Título
original: Pygmalion
Duración:
95 minutos
Nacionalidad:
Reino Unido
Dirección:
Anthony Asquith & Leslie Howard
Guión: W.P.
Grunwald, Anatole Lipscomb a partir de la obra teatral homónima de George
Bernard Shaw
Música: William Axt, Arthur Honegger
Fotografía: Harry Stradling Sr.
Reparto: Leslie Howard, Wendy Hiller, Wilfrid Lawson,
Marie Lohr, Scott Sunderland, Jean Cadell
Producción:
Pascal Film Productions
Premios:
4 Nominaciones al Oscar 1938. Recibe el premio al Mejor Guión. Festival de
Venecia, Premio al Mejor actor (Leslie Howard)
No son
pocas las versiones cinematográficas realizadas a propósito de Pigmalión.
Hace meses reseñaba en Cinema Genovés
un libro que trata en parte el impacto que ha tenido en el cine esta antigua
fábula, haciendo especialmente énfasis en el el film Vértigo (1958), dirigido por Alfred Hitchcock. Allí se dice que el mito de Pigmalión es de una relevancia y una
categoría simbólica no inferiores, por ejemplo, a las de Narciso o Prometeo, con las que conforma buena parte del imaginario cultural de Occidente.
Según el relato concebido por Ovidio en las Metamorfosis, el escultor chipriota
Pigmalión plasmó en marfil a la mujer nacida de su imaginación artística, sin
olvidar sus fantasías humanas, demasiado humanas. Tras quedar prendado
perdidamente del ser idealizado resultante, pidió a los dioses que insuflasen vida
humana a aquel sublime pedazo de materia inerte y así hacerla mujer en carne y hueso a
quien hacer suya.
Películas
memorables que han recreado de varias formas este mito son, además de la ya citada Vértigo, El
cantar de los cantares (The Song
of Songs, 1933), dirigida por Rouben
Mamoulian, y, por encima de todo, como es de dominio público, My
Fair Lady (1964), realizada por George
Cukor.
Sin
embargo, acaso no todos ustedes sepan que existe un precedente muy directo y nada
despreciable de este célebre musical: la producción británica Pigmalión (1938), dirigida al alimón por
Anthony Asquith y Leslie Howard.
Leslie Howard es un estimable actor con fama de pusilánime, delicado y «blandito», cuya interpretación más célebre es la de Ashley Wilkes en Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939). Sin embargo, al meterse en el papel del profesor Higgins en Pigmalión es justo reconocer que supo sacarle carácter y fuerza, ponerle genio y figura, a un personaje de semejante… personalidad, que bascula constantemente entre el refinamiento y la rudeza. Aunque, todo sea dicho, Rex Harrison, en la versión cinematográfica de 1956, tampoco lo hizo mal, ¿no creen ustedes?
Leslie Howard es un estimable actor con fama de pusilánime, delicado y «blandito», cuya interpretación más célebre es la de Ashley Wilkes en Lo que el viento se llevó (Gone with the Wind, 1939). Sin embargo, al meterse en el papel del profesor Higgins en Pigmalión es justo reconocer que supo sacarle carácter y fuerza, ponerle genio y figura, a un personaje de semejante… personalidad, que bascula constantemente entre el refinamiento y la rudeza. Aunque, todo sea dicho, Rex Harrison, en la versión cinematográfica de 1956, tampoco lo hizo mal, ¿no creen ustedes?
Leslie Howard murió en 1943 tras ser derribado el avión en que
viajaba por un caza alemán, mientras hacía el trayecto Lisboa-Londres, cayendo
al mar cerca de las costas de La Coruña. Según algunas versiones, la aeronave
en la que iba como pasajero fue señalada erróneamente por la aviación germana
(recuérdese que se estaba en plena Segunda Guerra Mundial). Según otras, el
objetivo era el propio Howard, quien supuestamente actuaba —en la realidad, no en
el cine— al servicio de su Majestad británica.
Por su
parte, Wendy Hiller es una actriz
inglesa que trabajó principalmente en la escena teatral, si bien su paso por el
cine también ha dejado una sólida huella. Todo buen aficionado la recuerda, por citar
sólo dos títulos, interpretando a la gobernanta del hotelito donde transcurre
la historia de Mesas separadas (Separate
Tables, 1958 – Delbert Mann) —y
que le mereció el Oscar de 1939 a la Mejor Actriz de Reparto— o a la esposa de
Thomas Moro en Un hombre para la eternidad (A Man for All Seasons, 1966 – Fred
Zinnemann).
Finalmente,
Anthony Asquith fue un director de cine inglés de amplia producción,
particularmente destacable por sus adaptaciones al celuloide de obras
literarias clásicas de la literatura británica. Entre ellas, Pymalion es una de las más estimables. Basada
fielmente en el texto teatral, la película tiene un irremediable inconveniente vista desde
la perspectiva actual: permanecer a la sombra todopoderosa de la versión musical de
1964 dirigida por George Cukor y protagonizada por Rex Harrison y Audrey
Hepburn.
