuos, en la vida real, pero más en la ficción cinematográfica, que, después de todo, consiguen llegar hasta lo más alto. ¿No es acaso el cine la fábrica de sueños, allí donde los sueños se hacen realidad? Al menos, los sueños del espectador, el respetable público, digo, que es quien, en última instancia, proyecta en la pantalla sus deseos y fantasías. Entre aquellos individuos, los hay que suben y suben, no tanto por ambición cuanto por consecuencia de su acción. Espíritus libres y creadores, no se dejan vencer por la voluntad general, el gusto de la masa y la presión de los mediocres, los fatuos y los ruines.
El cineasta King Vidor retrató este modelo de personaje en el filme El manantial (The Fountainhead, 1949), con guión de Ayn Rand a partir de su propia novela e interpretado por Gary Cooper y Patricia Neal en la cima del reparto.
Leo McCarey tiene otra referencia ineludible hablando de cimas de la ciudad, sus "Love affair" y "An affair to remember". La primera un excelso melodrama, y la segunda bastante desconcertante al aumentar el metraje 30 minutos para contar lo mismo, pero igualmente espléndida (o una muestra significativa de lo que había cambiado y evolucionado el cine en 20 años).
ResponderEliminarOtro que llegó a la cima, no de la ciudad, sino del mundo fue James Cagney en "Al rojo vivo".
El paranoico de "Él" veía a sus congéneres desde la cima de un campanario, como hormiguitas, dignos de ser plastados.
Hablando de cimas y ya que hablábamos de París en mi blog, los protagonistas de "El séptimo cielo" de Borzage observaban París desde las alturas, no tanto físicas como sentimentales.
Saludos
Verdaderamente, Isak, el tema de las cimas y las alturas da mucho juego en la pantalla. Tanto en la ciudad como en el campo. De hecho, esta entrada puede entenderse como una continuación de otra anterior: "Hitchcock: confesiones en la colina".
ResponderEliminarLos ejemplos que tú asimismo aportas confirman lo dicho. Me quedo, en particular, con el que citas a propósito de "El séptimo cielo" de Borzage, una película que adoro. También me gusta mucho la versión de Henry King, con Simone Simon y James Stewart. Los paseos por la pasarela que comunica las buhardillas de París representa el vértigo de caminar por la cuerda floja. Un contraste ejemplar porque el personaje trabaja, como recordarás, bajo tierra, en las alcantarrillas.
Tengo previstas otras incursiones sobre las relaciones entre la topología y el cine. Próximamente en Cinema Genovés.
Salucines
Interesante secuela de"confesiones en la colina", sobre todo para estos tiempos en los que uno, yo confieso, se siente paseando por pasarelas que comunican rascacielos, tipo "el séptimo cielo" pero con el vértigo de Stewart.
ResponderEliminarHace tiempo que la vi, pero creo recordar que Gary Copper en "Juan Nadie" también se asomaba al vacío, no? Aunque pensándolo fríamente, quizás los vacíos vertiginosos a ras de suelo son los más apabullantes.
Salucines
pd: Una de mis próximas entradas será Stella Dallas, ya que sale el nombre de Vidor a relucir y ya que he seguido tu sugerencia.
Amigo deWitt, hay en efecto, un vértigo de lo cotidiano, así como una zozobra producida por la proximidad de ciertas personas y cosas. Freud denominó a este fenómeno "lo siniestro". Y Hitchcok, a mi juicio, fue uno de los directores más inspirados a la hora de trasladar estas sensaciones a la pantalla. Pero, de momento nos deleitamos con estas vistas de una City también de fábula, ¿no te parece?
ResponderEliminarQuedo expectante ante el anuncio de tu próxima entrada sobre "Stella Dallas" y me halaga que hayas seguido hasta ese punto mi sugerencia. Yo también tengo en mente la imagen angelical de la "primera" Stella (Barbara Stanwyck) del filme para un próximo "Montaje paralelo".
Salucines y ciudado con las pasarelas...
Que buenas fotos aunque me dieron un poco de vertigo.
ResponderEliminarAsí es, David C., en efecto. Recuerda, en cualquier caso, que el vértigo contiene unas emociones y unas sensaciones muy cinematográficas...
ResponderEliminarSalucines