Páginas

lunes, 27 de diciembre de 2010

«ROMA», SEXO Y PODER EN SERIE


Roma (Rome, 2005-2007), serie de televisión ambientada en la época del paso de la República Romana al Imperio, ya es, literalmente, un clásico de la TV, y de la cinematografía en cualquier formato. Una serie muy meritoria, de sólo dos temporadas, que sabe a poco. Roma da mucho de sí, y tras la ascensión de Octavio Augusto al trono imperial, todavía queda mucha historia… que contar y recrear. Sin embargo, a la vista del tiempo trascurrido desde la finalización de la serie (2007), todo indica que no habrá tercera temporada de la serie, ni sucesivas, hasta culminar en la caída del Imperio Romano. Una lástima.
Estrenada en Estados Unidos en agosto de 2005, Roma, creada por John Milius, William J. MacDonald, y Bruno Heller, ha sido rodada en los estudios de la legendaria Cinecittà, en las proximidades de la ciudad de Roma. Una gran obra, coproducida por la BBC (Reino Unido), la cadena de pago HBO (EE. UU.) y la RAI (Italia). Todo un acierto la reunión, y el resultado, de la triada capitolina productora que pasará al olimpo de las series. La BBC garantizaba el clasicismo y la solera de la producción. La HBO aseguraba, por su parte, la moderna actualización de la puesta en escena que reproduce con gran fidelidad la época y la situación (lo comprobamos también en la serie Deadwood), así como el espectáculo y el atractivo comercial de la realización. Y la «conexión italiana» de la serie certificaba, en fin, un producto con denominación de origen, que legitima la verosimilitud y el rigor histórico de la reproducción.
He aquí, en efecto, la primera y principal consideración que, a mi juicio, cabe hacer de Roma. Aun con algunas licencias y anacronismos no demasiado chirriantes, y sin olvidar en ningún momento que nos hallamos ante una obra de ficción, la serie destaca por el esmerado respeto a los hechos (soberbio trabajo de guión) y por la espléndida reconstrucción de la Roma clásica (excelente labor de dirección artística, decorados, atrezzo, etcétera). La mayor parte del reparto, en los papeles principales, es de nacionalidad británica. El equipo técnico de la producción proviene, en su mayor parte, de los estudios italianos. Correctísima elección. Otra clave esencial que explica el éxito la serie. Solventes interpretaciones. Sólidas reproducciones.

¿De qué trata la serie Roma? Básicamente, de sexo y poder en la antigua Roma. Hasta aquí, normal. En Roma o en cualquier parte del mundo. Durante el siglo I a. C. o d. C. Sexo y poder en la historia del hombre: nada nuevo bajo el sol. Hablamos de dos poderosas fuerzas que mueven las pasiones de los individuos desde el origen de los tiempos, dos pulsiones en los que los hombres se juegan la existencia, la felicidad y el porvenir, a vida o muerte. Hay, es verdad, mucha leyenda sobre la excepcional vida de desenfreno y libertinaje en la Roma clásica, aunque de excepcional y extraordinaria tuvo poco, en realidad. Los humanos han actuado en pos del placer y la dominación —del hombre sobre la mujer, de la mujer sobre el hombre, del hombre sobre el hombre— a lo largo de todos los tiempos y en todos los lugares, por todos los medios y todas las fuerzas, siempre con las variaciones que ordenan la moda y las costumbres. He aquí una circunstancia arraigada en la naturaleza humana, no exclusiva o particular de un espacio y un tiempo determinados.
Ocurre, en particular, que la Antigua Roma fue la primera potencia mundial del momento, dueña de la mitad del mundo conocido, una estructura política con dos potentes brazos ejecutivos y ejecutores, el Ejército y el Senado, una sociedad bañada por el sol y el calor del mar Mediterráneo y no por el invierno del descontento, una raza, en suma, proclive al pan y circo, a la violencia y la desmesura dionisíaca. No extraña, entonces, que la acción de recrear Roma en imágenes invite a reflejar la sensualidad —y aun la obscenidad— de un pueblo desinhibido y brutal, que combinaba primorosamente el refinamiento de las costumbres con un pertinaz primitivismo comportamental. Roma fue fuerte y cruel, no bárbara ni salvaje.
La cuidada puesta en escena y la rigurosa ambientación muestran a los personajes vestidos y peinados como correspondía a aquellos tiempos, consumiendo alimentos y bebidas, o residiendo en viviendas, según la usanza y los hábitos de la época, y no el gusto y la moda marcadas por determinada productora moderna (piénsese al respecto en el peplum de los años cincuenta o sesenta, made in Hollywood o Europa). Todo un acierto, pues, de ambientación y recreación histórica.
Si el París que sobrevivió a la Gran Guerra era una fiesta, la Roma de las guerras sin fin (civiles y contra el bárbaro) fue una orgía permanente, de sangre, sudor, lágrimas y otros fluidos. Los romanos distribuían las energías físicas y mentales entre las batallas políticas y las militares, las intrigas y los complots, los banquetes y los simposios, inclinándose, con similar fervor, ante Marte o Venus, amando los goces de la cama y la mesa, optando por las ostras o los caracoles, alternando los gustos y los sabores sin apenas freno ni comedimiento.
Lucio Voreno y Tito Pullo, dos legionarios romanos de distinto rango, protagonizan la serie en primer plano. Las andanzas personales y las actuaciones públicas de ambos personajes (inspirados de largo por personajes reales citados en textos de Julio César; el resto es ficción) fijan el hilo conductor en la construcción de la trama general de la serie. Además de relatar la historia de una gran amistad. Siguiendo los pasos y las huellas del centurión Voreno y su escudero Pullo, no por la Mancha, sino por los dominios de la antigua Roma, el espectador atraviesa las callejas y plazas del Aventino, visita las suntuosas villas de los patricios y penetra en las tabernas y tugurios frecuentados por la plebe, asiste a batallas legionarias y legendarias, a episodios históricos y dramáticos, como la muerte de Pompeyo, de Bruto, de Cicerón, de Julio César, de Marco Antonio, de Cleopatra.
Serie espectacular y de sumo interés. Con una gran calidad que no decae según avanza, y en los que brillan, en especial, algunos momentos realmente sobrecogedores. Escojo, entre muchos, uno de ellos: la estremecedora secuencia centrada en la denuncia pública, el sacrificio y la venganza de Servilia de los Junio (Lindsay Duncan), madre de Bruto, a las puertas del domicilio de Atia de los Julio (Polly Walker), en el capítulo 9 de la 2ª Temporada, para mi gusto, superior incluso a la 1ª Temporada. Aunque, ay, no habrá, me temo, 3ª Temporada de Roma.

