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lunes, 3 de diciembre de 2012

BORN RECKLESS (1930)



Título versión española: El intrépido
Año: 1930
Duración: 82 minutos
Nacionalidad: EE UU
Director: John Ford, Andrew Bennison
Guión: Dudley Nichols, a partir de la novela Louis Beretti de Donald Henderson Clarke.
Música: Peter Brunelli, George Lipschultz, Albert Hay Malotte, Jean Talbot
Fotografía: George Schneiderman
Reparto: Edmund Lowe, Catherine Dale Owen, Frank Albertson, Marguerite Churchill, William Harrigan, Lee Tracy, Randolph Scott (no acreditado)
Producción: Fox Film Corporation


Born Reckless (1930) no es un título de la filmografía de John Ford muy citado. Ni reconocido. Y hay razones para ello. En primer lugar, porque se trata de una obra de Ford «a medias», es decir, realizada al alimón con el desconocido Andrew Bennison. Y, en segundo lugar, porque la película, más que menor, es una curiosidad, una cinta que se ve sin más; o por mejor decirlo, para ver y no creer que esté firmada (en parte) por John Ford... No quiero decir con esto que todos los films del director de La diligencia tengan que ser obras maestras. Esperar tal cosa de un cineasta que dirigió cerca de ciento cincuenta películas a lo largo de medio siglo de carrera profesional sería propio de un fanático; o de un friki, como se dice hoy, creo.

Lo extraño —amén de curioso— de este título es que se me antoja un remedo o una burda imitación del cine del gran maestro. Sin duda, muchos son los componentes del film que comparten el aire de familia fordiano: la presencia de actores de la factoría (Ward Bond, Warren Hymer, entre otros habituales), el aire de varonil camaradería en la guerra y en la paz, la centralidad de la familia en la vida de los personajes, la función principal de la música en la concepción de las secuencias, la combinación de situaciones de comedia y de drama, etcétera. Aun así, hay en este film escenas tan mal rodadas, planos tan penosamente construidos, que ni un Ford borracho habría concebido (y cuentan las malas lenguas que el director rodó no pocas veces bajo el etéreo estado etílico).


A mi juicio, el problema primordial de Born Reckless es que recorre tal número de géneros que uno no sabe a qué atenerse. En realidad, la trama se enmarca dentro del modelo gángster, pero el desarrollo del film parece huir constantemente de las constantes del género, acaso porque no sabe desenvolverse en él. Y he aquí el verdadero interés de visionar este film: comprobar cómo en el único título (si no ando errado) en que Ford acomete explícitamente el género gángster, sale peor parado que quien le cae mal a un mafioso

Primera conclusión: Ford no supera con éxito la prueba de este género tan emblemático en el cine de Hollywood (en el que sí brillaron Howard Hawks, Mervyn LeRoy, Josef von Stenberg, William Wellman, W. S. Van Dyke, Raoul Walsh, entre otros). Segunda: entendemos ahora por qué no volvió a intentarlo.  

«Born Reckless, ese no es mi tipo de historia» dicen que dijo Ford preguntado por este hijo putativo… He aquí no sólo un consumado maestro, sino un hombre honesto.


Aun tratándose de una cinta cuyo guión fue escrito por el muy experto y competente Dudley Nichols, la trama tampoco da para mucho. Louis Beretti (Edmund Lowe) es un gángster del tres al cuarto, aficionado a las joyas (ajenas) casi tanto como a los espaguetis y a su familia propia, por algo es italoamericano. Bajo sospecha tras el último atraco consumado, el juez le hace una propuesta muy directa: o a la cárcel o al frente francés. El hampón da un paso al frente y, hala, a la guerra. 

O a lo que sea. Porque apenas vemos secuencias bélicas. La tropa se dedica todo el tiempo a cantar, a tocar la corneta, a jugar al beisbol, a montar bronca en la cantina y a seducir mademoiselles Apuesto mi bigote, a que ésta es, justamente, la sección del film rodada por Ford. Muy breve ella (la secuencia, digo), porque, de pronto, Beretti vuelve a casa: mamma mia!



