Título versión española: Cerco de fuego
Año: 1950
Duración: 83 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director:
William Keighley
Guión:
Winston Miller y Alan Le May
Música: Max Steiner
Fotografía: Ted D. McCord
Reparto:
Errol Flynn, Patrice Wymore, Scott Forbes, Guinn 'Big Boy' Williams, Dickie
Jones, Howard Petrie, Slim Pickens, Chubby Johnson, Robert 'Buzz' Henry
Producción: Warner Bros. Pictures
Último western interpretado por el actor Errol Flynn, Rocky Mountain (1950) es un film más
que notable, en el que las constantes del género están diestra y
respetuosamente combinadas con interesantes elementos innovadores, lo que
muestra una vez más las fenomenales
posibilidades que siempre ha tenido el cine del Oeste, el cine con mayúsculas.
Que ha tenido, he dicho, y que sigue teniendo, añado. No por casualidad se
trata del único género clásico que, a mi
juicio, ha sabido y podido ponerse al día, recuperarse y renovarse, sin
traicionar el modelo, en el «cine contemporáneo».
El director William Keighley realiza aquí uno de los trabajos más depurados y
meritorios de su carrera. Director de la
casa Warner Bros., cabría calificarlo —sin el menor ánimo irrespetuoso,
pues así funcionaba el sistema de estudios—de cineasta de segunda escala, es decir, que o bien servía de apoyo a
los number one de la factoría (codirige con Michael Curtiz, Robin de los bosques, 1938; en
realidad, fue sustituido por el cineasta de origen húngaro), o bien le
encomendaban proyectos de segunda división,
lo que no quiere decir películas de serie B, pues siempre gozó de amplios
presupuestos para rodar y su filmografía registra lo más granado del plantel de
actores y actrices del estudio del escudo: Bette
Davis, Errol Flynn, James Cagney, Ann Sheridan, Pat O'Brien, Edward G. Robinson…
Justamente, con este último actor rodó otro de los títulos más relevantes de
su carrera, Balas o votos (1936), además del título proyectado esta semana
en Cinema Genovés.
Comencemos por el principio y reparemos
en la primera secuencia de Rocky Mountain, que cumple funciones de prólogo. Un automóvil se detiene en una
carretera que surca el desierto ante una placa que reza: «Rocky Mountain,
conocida también como Montaña Fantasma. Dos millas.» A continuación, la cámara
guía la mirada del espectador hasta la cima del altozano al tiempo que una voz en off se funde con la imagen del
presente para llevarlo al pasado, objeto de la trama de la cinta, momento en
que comienza, realmente, el film. Según sugiere dicho preliminar, la película se detiene en una hazaña (sea real o legendaria, pues, como es
sabido, en el Oeste ambos planos confluyen) y en un lugar de los que la mayor
parte de la gente pasa de largo. Circunstancia, oh ironía, que acaso también
ocurra con la propia cinta.
La voz en off, que seguimos escuchando a lo largo del todo el metraje, es
la del protagonista y narrador de la historia, el capitán Lafe Barstow (Errol Flynn), quien rememora los
acontecimientos desde el más allá, al no haber sobrevivido a los mismos. Esta
licencia narrativa acentúa el sentido del superior heroísmo y el valor poético
de los hechos que se nos cuentan.
«El 26 de Marzo de 1865, un destacamento
de la caballería confederada entró secretamente en California, bajo las órdenes
del General R. E. Lee, con el fin de encontrar a un hombre llamado Cole Smith. Para
nosotros, este lugar se llamaba, simplemente, la Roca. 3.000 km. a nuestras
espaldas, Lee luchaba por la supervivencia de la Confederación del Sur. Nosotros
éramos hombres de Lee. Él era quien nos había enviado aquí. A los ocho. Para
intentar, por última vez, cambiar el signo de la guerra. Nuestra misión era
imposible, pero debíamos seguir adelante. Sabíamos que estábamos viviendo los
últimos días de nuestra causa. Se trataba, al menos, de poder cambiar la suerte
de la guerra. Allí arriba, encima de nosotros, estaba el hombre que buscábamos,
Cole Smith.»
Los
exteriores fueron rodados en Gallup, Estado de Nuevo Mexico, y afirmo sin reservas que pueden competir en
grandeza y majestuosidad con el Monument
Valley que inmortalizó John Ford. Con este magnífico paisaje de fondo,
avanza la patrulla al encuentro del tipo que les llevará al tal Smith, quien
les ha garantizado poner al servicio de la causa sudista un amplio contingente
de soldados; en realidad, ya lo vamos advirtiendo, una horda de forajidos. Este
extremo no se le escapa al capitán Lafe Barstow, caballero del Sur y noble
militar, nada más establecerse el primer contacto sobre la Roca.
De pronto, observan una gran polvareda sobre la meseta. Una diligencia es asaltada por dos columnas de indios. Primer capítulo de este film sobre dilemas entre la voluntad y el deber que marcan el devenir de la trama. El capitán tiene una misión que cumplir. Sin embargo, no puede observar impasible la masacre que se presume inminente. No vacila mucho tiempo. Da orden de partir al galope a fin de proteger la diligencia amenazada, que huye a toda velocidad. Durante la cabalgada de la patrulla, la voz en off presenta a sus miembros, los personajes de la aventura, relevante información, por lo demás, que ayudará a apreciar y resaltar la soledad del mando.
