Título original: A Most Violent Year
Año: 2014
Duración: 124 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: J.C. Chandor
Guion: J.C. Chandor
Música: Alex Ebert
Fotografía: Bradford Young
Reparto: Oscar Isaac, Jessica Chastain, Albert Brooks, David
Oyelowo, Christopher Abbott, Peter Gerety, Elyes Gabel, Catalina Sandino
Moreno, Alessandro Nivola
Producción: A24 Films / Before The Door Pictures /
Washington Square Films / FilmNation Entertainment / Old Bull Pictures
Suele decirse —con buenas razones, a mi parecer—
que la revisión de una película es la mejor prueba crítica por la que pueda
pasar: la prueba del paso del tiempo.
Y es el caso que recientemente he vuelto a ver El año más violento (A Most Violent Year, 2014), film escrito
y dirigido por J. C. Chandor, y me
complace afirmar que el pase ha sido
muy exitoso; tanto, que le he subido la calificación hasta… sobresaliente.
Tengo para mí que Chandor es un valor cinematográfico a
reconocer y a no perderle de vista en su muy breve filmografía (hay anunciado el estreno para 2018 de un nuevo
título con su firma). En el año 2011, hizo su debut en la realización fílmica
con Margin
Call, un trabajo que le reportó fama y aplausos, aunque lo considero,
en conjunto, desafortunado, por no decir simplista
y hasta oportunista. Favorecido por
un reparto de nombres célebres y un asunto candente (el origen, en 2008, de la
Crisis económica mundial), el producto se me antoja pretencioso, más lo ya
dicho, y poco más. No conozco Cuando todo está perdido (All Is Lost, 2013), ni tampoco me
interesa mucho a priori, para ser
sincero.
Con todo, en El año
más violento, Chandor demuestra gran talento y capacidad para acometer
felizmente empresas de fuste y no poco arriesgadas. Porque como arriesgado y valiente debe juzgarse, en verdad, un film en el que
el protagonista—digo
más, el héroe—
es nada menos que un empresario
emprendedor (dos términos que ordinariamente van solapados o
identificados cuando su significado es distinto). Con formato de thriller, combinando con destreza el
drama, el cine de acción y el género gangster,
el film narra la hazaña consistente en
levantar un negocio, tener éxito, progresar en la labor, aspirar a hacerlo más
grande y provechoso, y todo lo que ello cuesta…
Estados Unidos de América es, ciertamente, la tierra de las oportunidades,
pero, no nos engañemos. Aun marcado el país por el Destino manifiesto (Manifest Destiny) y una cultura que
remite a los principios y valores de la libertad y el enriquecimiento personal,
no es ajeno a las miserias humanas y las viejas vigencias sociales, como son la envidia y el resentimiento, la violencia
y la presión de los débiles que, por medio de ellas, se creen fuertes.
Tampoco desconoce los efectos de la larga mano de la política que intenta pararle
los pies al propio devenir de la economía.
Año 1981. Abel Morales (Oscar
Isaac) y su mujer Anna (Jessica
Chastain) han logrado afianzar una empresa
de distribución y venta de gasóleo en la zona de Nueva York, hasta el punto
de proponerse ampliar su radio de acción adquiriendo unos terrenos en la orilla
oeste del río Hudson, con excelentes vistas de Manhattan, y así poder aumentar
la capacidad de almacenaje del crudo adquirido, procedente de los pozos tejanos.
Abel y Anna personifican el afán de trabajo, esfuerzo y superación, procurando
que sus orígenes no arruinen su
sueño; esto es, que el “destino
determinista” (la raza, las raíces familiares, los instintos) no arruine el
“destino manifiesto” (la voluntad, la libertad, la riqueza).
Abel, de
origen mexicano, está plenamente integrado en la sociedad estadounidense. No
busca encerrarse en un clan, en una “minoría”. Incluso
pide a sus empleados hispanos que, en el trabajo y/o para dirigirse a él,
hablen sólo en inglés. Es ambicioso e individualista, empeñado en no dejarse
tentar por los usos de la fuerza y la coacción para seguir adelante, en tener
sus papeles en regla, en actuar honestamente. Anna, por su parte, proviene de una famiglia
de mafiosos, pero no pertenece a ella,
y, bien es verdad, aquélla tampoco la importuna; la composición de una
familia propia al margen de la nativa es muestra de su decisión de alejarse del ámbito y a los modos mafiosos, aunque las costumbres adquiridas en la nativa a veces vuelvan a aflorar en su
conducta.
El conflicto entre las particulares personalidades de la pareja se
pondrá de manifiesto cuando la violencia llame a su puerta con estruendo, no,
precisamente, por parte de los “sospechosos habituales” y sus representantes oficiales, sino todo lo contrario.
Aunque ello no logre truncar dicha unión conyugal.
La normalidad y la buena posición de la familia Morales los hace sospechosos y/o peligrosos para algunos.
La normalidad y la buena posición de la familia Morales los hace sospechosos y/o peligrosos para algunos.
Por un lado, funcionarios del
Gobierno (presumiblemente, del departamento de Hacienda) lleva varios años
pisándoles los talones, investigando los balances contables de la empresa, incluso
irrumpiendo sin miramientos en su domicilio (escena de la fiesta de cumpleaños
de una de sus hijas) para practicar un registro. Ningún indicio acusa a los Morales, mas no por tal motivo cesa el acoso oficial. Los bancos les dejan en la estacada cuando
más precisan de su ayuda, lo cual les lleva a buscar crédito económico por
otros medios. Beligerantes y poco amistosos son, asimismo, una parte significativa de los competidores de Abel; alguno de los
cuales, cuando es interpelado por el maltratado, aun negando su participación
en los hechos (casi todos mienten), reconoce que, en el arte de los negocios, él
es más hábil e industrioso que los demás, mejor que los otros. Acaso demasiado…
Los camiones de
Morales que transportan el gasóleo son violentamente asaltados por piquetes,
sus conductores golpeados y los vehículos robados con su valiosa carga.
Simultáneamente, la vivienda de la familia es acosada de día y de noche con muy
malas intenciones. Abel y Anna, así como
el abogado que les asiste, están de acuerdo en que hay que defenderse de
semejante agresión. La diferencia está en la manera de hacerlo: sin recurrir a
la violencia o sirviéndose de ella. Por lo demás, el sindicato de conductores, estricto vigilante de la “seguridad en el
trabajo” de sus afiliados, presiona a la empresa para que suministre a éstos armas
de fuego al realizar sus rutas. En suma, Abel
se siente presionado desde distintos frentes, aunque él resiste: protegerá a
familia y empresa, pero a su manera.
El fuerte
no es quien se vale de la fuerza coactiva para conseguir sus fines, sino quien
es capaz de resistir y resistirse a ella. Finalmente, pierden los débiles y los
cobardes. Abel no los odia. Simplemente, pide que le dejen en paz: basta de
presiones y agresiones, basta de violencia. Tampoco desconoce la compasión,
aunque cuando no puede taponar la arteria por la que brota la sangre del
abatido, cierra la vía de escape del líquido negro que las balas han abierto en
los contenedores. La vida debe continuar.
Malas noticias para los apologistas de la moral del fracaso y del ojo
por ojo. En El año más violento fuerte es el que triunfa, a pesar de todo y de algunos. Ése el héroe, el bueno de la película.
No hay comentarios:
Publicar un comentario