No voy a pedir a quien no haya visionado el film de 1938 y esté
dispuesto a hacerlo que haga el esfuerzo de abstracción consistente en ignorar
aquella adaptación de Pigmalión en el momento de disfrutar ésta. Es imposible.
Tal es el poder de atracción y la influencia que ha dejado en nuestra retina
(¡y en nuestros oídos!) la película a la que puso música Frederick Loewe y letra, Alan
Jay Lerner, elevándola hasta el paraíso de los cinéfilos.
Las comparaciones
no son odiosas. Son inevitables. Llama, entonces, la atención que la puesta en
escena de ambas se asemejen mucho (incluida la escenografía, ¡aunque no el
vestuario…!), así como la planificación de muchas secuencias y hasta la composición
de bastantes planos. Ocurre que hasta la interpretación (incluida la modulación
de las voces y los acentos, tan importantes en la película) que llevan a cabo
los dos principales protagonistas guardan un cierto aire de familia.
No saco
conclusiones ni insinúo nada, sólo señalo, apunto y cuento. Ahora les queda a
ustedes conocer (para quien no la conozca aún) cuál es el precedente europeo de
My Fair Lady. Quiero decir, del Pigmalión según George Bernard Shaw…
He visto Pigmalion y es una buena película, su mayor handicap es que siempre estará a la sombra de "My fair lady", un film que la supera en todas las comparaciones que se nos puedan ocurrir.
ResponderEliminarCoincido contigo en recomendar a los muchos devotos de la película de Cukor el visionado de su teatral antecesora, a buen seguro que se van a llevar más de una sorpresa al reconocer gestos, frases y escenas.
Por cierto me uní definitivamente al club de los anti-Leslie Howard el día que visioné el clásico gansteril "El Bosque Petrificado"... que horror de personaje, menos mal que entre Bette y Bogart sacan a flote la película.
salucines
Bueno, amigo David, tampoco es para ser un "anti-Leslie Howard". La verdad es que suele ser bastante relamido como actor, pero en esta película está francamente bien.
EliminarSalucines
Por cierto, hace poco pude ver el montaje teatral con Paloma San Basilio, ejem, tras este inciso, será cuestión de ver la película recomendada. Saludos.
ResponderEliminarSí, mejor ir al original. Concuerdo contigo.
EliminarSalucines
Una delicia. Pero hay que notar que la haga quien la haga por algún motivo esta obra me gusta siempre.
ResponderEliminarUn saludo
El tema de Pigmalión es, en verdad, muy sugestivo y sugerente. Pero, este film es el que, si no ando errado, más se aproxima a la versión teatral de la obra.
EliminarSalucines
Un post magnifico, para un film maravillso, qué olvidado tenemos a Leslie Howard y que gran actor fue ( bajo mi punto de vista) en Cautivos del deseo se sale y esta con tu post me invitas a revisarla después de las navidades!
ResponderEliminarFelices Fiestas Fernando !!!
No hagas caso, Susan, de quienes hablan mal del amigo Leslie. Son unos envidiosos...
EliminarCompletamente de acuerdo contigo. En el film de John Cromwell que citas, está genial junto a Bette Davis. Por cierto, también estudiamos la filmografía de Cromwell en "Hollywood revelado I".
Salucines
Pues yo confieso que la tengo en la recámara para ser visionada estas navidades. En otro orden de cosas, no he visto ninguna película en donde Wendy Hiller no me haya abrumado con su interpretación, como en las citadas Mesas Separadas y Un hombre para la eternidad, o en Asesinato en el Orient Express, pero he de reconocer que todavía tengo mucho por ver de la filmografía de esta actriz.
ResponderEliminarY Leslie, bueno, es Leslie, ya lo veremos; como también compararemos, claro que sí. ¿Acaso quiere usted decir decir que Cecil Beaton (más que Cukor) se "inspiró" en esta película? Mmmm, interesante...
salucines
Mmmmm, pues ya me contará usted, amigo deWitt, cuando visione el film. Me interesará mucho conocer su punto de vista. Lo que yo digo es que la "inspiración" se nota en la dirección artística, pero también en la de actores; dejando aparte, claro está, la personalidad de cada intérprete. Ahora bien, hablamos siempre de visionar los films en VO, ¡eh! ¡Sobre todo en estos títulos de los que hablamos ahora!
EliminarSalucines
Pues la tengo por ahí y aún no la he visto. Ashley... qué manía le he tenido siempre a ese hombre. No sé qué vio Escarlata en él.
ResponderEliminarComo bien apunta Susan, en "Cautivo del deseo" sí que está muy bien. Ah! y a mí nunca me ha entusiasmado "My fair lady", qué le vamos a hacer.
Un saludo
No sé si quién no te gusta es Ashley o Leslie. Si es el segundo caso, mejor que "pases" de este film.
EliminarEn cuanto a "My Fair Lady", puede que no te apasione el musical, en general. Entonces, si te interesa el tema, sí puedes disfrutar con la película.
Salucines
No estoy muy de acuerdo, Fernando, en esos elogios hacia el lechuguino Leslie Howard, que, sin negar en absoluto su valor como actor, para mí es una losa que permanecerá históricamente como un freno a lo que sin duda hubiera sido mejor.
