Título en español: El último show
Año: 2006
Duración: 103 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Guión: Garrison Keillor
Música: Richard A. Dworsky
Fotografía: Edward Lachman
Reparto: Woody Harrelson, Tommy Lee Jones, Meryl Streep, Lily Tomlin, Kevin Kline, Lindsay Lohan, Virginia Madsen, John C. Reilly, Garrison Keillor, Maya Rudolph, Rim Russell, Geoff Schilz, Sue Scott, Jim Westcott, Linda Williams, Robin Williams
Producción: GreenStreet Films / River Road Entertainment / Picturehouse
Robert Altman (1925-2006) pertenece a la casta de directores que podríamos caracterizar como «corredores de fondo» del Séptimo Arte. Trotan a baja intensidad durante la mayor parte de la carrera, para, al aproximarse a la meta, acelerar y dar lo mejor de sí mismos. Tras cubrir un largo trecho en la profesión, en la que realiza algunas obras correctas, cosecha algún éxito comercial (MASH, 1970), suma sonoros fracasos (Popeye, 1980) y firma bastantes títulos prescindibles, frisando los setenta años, dirige El juego de Hollywood (The Player, 1992).
El film representa un giro copernicano en su filmografía. Este exquisito y meticuloso trabajo impulsa, por lo demás, una sucesión de producciones de gran calidad (con algunos tropezones, bien es verdad), a la que imprime un sello propio que sólo la muerte ha podido cerrar, colgando en su espalda, cual negra inocentada, el rótulo de The End. El magistral plano-secuencia que abre The Player nos anticipa ya los buenos momentos que nos tendría reservados el cineasta nacido en Kansas City.
Llegado a este venturoso punto de inflexión, el director norteamericano adopta un estándar cinematográfico que mantendrá hasta el último suspiro, hasta el último show: el modelo narrativo «vidas cruzadas» (variante del «cine coral», que por nuestros pagos ha tenido un superior maestro: José Luis García Berlanga). Dicha estructura narrativa, tiene como precedente uno de los mejores títulos de la «primera etapa» de Altman: Nashville (1975). Tomando este film como un notable precedente, en la «segunda etapa», dirige títulos de gran relevancia: Vidas cruzadas (Short Cuts, 1993), Prêt-à-Porter (1994), Kansas City, (1996), Coockie’s Fortune, (1999), Gosford Park (2001) y, claro está, el film que ahora nos ocupa.
Cuando otros autores preparan la jubilación, Altman, ave fénix del celuloide, levanta el vuelo transformándose en el Plutarco de las vidas paralelas del cine contemporáneo.
La vida pasa volando, sobre todo, en la edad postrera. Y a quien alto subió en el otoño de su existencia, le llegó la hora del canto del cisne. A Prairie Home Companion, película titulada en España «El último show», constituye una muestra ejemplar de «testamento cinematográfico». Altman fallece tan sólo cinco meses después de terminada la película. Pero eso no es más que un suceso. El propio argumento representa en sí mismo, por encima de la elegía, un genuino canto fúnebre. Altman se despide del mundo con un musical country, vibrante y alegre, tierno y turbador, una comedia inteligente y madura, regocijante, pero también con un fondo de melancolía, amargura y hasta negrura. Porque así es la vida. Así es la muerte.
La muerte es la protagonista absoluta del film, directamente «encarnada» por el personaje Asphodel (Virginia Madsen), una enviada del Hades con perfume de narciso, una rubia vestida para matar con trinchera blanca. E, indirectamente, por el «Axeman» (Tommy Lee Jones), encargado de supervisar los últimos latidos del teatro donde va a celebrarse el último show antes de pasar a los nuevos propietarios que tienen el propósito de transformar el negocio (concluida la inspección, y de vuelta al aeropuerto, Asphodel sube con él al coche cambiándole así el destino). De manera tragicómica, realidad y ficción comparten en este film un mismo hado que les hace avanzar en la misma dirección.
En el teatro Fitzgerald de St. Paul, Minnesota, tiene lugar la despedida de una emisión veterana en una cadena de radio, A Prairie Home Companion, programa de variedad y música que ve la luz en 1974 y se retransmite en directo todos los sábados de 5 a siete de la tarde (hoy, todavía sigue en antena). Garrison Keillor, creador y conductor del programa en la realidad, introduce a los artistas, hace de portavoz de las cuñas publicitarias radiadas, canta los jingles y acompaña a los cantantes cuando es menester. En el film, se interpreta a sí mismo, además de firmar el guión y no desprenderse apenas de la larga corbata de clown que casi le llega a las rodillas. Todo un showman.
