En memoria de Lou Reed
Año: 1958
Duración: 121 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director:
Art Napoleon
Guión: Art Napoleon y Jo Napoleon a
partir de la “autobiografía” de Diana
Barrymore, coescrita con Gerold Frank
Música: Ernest Gold
Fotografía: Carl E. Guthrie y
Nicholas Musuraca
Reparto:
Dorothy Malone, Errol Flynn, Efrem Zimbalist Jr., Ray Danton, Neva Patterson,
Murray Hamilton, Robert Ellenstein, Vampira
La familia Barrymore es una institución
en la historia del cine (y del teatro). John, Lionel y
Ethel forman un poderoso y brillante triunvirato de la interpretación que desde
los comienzos del Séptimo Arte hasta mediados los años cuarenta reinó en Hollywood. Todavía hoy sigue manteniendo su fuerza y fulgor, porque en el cielo del cine
clásico se adquiere de inmediato la inmortalidad. Pocos aficionados al cine, en especial los de más edad, desconocen estos nombres. Los más jóvenes,
por el contrario, probablemente hagan el
recorrido genealógico de esta célebre estirpe cinematográfica de abajo a
arriba, de hoy a ayer, tomando como base y
perspectiva las más recientes generaciones. Pongamos que hablo de Drew Barrymore, la niña de E.T., el extraterrestre (1982, Steven
Spielberg), quien posteriormente ha realizado una muy poco destacable carrera,
siendo reclamada más por la fama de su apellido, sin olvidar los escándalos
agenciados, que por propios méritos obtenidos en el ejercicio de la profesión.
Aunque mucho menos conocido, hay otro
nombre propio, otro caso, a referir en esta notable familia.
Antes de Drew existió otra generación Barrymore, intermedia respecto a los
primeros y principales ascendientes, que también tienen una página en esta
historia. Me refiero a la hija de John
Barrymore y tía de Drew, Diana
Barrymore. Una sucesora más, por no decir víctima, de un linaje cinematográfico que si algo no le faltó fue perfil dramático y signo teatral,
tanto dentro como fuera de escena, de las tablas, de los platós.
Diana Barrymore
Diana desarrolló una breve e
irrelevante carrera como actriz, en Broadway y en Hollywood, y antes de
suicidarse a los treinta y ocho años,
dictó sus memorias al escritor Gerold Frank. A partir de este material autobiográfico,
la productora Warner Bros. rodó el film Demasiado pronto para vivir (Too Much, Too Soon: The Daring Story of
Diana Barrymore), estrenado en 1958, dos años antes de morir Diana. En la
dirección, Art Napoleon, un
productor y realizador de escaso recorrido, a pesar de que por nombre y apellido
diríase predestinado para grandes hazañas.
Ajustado al
género «cine dentro del cine», el film tiene su primordial interés —especialmente la primera parte del mismo— en el reparto, encabezado por Dorothy Malone, en el papel de Diana, y Errol Flynn, en el de su padre John Barrymore.
Dorothy Malone
Reconozco sentir
debilidad por Dorothy Malone. Sin ser una belleza escultural, la tengo por una
de las actrices más sensuales, atrayentes y cautivadoras de la historia del
cine. Pocas miradas tan subyugantes y
perturbadoras han pasado por la pantalla como la suya. Y esos pómulos, esos labios... Sin ocupar, por lo demás, un puesto estelar entre las grandes
actrices de Hollywood, no recuerdo ninguna película en la que interviniese con
desgraciado resultado. Muy correcta, en fin, para interpretar papeles «secundarios», la responsabilidad que conlleva un protagonismo principal en un film
puede resultarle difícil de superar con pleno éxito. Esto es lo que
ocurre con Demasiado pronto para vivir.
En el primer tramo de la cinta, comparte protagonismo con Errol
Flynn, cuando tienen lugar el encuentro y la conflictiva convivencia entre Diana y
John. Están muy logradas las secuencias en el viejo caserón, hispano con toques
góticos, en que reside el célebre actor. Los padres de Diana se separaron, poco
amistosamente, cuando ella tenía cuatro años. El alcoholismo enfermizo de John Barrymore comenzaba a hacer estragos
más allá de su propio organismo. Diana crece sin contacto con el padre,
recibiendo de su madre una visión hostil de éste.