De pronto, observan una gran polvareda sobre la meseta. Una diligencia es asaltada por dos columnas de indios. Primer capítulo de este film sobre dilemas entre la voluntad y el deber que marcan el devenir de la trama. El capitán tiene una misión que cumplir. Sin embargo, no puede observar impasible la masacre que se presume inminente. No vacila mucho tiempo. Da orden de partir al galope a fin de proteger la diligencia amenazada, que huye a toda velocidad. Durante la cabalgada de la patrulla, la voz en off presenta a sus miembros, los personajes de la aventura, relevante información, por lo demás, que ayudará a apreciar y resaltar la soledad del mando.
«A menudo, en aquellos días en la Roca
era fácil olvidar por qué había elegido para la misión a seis muchachos ligeros
de cascos y a un viejo. Kip Waterson (Robert
Henry), joven heredero de una plantación. Pierre Duchesne (Peter Coe), de la Louisiana francesa.
Pap Dennison (Guinn "Big Boy”
Williams), un hombre ya mayor, pero combatiente valeroso que nunca se
rindió. Kay Rawlins (Sheb Wooley), proveniente
de los barcos de vapor del Mississippi, es un hombre frío y duro como los
indios en su territorio. Jimmy Wheat (Dickie Jones),
el pequeño, que pelea como un gato pero le tiene miedo al agua, y lleva consigo
a su perro durante 3.000 Km. Jonas Weatherby ( Jonas Williams), tejano, habitante de la llanura (plainsman) de 18 años. Plank (Slim Pickens), otro llanero, expresidiario a los 22 años. Durante
un instante, estuvimos rodeados de indios. Pronto, todo habría acabado y
tendríamos todo el desierto para nosotros. Debíamos regresar a la Roca, y
rápido.»
He aquí la tropa al mando del oficial, tipos fuertes y fieles, pero inexpertos e impulsivos. Tras alcanzar la diligencia y
provocar la retirada de los indios, encuentran a dos personas con vida: el
veterano auriga Gil Craigie (Chubby
Johnson) y una joven, Johanna Carter (Patrice
Wymore), quien ha partido del Este del país para contraer matrimonio con el
teniente Rickey (Scott Forbes),
enrolado en las tropas de la Unión.
Ni
el conductor ni la muchacha se consideran parte en el conflicto bélico. Esto hace que el viejo duerma a pierna suelta, según
afirma con sorna uno de los sudistas durante una de las guardias nocturnas. Por
su parte, la prometida del teniente yanqui, poniendo sus sentimientos por
delante de banderías, vacila entre el afecto a su prometido de casaca azul
(quien pronto sale en busca de novia a la vista del retraso de su llegada al
fuerte) y la repentina atracción por el oficial de uniforme gris (quien lucha
de nuevo entre el querer y el deber). Una mujer enamorada de dos hombres, a fin
y al cabo.
Errol
Flynn, ese grandísimo actor tantas veces minusvalorado, logra expresar de
manera conmovedora la tristeza, la melancolía y la pesadumbre que pesan sobre
el personaje que interpreta, quien a
miles de kilómetros de su casa, recuerda a su esposa fallecida, comanda un
destacamento de leales brutos e ineptos, da por perdida la causa por la que ha
luchado durante los años, tiene encomendada un servicio oficial insensato, como
es reclutar a una banda de rufianes, él un
hombre de honor en su soledad, quien mira a la señorita Carter como a una
mujer, pero, a la vez, como el futuro, la compañía y el cariño humanos que
vislumbra como un imposible.
El héroe debe enfrentarse con su
destino. Los indios preparan un ataque contra la Roca, donde transcurre
prácticamente toda la película. Esto no obsta para conseguir crear una
atmósfera de claustrofobia y encierro en un espacio de grandes horizontes bajo
las estrellas. La música de Max Steiner
y la fotografía de Ted D. McCord (en
particular, la gran pericia que demuestra al filmar las escenas nocturnas en
«noche americana») favorecen grandemente la labor. El capitán Lafe Barstow urde
un maniobra de distracción para que
el conductor de la diligencia y la joven escapen en dirección al fuerte del ejército del Norte,
mientras la patrulla sudista inicia la escapada en dirección contraria. En
efecto, los indios les persiguen durante un buen trecho, hasta llegar a una
pared de rocas que les cortan el paso.
«Es el final del camino. Han visto
nuestras espaldas, mostrémosles ahora nuestros rostros. Disparen por salvas.
¿Preparados? ¡Fuego! ¡A la carga!»
La extraordinaria cabalgada y
persecución, así como la feroz lucha entre ambos bandos, evoca en sus últimos
instantes el desenlace del film dirigido por Raoul Walsh, Murieron con las
botas puestas (1941), «producción A» de la Warner. Pero en Rocky Mountain,
Errol Flynn no interpreta al general Custer, sino al capitán Lafe Barstow,
triste, noble y valiente soldado que muere, heroicamente, en un «trono de
sangre».
Película más que recomendable, escrita
por Alan Le May (autor, entre otras
novelas, de The Searchers (Centauros del desierto, 1956), dirigida
por William Keighley en estado de gracia e interpretado por un colosal Errol
Flynn al frente de un espléndido reparto. Un film de visionado imprescindible
para todo aficionado al cine; obligado si se trata además de un amante del western.
Inolvidable película. Gracias por la nota.
ResponderEliminarGracias, Iván, por el amable comentario. Y bienvenido a Cinema Genovés...
EliminarSalucines