La película representa la última función del programa, mientras, entre bambalinas, pasillos y camerinos, también en el exterior del teatro, se suceden situaciones cotidianas de los personajes. Meryl Streep y Lily Tomlin interpretan los papeles de Yolanda y Rhonda Johnson, cantantes de country. Muy conmovedor resulta el momento en que entonan el himno Goodby to My Mama, canción de adiós a los familiares fallecidos, y que, en esta ocasión, rodando el moribundo Altman, cobra un especial significado. La escena es realzada gracias a un sutil montaje. Mientras las cantantes interpretan la pieza con incontenible emoción, se introducen varios insertos:
1) Lola Johnson (Lindsay Lohan), hija, a su vez, de Yolanda (encadenado de generaciones) sigue atenta la función. Obsesionada con la idea del suicidio, escribe poemas sobre jóvenes asfixiados por el gas del tubo de escape del automóvil. Su debut en el show está resuelto de modo muy divertido. Canta la célebre balada Frankie and Johnny, popularizada, entre otros, por Johnny Cash y Elvis Presley. Tras superar satisfactoriamente las primeras estrofas, la joven olvida, de repente, el resto de la letra de la canción. Zozobra, improvisa, finalmente, hace que los personajes de la balada mueran… ¡inhalando gas del tubo de escape del automóvil!;
2) Es descubierto el cadáver de Check Akers (L. Q. Jones), veterano country singer, quien, en el camerino, acabada su participación en el show, acude a una cita con la amante, pero, Asphodel se la ha adelantado, poniéndose en el lugar de Venus. Tal vez así fantaseó el viejo Altman con el momento de su propia muerte, abrazado, en el último show, a una mujer, como, por cierto, le ocurrió a Ernst Lubitsch. Puede haber muerte más dulce.
3) «The Axeman» (Tommy Lee Jones) observa desde el palco principal la actuación. Su imperturbable perfil, en primer plano, es el contrapunto de un busto de Scott Fitzgerald, efigie-símbolo del teatro, que vemos al fondo. «Creció aquí en St. Paul», informan previamente al «hombre de los despidos y quiebras» (en este film crepuscular todo son despidos y despedidas) cuando, al mostrarle el local, preguntara quién ese tipo: «Oh, es un tipo que, eh, solía venir a ver los programas.»
Altman dice adiós (el largo adiós) al cine y a la vida, ofreciendo al público un film que arranca como un «film noir». Guy Noir (Kevin Kline), encargado de seguridad del show, sale de un restaurante y se dirige al teatro. Una voz en off nos pone en situación: «Era una noche lluviosa de sábado en St. Paul. Yo acababa de comer un sándwich de queso tostado con frijoles para terminar, y era hora de regresar al trabajo del otro lado de la calle. Soy un detective privado. Me llamo Noir. Guy Noir.» Ya dentro del local, comienza el espectáculo sobre los últimos días de radio. It’s showtime, folks.
Siento decir que aún no he tenido ocasión de ver esta cinta de Altman. Tienen un buen plantel y la has diseccionado muy bien. A ver si la veo
ResponderEliminarLa película, Emilio, es muy apreciable, en cuanto a sus valores cinematográficos. Pero, además, muy entretenida, especialmente para los amantes del country music. Y, en fin, entrañable, al tratarse de la despedida "formal" de Altman. Encuéntrale un hueco.
ResponderEliminarSalucines
Amigo Fernando he de confesar que no he visto esta película de Altman, un director que como bien comentas ha dado unas cuantas de cal y varias de arena.
ResponderEliminarSu extensa filmografía la voy disfrutando sin prisa pero sin pausa. Gracias a lo que he visto hasta ahora puedo decir que coincido contigo al catalogar "El juego de Hollywood" y "Short Cuts" como dos grandes hitos de su filmografía reciente, con su estilo coral y sus cruces de caminos... algo de lo que algunos directores "modernetes" han hecho su santo y seña (pe. Iñarritu).
En películas de sus inicios ya se ve ese gusto por ese cine un poco alocado con mucha gente con papel en el metraje, destacaría entre estas "MASH" y "Nashville".
Algo imperdonable que le podemos achacar al Altman setentero es el haber hecho la película más aburrida de todos los tiempos, me estoy refiriendo a esa "pajarracada" en forma de distopía futurista titulada "Quinteto". Un bodrio que con su mal guión, su experimental rodaje desnfocado y su penoso ritmo consigue hacer que una peli con dos grandes como Paul Newman y Vittorio Gassman resulte un truño infumable.
Salucines mister.
Amigo David: no cité, en efecto, "Quintet". Tal vez fuese un acto benevolente por mi parte. Por esos mismos años, además de ese bodrio, Altman hizo otros productos, ciertamente, infumables. Sobre los que he preferido correr un tupido velo.
ResponderEliminarEl cine de Altman comienza a cobrar interés a partir de "The Player". Desde ese momento, rueda unas cuentas obras de gran valor que es justo reconocer. En lo que denomino la "segunda etapa" de Altman, incluso los filmes menos logrados tienen interés; por ejemplo, "The Gingerbread Man" ("Conflicto de intereses") o "The Company" (sobre el mundo del ballet). Es esta "transformación" del director lo que he querido señalar. Además de detenerme en "A Prairie...", una peli que, personalmente, me encanta.
Con respecto a los seguidores del modelo "vidas cruzadas", mejor olvidémonos de los "modernetes" y fijémonos en los mejores; entre otros, Paul Haggis ("Crash") y Rodrigo García. ¡Sin olvidar las series de TV, amigo mío! Dos muestras: "In treatment" (del citado García) o, nada menos, que "The Wire".
Salucines
Me ha gustado mucho el comentario que hace de la pelicula y coincido plenamente con lo escrito. Me parece una pelicula divertida y melancolica a la vez. Su blog es muy bueno y sus comentarios muy acertados.
ResponderEliminarBienvenido, Javier, y gracias por su amable comentario.
ResponderEliminarPásese por aquí cuando le apetezca. Le tenemos reservada una butaca en Cinema Genovés.
Salucines