No obstante, continuo referente paterno y superestrella de la pantalla, el gran John tiene fascinada a la muchacha; lee compulsivamente las crónicas en periódicos y revistas sobre la vida profesional y privada del padre. Próxima la mayoría de edad, la llamada/recuerdo del padre, aunque éste ni siquiera le manda un telegrama por Navidad, domina el corazón de la joven, quien siente, al mismo tiempo, una heredada y casi impuesta pasión/pulsión por la interpretación; en el fondo una tendencia a mimetizar la actividad profesional del progenitor, más tarde trasladada también a la mórbida inclinación a la bebida.
No obstante, continuo referente paterno y superestrella de la pantalla, el gran John tiene fascinada a la muchacha; lee compulsivamente las crónicas en periódicos y revistas sobre la vida profesional y privada del padre. Próxima la mayoría de edad, la llamada/recuerdo del padre, aunque éste ni siquiera le manda un telegrama por Navidad, domina el corazón de la joven, quien siente, al mismo tiempo, una heredada y casi impuesta pasión/pulsión por la interpretación; en el fondo una tendencia a mimetizar la actividad profesional del progenitor, más tarde trasladada también a la mórbida inclinación a la bebida.
Tras la muerte anunciada de John
Barrymore por una cirrosis galopante, Diana inicia un patético viaje al
interior de la noche oscura del alma, sazonado con matrimonios fracasados,
bacanales, drogas y alcohol. Esta es la segunda parte del film, donde Dorothy
Malone/Diane Barrymore hace todo lo posible para mantenerse en pie.
Errol Flynn hace de John Barrymore y hace de sí mismo; vidas paralelas. La grandeza de este actor memorable
consigue que estemos viendo y escuchando (versión original, amigos…) a ambos
hombres/actores a la vez. Cuando
rueda el film tiene cuarenta y nueve años, aunque aparente setenta. Muere un
año después. Demasiado pronto para morir. Un ataque al corazón fulmina un
cuerpo consumido por las drogas, el alcohol y una vida vivida demasiado rápido.
Película, en suma, si no notable, sí de interés, especialmente para los más mitómanos de entre los aficionados al cine. Si es que alguno no lo es...
Película, en suma, si no notable, sí de interés, especialmente para los más mitómanos de entre los aficionados al cine. Si es que alguno no lo es...
John Barrymore y Errol Flynn en una escena del film
¡Vaya familia! Su talento era directamente proporcional a sus "aficiones autodestructivas" y además hereditario..
ResponderEliminarPor cierto ¡ qué gran perfil el de John Barrrymore !
No conocia la existencia de ésta pelicula, bueno en realidad ahora sí, pero no la he visto. Creo que Errol estará perfecto en ese papel (por similitudes).Tambien creo que Dorothy Malone, femme fatale.. era muy atractiva.
¡Gracias por recomendarla! si la consigo la veré.
Salucines de lunes
En efecto, abril, el perfil de John Barrymore era (y es) memorable. Por eso he puesto las dos fotos en paralelo. De hecho, puede comprobarse el apósito nasal que llevaba Flynn en el rodaje de la peli.
ResponderEliminarBúscala, porque no es imposible de conseguir...
Salucines
No me sorprende, Fernando, tu fascinación por Dorothy Malone: tiene todos los elementos para despertarla, y, además, en grado sumo. En cuanto a Diana Barrymore, y a la vista de la foto con que ilustras tu reseña, ¿son alucinaciones mías o se parece un montón a Rita Hayworth...?
ResponderEliminarUn abrazo y hasta pronto.
¿Ves, Manuel, un parecido físico entre Diana y Rita? Hmmm... Será porque he elegido la foto en la que sale más guapa...
ResponderEliminarSalucines