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domingo, 5 de diciembre de 2010

LA VENGANZA DE POLANSKI REFRENDADA POR EL «CINE EUROPEO»


Ya había olvidado casi por completo la película de Roman Polanski, El escritor (The Gosht Writer, 2010). Un film que no pasará a la historia del cine, aunque sí a la «historia de la infamia», por tratarse de una cinta no sólo de malísima calidad, sino, por encima de todo, vengativa, resentida, oportunista. Hoy leo en la prensa que ha sido la gran vencedora de los Premios del Cine Europeo 2010, acumulando seis de los siete galardones a los que concursaba, si concurso cinematográfico hay verdaderamente en esta gala. Y no algo más (o algo menos). Mejor película, mejor director, mejor actor (Ewan McGregor), mejor guión, mejor banda sonora y mejor dirección artística, he aquí la recompensa a Polanski. Pero ¡qué más da! No se ha premiado aquí al cine, sino otra cosa.

Para nada recordaba tampoco que existiese todavía esa institución de los Premios del Cine Europeo. Bueno, algo sí: traía a mi mente los Premios Goya en España. Compañeros de viaje en el club de la comedia. Pero, me parecía asunto del pasado, igual que la propia Europa, lo mismo que el «cine europeo».

El escritor (The Gosht Writer, 2010): thriller mediocre, realización morosa y desganada, sin ritmo ni tensión, actor con mucha cara de circunstancias, un guión tan pueril como tramposo. ¿Banda sonora…? ¡Qué banda! ¿Dirección artística? Ciertamente, la casa junto al mar donde transcurre buena parte de la trama tramposa, es magnífica, envidiable. En todo caso, si está rodada in situ (como así lo creo), el premio habría que dárselo al arquitecto que la diseñó. Esto es lo de menos en este asunto. Hoy, malas películas se estrenan casi a diario. Pero, presenciar la progresiva decadencia de otro cineasta, que un día fue alguien en el cine—autor de Chinatown (1974), por citar sólo una de sus obras más notables, contemplar la degradación de otro personaje de la cultura (cineasta, escritor, etcétera), resulta, francamente, lamentable y penoso.

Lo peor de todo es la zafiedad y el resentimiento que destila la película. Hay que ser poco o mal observador para no percatarse de que Roman Polanski ha consumado el film ahora premiado, simplemente, con el fin de vengarse de Estados Unidos a cuenta del polémico asunto de la condena judicial por violación a una menor, y que ha marcado su peripecia personal y su trayectoria profesional en las últimas décadas. Para consumar la vendetta personal, no ha dudado en tomar, como pretexto fílmico, la cabeza de Tony Blair (burdo sosias del personaje del primer ministro británico, encarnado en El escritor por Pierce Brosnan), cual eje (del Mal) sobre el que golpear y dirimir sus asuntos particulares o internos. 

De fondo, excusa dentro y fuera del guión, América. Al frente de la coalición multinacional en la intervención militar en Irak, recibe, asimismo, la represalia (otra vez). Creo recordar que una escena del film muestra a una autoridad política norteamericana de notable parecido físico con la anterior Secretaria de Estado en la Administración Bush, Condoleezza Rice. ¿No salen también imágenes del mismo George W. Bush en televisión? No podría asegurarlo. Pues, como digo, apenas recuerdo este anodino film de propaganda. Y vengativo, vaya que sí. 

Los comisionados in pectore del cine europeo agradecen el servicio nada secreto de Polanski a «la Causa». Aunque nada de golpes de pecho por la probada mediocridad de sus producciones. Ellos funcionan a golpe de talón y subvención. El realizador nacido en Polonia ha agradecido, por su parte, la complicidad, el favor, por videoconferencia. «Muchas gracias a todos mis compañeros y gracias a mi equipo, que era genuinamente europeo», afirmó Polanski en una de sus apariciones vía Skype. ¡Quede claro, aquí y ahora, entre nosotros, nada que ver con (ni que deber a) América! Sí estuvo presente en el acto, el director de la Academia Europea, Wim Wenders, a quién ya hemos retratado aquí en Cinema Genovés. También muy contento y complacido, tan lejos, tan cerca, de Estados Unidos. ¡Dios mío, qué tropa!

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