ResponderEliminarMe explico: en el año 2008, en mayo, dediqué tres entradas en el bloc a esta pieza de Bernard Shaw (quien por cierto es el guionista de esta primera versión recibiendo por su trabajo el Oscar y siendo por lo tanto el único escritor que ostenta Nobel y Oscar) y hay constancia que el autor propuso al productor que para Higgins contratara a ¡Charles Laughton!
El productor prefirió la fama del lechuguino Howard por su excelente Pimpinela Escarlata y lo peor de todo es que éste, endiosado y entusiasmado, insistió en codirigir la película, con lo que el bueno de Asquith no pudo desarrollar a sus anchas el rodaje.
Para mí, lo mejor de esta película, que a pesar del lechuguino sigue siendo buena, es la sublime actuación de Wendy Hiller a la que hay que escuchar, naturalmente, en v.o.s.e.
Un abrazo.
p.d.: No creo que Cukor se inspirara en el tratamiento cinematográfico para su obra maestra: simplemente leyó a fondo la comedia de Shaw y aprovechó a base de bien el guión que éste escribió para Pigmalion con los añadidos realizados por el propio autor sobre su obra.
Vaya, vaya, amigo Josep, así que el "lechuguino" de Leslie Howard... No te cae muy bien el tipo, ¿verdad?
EliminarPor mi parte, creo que ya he resumido mi parecer sobre este actor, tanto en la entrada como en las respuestas a los comentarios. Insisto en que para mí está muy bien en este Pigmalión: ¡no puedo imaginarme este papel para Charles Laughton...! En "Pimpinela escarlata" está de lo más convincente, así como haciendo de Romeo en la peli de Cukor sobre los amantes de Verona.
Salucines
Llevo una semana loca, D. Fernándo, no he podido visitar los blogs rutinarios con el tiempo que hubiese deseado venir, de hecho esto metiendo las entradas con el instapaper para el ebook, la semana que viene no voy a tener internet, así os leeré con más tranquilidad. Sólo decirle un par de cosas, la primera ya me he hecho con Trade Horn, además creo que es la misma versión que vd. ha visto. La segunda, desearle unas felices fiestas y un 2013 prospero y propicio para esos proyectos que ya están en marcha y los que están por salir.
ResponderEliminarAsí que un abrazo y no seguimos leyendo.
Roy
Muchas gracias, amigo Roy. También yo le deseo unas Felices Fiestas sin internet... Confío en que sí si se habrá llevado algunas películas a su retiro o escapada. Entre ellas, la estupenda "Trade Horn".
EliminarSalucines y hasta la vuelta
Bueno, bueno, bueno...Pues vista Pygmalion y leídos los comentarios de los compañeros, he de confesar algunas cosas. En primer lugar, creo que es justo darte la razón en cuanto a la interpretación de Howard si la comparamos con Gone with the wind; no obstante, creo que su actuación es irregular. En algunas ocasiones - sobre todo en aquellas en donde lleva las gafas - sus gestos me recuerdan a Harold Lloyd. He creído notar un cierto histrionismo similar al de los inicios del sonoro (así como una extraña sombra de ojos que me ha resultado un poco anacrónica), no sé si me entiende usted, maestro. Claro que otro problema que tiene Howard en esta película es su compañera, la cual está sublime.
ResponderEliminarPasando al terreno del cine comparado, sin duda alguna la versión de Cukor-Beaton bebe directamente de la de Asquith-Howard, y no me refiero al guión, pues entiendo que es una "inspiración" inevitable, sino como bien dices, en la puesta en escena. Con todo, creo que la transformación operada por Hepburn es más notable (visible, vistosa) que la de Hiller. En cambio, el supuesto romance entre profesor y alumna (que tampoco termino de creer) resulta más convincente en Pygmalion, pues como era costumbre en las películas de Hepburn, sus parejas (Harris,Astaire, Bogart, Peck...) se parecían más a un padre que a un futuro esposo, hecho que aquí no sucede gracias a dos intérpretes con edades más cercanas.
Salucines
Gracias, amigo deWitt, por tu crítico e inteligente comentario.
ResponderEliminarVale, queda constancia de que nos os vuelve locos Leslie Howard. A mí tampoco, que conste. Ni siquiera su sombra de ojos...
Estoy de acuerdo con tu apreciación sobre las diferencias en la transformación de la protagonista, sea encarnada por la Hiller o por la Hepburn. Creo que en este caso el encanto de la mujer ha podido al talento de la actriz. También es verdad que en un musical tan espectacular como "My Fair Lady" hasta los mínimos detalles sobresalen y destacan mucho.
Me interesa también tu reflexión sobre la relación amorosa entre el profesor y la pupila, un asunto del que no se trata mucho. Bueno, no olvides la fuente mítica, legendaria y fantástica de la historia: Pygmalion. En realidad, no hay tal enamoramiento en sentido convencional. El creador se enamora de su propia obra. No debe entonces sorprender el "egoísmo" de Higgins. El profesor está enamorado de sí mismo. Recuerda la letra de la maravillosa canción: «¿Por qué las mujeres no serán... como yo?»
Salucines