9 comentarios:

  1. Veo que eres un devoto de la serie... A mí algunas cosas no me acabaron de gustar, así que no tuve interés por ver la segunda parte. Por un lado, quisieron correr tanto, que trazaron los personajes históricos con cuatro trazos y poco más, así que no creo que nadie se quedara con alguna idea consistente sobre alguno de esos personajes (Julio César, Pompeyo, Catón, Cicerón...) La ausencia de matices siempre es una pédida, en mi opinión. Creo que el retratar con más detenimiento alguna figura histórica podría haber resultado mejor.

    Por otro lado, he de confesar que me disgustó bastante el tratamiento de los personajes femeninos. No recuerdo que saliera ninguna mujer más o menos "normal", con sus defectos y virtudes (salvo la mujer de Voreno). En cambio,casi todas parecían unas lobas o unas promiscuas o unas estiradas. Y, claro, como de las mujeres se estudia tan poquito, tan poquito... Nos presentan a la madre de Octavio (una mujer sin tacha y casada) como amante de Marco Antonio, y capaz de prostituir a su propia hija sin el menor escrúpulo; la jovencita,además,se "colocaba" con bastante frecuencia... A mí me pareció que, en nombre de la popularidad, se metieron más fluidos (y entre ellos incluyo la mala leche) de los que en realidad circulaban por Roma. En cuanto a Lucio Voreno, su actitud hacia su mujer es bien extraña: en Roma no se conocían los celos ni los malos tratos a las mujeres libres (como me pareció que era ella), sino que recurrían tranquila y habitualmente al divorcio. Era bien simple de conseguir: para el hombre, bastaba que se dirigiera a su mujer con una fórmula ritual "Coge tus cosas y márchate". A la mujer, para divorciarse de su marido, le bastaba evidenciarlo durmiendo tres noches seguidas fuera del hogar conyugal. Pero claro, es más impactante contar la historia como lo han hecho, incluyendo el suicidio de la pobrecilla.

    En fin, comprendo el éxito de la serie y sus muchas virtudes, pero no deja de tener algunos defectos y, en concreto, unas dosis de machismo que se parecen mucho más al machismo actual, que al de la época.

    Feliz 2011. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  2. Pues, es una lástima, Isabel que te bajases en la primera parada, sin llegar a la estación termini de “Roma”… Como sostengo en el post dedicado a la serie, la segunda temporada la juzgo todavía mejor que la primera. Además de otros valores y méritos de “Roma”, creo que estamos ante la obra cinematográfica (para cine o TV) que ha recreado con mayor fidelidad y rigor la vida y las costumbres de la ciudad en la era clásica.

    Por otra parte, considera que la obra es muy ambiciosa. A diferencia de otras realizaciones que abordan sólo un episodio, etapa o personaje de Roma (p.e. “Yo, Claudio”), la serie, como su nombre indica, se abre a “Roma”… Por esta razón digo que a mí, personalmente, me ha sabido a poco.

    Pero, en fin, es cuestión de gustos y elecciones. Lo bueno que tienen las series es que uno puede recuperarlas (revisitarlas) en cualquier momento. Yo, de hecho, la “descubrí” bastante tiempo después de ser emitida.

