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martes, 1 de marzo de 2011

LAS MEJORES CABECERAS DE SERIES DE TV: «BAND OF BROTHERS» (2001)


CABECERAS DE SERIE (Y DE PLAYA).
«Band Of Brothers» (2001)

De entre las mejores cabeceras de series de TV, hay dos, a mi juicio, que destacan por encima de las demás. Casi diría que una y otra conforman una sola presentación, aunque en dos partes. Me refiero a Band of Brothers (Hermanos de sangre, 2001) y The Pacific (2010), producidas para la HBO por Steven Spielberg y Tom Hanks, a la cabeza del staff directivo. Dos magníficas miniseries ambientadas en la Segunda Guerra Mundial y que han conmocionado el género bélico, el ámbito de la televisión y el cine en su conjunto. También, los afectos humanos y las sensibilidades cinéfilas. La primera, sigue las hazañas bélicas de la Easy Company (Compañía Easy) del 506º Regimiento de Infantería Paracaidista (506th Parachute Infantry Regiment), de la 101ª División Aerotransportada (U.S 101st Airborne Division) del Ejército de los Estados Unidos de América. La segunda, relata la durísima campaña militar en el Océano Pacifico contra los japoneses, en la antesala del fin de la segunda gran guerra del siglo XX.
Veamos y escuchemos, a continuación, Band of Brothers (Hermanos de sangre, 2001).


La música de Band of Brothers está compuesta por Michael Kamen (1948-2003). La sintonía de la cabecera obedece al tema principal de la serie y dura 2 minutos y 24 segundos. El motivo es evocador, emotivo; sobrecogedor, incluso. A modo de himno u oración a los caídos, el tono dominante es triste y elegíaco. Escucho la melodía, cierro los ojos y se representan en mi mente las gestas y los gestos de los marines desembarcando en las playas de Normandía, adentrándose en el corazón de las tinieblas. A la pieza le cuesta arrancar, como si titubeara a la hora de avanzar. Balbucea, susurra, amaga. Finalmente, sobreponiéndose a la vacilación, inicia la marcha. Lo hace suavemente, a ritmo de vals. El motivo es recurrente, envolvente, cíclico

Completa su corto recorrido armónico, lo remarca, lo deja caer y vuelta a empezar. Manteniendo, de nuevo, la modulación circular y constante, sostiene los acordes unos segundos y, luego, desciende. Diríase que, al son de la pieza, el soldado fuera a desfallecer. Sólo un instante. De pronto, recupera la energía. El coro (¿celestial?) lo anima a levantarse y a seguir adelante. Poco a poco, el tema musical va cerrándose sobre sí mismo. Hasta perder, definitivamente, el aliento. Es momento de que sujeto y objeto, soldado y balada, se reúnan en la cima de la colina, junto a los hermanos de sangre. Allí en lo alto, los vivos y los muertos de la batalla marcan la línea del horizonte.

La imagen y la música combinan a la perfección en este impresionante preámbulo. En el avance, en la retirada, en los descansos, en el momento final. En el pentagrama y en el fotograma. Las imágenes, cuya fotografía marca las tonalidades de color sepia, y en consonancia con el leit motiv musical, discurren despacio. En ocasiones, quedan congeladas, ralentizadas. Y, sin embargo… se mueven. Al llegar a la cumbre, el silencio, la compasión y el recuerdo nos envuelven.

Sobre la colina, el perfil de los héroes apunta al cielo. La imagen es familiar, guarda una hermandad fílmica con John Ford y con Akira Kurosawa: Los tres padrinos (The Three Godfathers, 1948) y Los siete samuráis (Shichinin no samurai, 1954), por ejemplo.





2 comentarios:

  1. Muy fordianos esos planos sí señor, también guardan parecido con "La Patrulla Perdida".
    La serie no la he visto.
    Saludos!

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  2. Ethan, esta producción es de una calidad superior, y no sólo la cabecera. Por lo que a mí respecta, no dudaría en situar a "Band of Brothers" entre las 5 mejores películas bélicas de todos los tiempos. Y no exagero en lo más mínimo.
    Salucines

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