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viernes, 24 de marzo de 2017

THE MAN WITH A CLOAK (1951)



HALLAZGOS (2)

Título original: The Man with a Cloak
Año: 1951
Duración: 84 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Fletcher Markle
Guión: Frank Fenton, a partir de la novela corta The Gentleman from Paris de John Dickson Carr
Música: David Raksin
Fotografía: George J. Folsey
Reparto: Joseph Cotten, Barbara Stanwyck, Louis Calhern, Leslie Caron, Joe De Santis, Jim Backus, Margaret Wycherly, Richard Hale
Producción: MGM



Será asunto del azar. Acaso de la curiosidad. O de la necesidad. Porque quien sabe lo que quiere (y viceversa) no busca, sino encuentra (Pablo R. Picasso). ¿Quién sabe? El caso es que con alguna frecuencia, de pronto, se ve uno ante una película cuya existencia desconocía por completo, y tras un excitante visionado queda tan gratamente sorprendido como admirado. Del azaroso vistazo dado a la ficha del film The Man with a Cloak (1951) me atrajo, en primer lugar, la cabecera del prometedor reparto: Joseph Cotten, Barbara Stanwyck, Louis Calhern, Leslie Caron. A continuación reparé, en la producción y en el autor que inspira la trama de película, a saber: un producto Metro-Goldwyn-Mayer, presumiblemente sólido, basado en un relato del escritor especializado en el género detectivesco y de intriga, John Dickson Carr. Aquello prometía.


El director Markle con Stanwyck y De Santis en el rodaje del film

Pero, seguía el misterio. Si no estoy equivocado, se trata de un título no estrenado en España, ni siquiera emitido en televisión. El nombre del director canadiense, Fletcher Markle, también ignoto para mí, apenas es referido en la hemeroteca del cine o las tertulias de cinéfilos. Asombra, no obstante, que este realizador, veterano y habitual en series de televisión, se haya prodigado tan poco en la gran pantalla; de hecho, sólo cuenta con cuatro largometrajes en su haber. 

Porque el trabajo que lleva a cabo en The Man with a Cloak es muy meritorio, tanto en la misma pericia que demuestra en desplegar una trama rebosante de intriga y enigmas cuanto en la planificación fílmica de las secuencias, en las que crea una atmósfera gótica muy inquietante, y por momentos angustiosa para el espectador, todo lo cual encaja muy bien con la clave última del argumento, como podrá advertirse del todo al final de la proyección… Asimismo, la fotografía que firma el habitual de la casa, George J. Folsey, ilumina el ambiente misterioso de la cinta, tanto en las escenas de interiores como de exteriores (todas ellas rodadas en estudio), con gran oficio e inspiración.


Sorpresa tras sorpresa, la película ha constituido para mí un verdadero descubrimiento, un hallazgo, que tiene su momento álgido en la revelación (aunque uno ya iba alimentando la sospecha durante el desarrollo del film) del plano final, el cual, lógicamente, no revelaré aquí y ahora. No spolier


¿Quién es (quién será) ese sombrío hombre de la capa, al que hace referencia el título del film, y que, asimismo, envuelve en un manto de misterio su acción y su condición? No es un gentleman venido de París, según reza el título de la novela en que está basado el guión de la película. Porque es el caso que en la versión cinematográfica quien arriba a Nueva York desde la capital francesa en 1848 es una joven francesa, Madeline Minot (Leslie Caron), con una misión que cumplir. Y lo que llega de Europa aquel año de insurrección no trae traza de cortesía sino aires levantiscos.

La muchacha busca a Charles Thevenet (Louis Calhern), abuelo de su prometido, un anciano muy rico, viejo expatriado fiel al imperial nombre de Napoleón, cuyo busto preside su despacho, sobre el que se posa con osadía bonapartista un cuervo, la mascota del señor de la casa. Los otros habitantes de la mansión no son menos rapaces que el córvido: Lorna Bounty (Barbara Stanwyck), antigua amante de Thevenet, quien se subleva cuando es tomada por ama de llaves; el mayordomo Martin (Joe De Santis) y la vieja cocinera Mrs. Flynn (Margaret Wycherly). Esta corte fachendosa trama provocar, sin dejar rastro ni sospechas, la muerte del patrón y ponerse en su lugar. También madeimoselle Minot ansía llevarse a Francia los ahorros del abuelo, pero ella lo hace por una Causa, republicana e insurgente. Y, por si esto fuera poco, es una linda joven, una de las conocidas debilidades del Thevenet, además de la bebida, ante las cuales le cuesta resistirse.




No menos amigo de la botella, aunque pobre, es Dupin (Joseph Cotten), sombrío poeta que capea el temporal existencial con estrecheces, entre la taberna del irlandés, a la que acude desde primera hora de la mañana hasta que cierra el establecimiento, y la habitación que tiene alquilada (aunque no pagada) en la proximidades de su etílico cuartel general. No por galantería, como Thevenet, sino por vocación detectivesca, también Dupin está interesado por la tierna Madeline, o mejor por su caso (que no Causa), el cual ayuda a resolver, finalmente.


Hecho lo cual, liado en su capa, el oscuro Dupin que ha aclarado el misterio, desaparece de la escena. El tabernero informa de dicha circunstancia a la muchacha, cuando ésta busca a su romántico bienhechor allí donde suele hallarlo. Ha desaparecido, esto es todo, dejando deudas. Pero, ¿quién es?, pregunta la joven saliendo el local. Quién sabe. He aquí, añade el barman, firmado el pagaré pendiente de cobro. Por cierto, nunca he sabido su verdadero nombre, porque usaba varios, además de Dupin. Compruébelo, usted

En efecto, diversas cifras y nombres se muestran en el último plano del film, en un papel cuyos caracteres va borrando la lluvia. Mas, hete aquí una de las últimas firmas en desleírse nos resulta muy conocida…


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