    Saludos y Feliz 2011.

    ResponderEliminar
  3. Yo soy historiador y no sy de seguir series,pero reconozco que Roma es una obra sublime no solo por autenticidad,también por interpretación,yo creo que Isabel se equivoca los rasgos de los personajes se definen perfectamente con sus comportamientos,en la serie no damos una lección de historia sino de como se comportaron unos hombres que fueron los más poderosos del mundo y como ese poder les corrompio de formas distintas,a proposito estos matices se ven desarrollados más en la 2ª temporada

    ResponderEliminar
  4. Hay una cierta controversia respecto a la posición de Tácito sobre sus textos acerca de las mujeres, en los "Diálogos". Concretamente, J.L. Posadas, en su libro "Mujeres en Tácito"(ver:http://revistas.ucm.es/ghi/02130181/articulos/GERI9292110145A.PDF)
    afirma que en la clasificación que hace el historiador romano, Atia figura entre las mujeres con características negativas.Que sea cierto o no, es otro asunto que no dispongo de la suficiente información para decidir. Y en el caso de Servilia, al parecer Suetonio en las Vidas de los doce césares, confirma su relación con Julio César.

    ResponderEliminar
  5. Hola a tod@s,

    Mi querida Isabel opina desde el lado femenino, que es obvio y enriquecedor, pero desde el lado de Júpiter y Marte la recreación minuciosa de Roma es magnífica; Como curioso desaforado de esta época que soy, os recomiendo que no os quedéís únicamente en la serie en sí, pues el "Cómo se hizo..." también merece ser visto. Vestuario, ambientación, instrucción de los legionarios... vamos, la antítesis de la Hispania de Antena 3.

    Bajo mi humilde punto de vista, sí que es cierto que podían haber profundizado más sobre alguno de los grandes personajes del momento, pero teniendo en cuenta que es ficción y que lo histórico ha de servir de fondo y no de protagonismo, veo la puesta en escena muy, muy convincente. Pasa como en mi Valentia, Sertorio está ahí, pero siempre en un segundo plano; Cayo Antonio es el protagonista, como aquí lo son Voreno y Pullo.

    Sobre los asuntos del lecho, si te lees la "Vida de César" de Suetonio puedes seguir los escarceos amorosos del dictador y la ambigua moralidad de muchas de las esposas de sus aliados o rivales, por lo que las formas de algunas protagonistas de la serie no me resultan tan chirriantes comparadas con algunos pasajes de estas "Vidas" que nos legaron Suetonio, Salustio o Plutarco.

    A mi me gustó mucho esta serie, personalmente, creo que tiene más virtudes que defectos.

    A ver si aprenden los nuestros ;-)

    SALVE OMNIBVS!

    ResponderEliminar
  6. He dejado transcurrir un tiempo para intervenir en esta línea de debate,a la vista del interés y el alto nivel de los comentarios, que prometían un desarrollo mayor. Aprovecho, entonces, esta pausa para agradecer las intervenciones habidas y animaros a continuar con el asunto abierto, si es que os place. También en las otras entradas, presentes y futuras. Aprovecho para dar la bienvenida a los recién incorporados al blog.
    Saludos.

    ResponderEliminar
  7. Es una de mis series preferidas o quizás, la que más me llena y la veo siempre que puedo. Soy un apasionado de todo lo que se refiera a Roma, pero sobre todo a la Roma Antigua. Su arte, su modo de entender la vida, todo, en definitiva. Desde luego que es una pena que esta serie sólo conste de dos temporadas, a pesar del gran éxito que tuvo. Aunque se le critique en algunas cosas, a mi modo de ver nos da una muy aproximada idea de lo que era la vida del día a día en ese período y cómo se relacionaban los habitantes de la gran urbe. Lo que más me gustó fue la interpretación de los dos legionarios que son el eje de la serie y que parece ser que realmente sí existieron según se relata en textos de Julio César. También cabe destacar la gran actuación de los tres principales personajes femeninos. He leído en la red que Antena 3 la va a ofrecer a sus telespectadores una vez finalice la serie Hispania.

    ResponderEliminar
  8. Me complace compartir contigo, Galaico, el entusiasmo por la serie televisiva "Roma". Ciertamente, de lo mejor que hemos podido ver en este formato cinematográfico, producido y destinado a la pequeña pantalla. Además de otros méritos, la recreación y la ambientación de la antigua Roma es soberbia.

    Justamente, hace unos días publicaba una entrada del blog dedicada a la apertura al público de los "míticos" estudios Cinecittà, donde puede contemplarse parte del escenario en el que se rodó la serie. ¡Y tampoco la Roma de hoy está nada mal!

    Salucines

    ResponderEliminar
  9. Desde luego. Roma siempre tendrá su encanto. Roma eterna. La città bella per sempre. Saludos.

    ResponderEliminar