A continuación, Beretti monta un garito en el downtown y rivaliza con otro matón, Big Shot (Warren Hymer), a cuenta de dinero y a cuento de mujeres. Al final, hay un duelo y tal. Ustedes verán y ustedes descubrirán lo que pasa.


Lo dicho: curiosa película firmada (a medias) por John Ford que demuestra que nadie es perfecto. Ni siquiera Ford. Ay va, lo que he dicho… Que es el director número uno, para mí no hay duda. Pero tampoco titubeo a la hora de afirmar que el territorio gángster le es adverso. Ni siquiera en el thriller destacó, fíjense ustedes que día tan iconoclasta llevo. 

En el año 1935 dirige Pasaporte a la fama (The Whole Town’s Talking), protagonizada por Edward G. Robinson y Jean Arthur al frente del reparto. Un título también próximo a ambas temáticas, o sea, hampa y suspense. Un trabajo que Frank Capra, por ejemplo, hubiese bordado, pero que Ford deja en una obra sin relieve.

Sea como fuere, Ford es Ford. ¡Y viva Ford!



¡Extra! ¡Extra!



En el caso de que alguien no conozca Born Reckless (1930) y tenga interés en buscar la película, adelante con ella. Mas no la confunda con otro film del mismo título, aunque éste sea de 1958. La cinta en cuestión va de rodeos, y añadiré sin ambages que no tengo el gusto de haberla visionado. Sólo he visto el cártel y alguna foto promocional de este producto dirigido por Howard W. Koch y con un reparto sugerente…, encabezado por Mamie Van Doren



No es de Ford, pero tal vez resulte interesante echar un vistazo a este film. O echarle el lazo... Aquí no hay mamma mia, pero sale la Mamie...


7 comentarios:

  1. Estimado Fernando, desconocía este Ford atípico al que has dedicado tu entrada semanal.
    Se hace raro ver al rey del western y de los espacios abiertos en entornos oscuros y urbanos... pero bueno parece que le tocó acabar una película que había empezado otro y es que había que comer y para eso era imprescindible cumplir el contrato ¿no?

    Supongo que la clásica impronta fordiana en la dibujo de los personajes se puede apreciar en esas escenas del beisbol y las broncas tabernarias, por lo demás el contraste entre estas y el resto del metraje debe ser bastante chocante.

    No era lo suyo efectivamente.

    salucines

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  2. Pues sí que resulta extraño que de la conjunción de talentos Ford-Nichols no salga una película relevante, Fernando; quizás cuestiones de la producción o el entrometimiento de un indeseado codirector añadido al poco interés por la tipología de la trama concluyan en el autoconvencimiento del maestro que debía dedicarse a otras cosas...

    Un abrazo.

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  3. Ejem , bueno si uno se confunde me temo que no ocurrirá nada. Pues tengo bastante Ford silente descargado y sin ver, tendría que controlar si esta está entre ellas, si no buscarla, que me a abierto vd. el apetito, y un Ford aunque sea a medias siempre es un Ford. Estupenda recuperación y recomendación.


    Saludos
    Roy

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  4. Bueno, todo el mundo tiene luces y sombras como demuestra el género negro. En fin, nadie es perfecto. Saludo.

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  5. Pues hasta los maestros tienen sus desaciertos, como cualquier genio ;)
    Es cierto, no conocía de esta película, quizás por lo que has dicho no ha de ser brillante y haya quedado relegado en la historia de su filmografía.

    Un abrazo Genovés :)

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  6. Pues no he visto ninguna de las dos... La verdad es que todavía tengo deberes de Ford pendientes y, viendo el resultado que nos comentas, la pondré a la cola de la lista.

    Es difícil dar siempre en el clavo, perdonaremos al señor Ford ;)

    Un saludo

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  7. Gracias, amiga y amigos, por vuestros comentarios. Me complace comprobar que compartís conmigo el propósito de esta entrada, que no es poner en evidencia la maestría de John Ford, sino advertir una carencia singular en su obra: el cine de gángsters, el policíaco y el thriller en general. Cierto es que esta circunstancia la encontramos en otros grandes directores con una amplísima producción (por ejemplo, Frank Borzage, pero en el caso de Ford quizá este hecho es más llamativo.

    Salucines

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