Título original: Die Frau, nach der man
sich sehnt
Año: 1929
Duración: 76 minutos
Nacionalidad: Alemania
Director:
Curtis Bernhardt (como Kurt Bernhardt)
Guión: Ladislaus Vajda, a partir de una
narración de Max Brod
Música:
Pascal
Schumacher
Fotografía:
Curt Courant, Hans Scheib
Reparto:
Marlene Dietrich, Fritz Kortner, Frida Richard, Oskar Sima, Uno Henning, Karl
Etlinger, Bruno Ziener, Edith Edwards
Producción: Terra-Filmkunst
Conductor: Pascal Schumaker
Muy desigual e irregular, en verdad, la
carrera cinematográfica del director Curtis
Bernhardt (1899 -1981). Nacido en Alemania, la vicisitud biográfica del
cineasta es en el siglo XX bastante común. Tras iniciarse con brillantez en la
cinematografía del país natal, el ascenso del régimen nacionalsocialista en los
años treinta le fuerza al exilio. Deambula por Europa durante unos años y acaba
instalándose en EE UU hasta el final de sus días. Sin embargo, y diferencia de otros compatriotas suyos (de todos conocidos)
con similar vicisitud, Bernhardt logró mantenerse en activo en América, aunque
no forjar una obra sobresaliente.
Especializado en el melodrama, afronta los más variados temas: cine de época, comedia y aun musicales. En la
mayor parte de ellos sin obtener un resultado destacable. Y no sucedió tal
circunstancia por carecer de medios ni de posibilidades materiales. Por una parte, trabaja para los grandes
estudios: tras debutar en Warner Bros., pasa a la Columbia y de allí a Metro-Goldwyn-Mayer, donde realiza la que considero su película más interesante en la etapa del sonoro en EE UU: Beau Brummell (El árbitro de la elegancia, 1954), muy
correcto film protagonizado por Stewart
Granger, Elizabeth Taylor, Peter Ustinov y Robert Morley, al frente del reparto.
Por otra parte, Bernhardt tiene a sus órdenes a las más deslumbrantes
estrellas de la pantalla. Además de los artistas citados, y entre otros,
trabajaron en los films que dirigió: Ann
Sheridan, Ronald Reagan, Humphrey Bogart, Alexis Smith, Ida Lupino, Paul
Henreid, Olivia de Havilland, Bette Davis, Glenn Ford, Joan Crawford, Raymond
Massey, Van Heflin, Jane Wyman, Charles Laughton, Joan Blondell, Richard
Carlson, Agnes Moorehead, Natalie Wood, Lana Turner, Rita Hayworth… Con
todo y en suma, el producto resultante no convence plenamente: sus melodramas
son previsibles y bastante convencionales (atrapado en no pocos casos, y entr otros inconvenientes, en la moda del cine
psicológico); las comedias y los musicales, tienen poca chispa (lamento
tener que decirlo; no todo van a ser «críticas positivas»). A Bernhardt no le sentó bien el ambiente de
Hollywood, aun disfrutando el lugar de un clima muy favorable.
Sea como fuere, Curtis Bernhardt no es
un cineasta a desdeñar. Si bien para
encontrar lo mejor de la obra del cineasta germano es preciso remontarse a la
etapa europea, y, en particular, al periodo silente. Un ejemplo de ello es Flor
de pasión (Die Frau, nach der man
sich sehnt), producción alemana de 1929, la última película muda que
dirigió.
La trama resulta tan intrigante como
apasionante. El escritor húngaro Ladislaus
Vajda (hermano mayor de Ladislao
Vajda, cineasta éste que realizó buena parte de su carrera cinematográfica
en España, con estimables resultados) se encargó de la adaptación del guión a
partir de la novela de Max Brod, La mujer que uno anhela. La dirección es correcta y no pocas veces
notable, facilitando así el lucimiento de Marlene Dietrich en el papel protagonista. En 1928, fecha del
rodaje de Flor de pasión, faltaban
todavía dos años para el estreno de El
ángel azul (Der blaue Engel. Josef von Sternberg), película que
encumbró a la actriz y la elevó a categoría de mito del cine. Aun con un buen
número de títulos sobre sus tentadores hombros, es en Flor de pasión cuando Dietrich ofrece ya una genuina composición de
femme fatale, de mujer que hechiza,
de hembra fascinadora, por quien los hombres, fácilmente, pueden llegar a matar
y/o a morir.
En este thriller, pasional más que romántico, ambientado en el sur de
Francia, Stascha (Marlene Dietrich)
hipnotiza desde su primera aparición a Charles Leblanc (Oskar Sima), joven recién casado que viaja en tren en viaje de
bodas. Vecina de compartimento en el wagon-lit,
Stascha diríase ser cautiva de su maduro amante (y cómplice), el Dr.
Karoff (Fritz Kortner). Justamente, las secuencias en el tren
(primera parte de la historia), lo más valioso del film, resultan tan
sugerentes como sugestivas, plenas de suspense y misterio, alumbradas por los electrizantes
cruces de miradas que se dirigen los protagonistas, entre otros arrebatos y
juegos de seducción.
La
cautiva cautivadora trastorna abruptamente a Leblanc, quien no duda en abandonar a su esposa (Frida Richard) en el tren, la cual, aun
habiendo realizado la ceremonia nupcial se queda bastante descompuesta y,
ciertamente, sin novio bajo una luna sin miel. Stascha es una mujer con pasado y mucho que ocultar. Sin dar muchas
explicaciones, le pide al joven ayuda para desprenderse del siniestro Dr. Karoff.
Esto basta para que el atribulado muchacho lo deje todo y siga a la sibilina mujer
hasta un albergue en Suiza, donde le aguarda la fatalidad, como era de esperar.
No revelaré el final al objeto de que el
lector/espectador disfrute hasta el último momento de este fascinante film, con
una Marlene Dietrich que más allá que apuntar maneras, directamente al corazón humano (lo
cual se da por supuesto), confirma una ascensión al olimpo del cine y el
espectáculo. Que no hacía más que empezar.
Yo confieso: ni Mi Reputación, ni Amor que mata, ni Una vida robada, que son las tres películas que me vienen a la cabeza ahora mismo, están entre mis favoritas a pesar de la Stanwyck, la Crawford y la Davis. Habrá que remontarse, entonces, a ver si tenemos más surte.
ResponderEliminarSalucines
Pues, mira, aquí un amigo que te propone una selección del Curtis Bernhardt en cuestión. He revisado (parte de) su filmografía recientemente y la decepción ha sido grande.
EliminarLo dicho en la entrada, contando con lo mejor de Hollywood, no estuvo a la altura. Con las excepciones que cito: 'Beau Brummell' y esta 'Flor de pasión', que, en verdad, es muy interesante.
Salucines