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lunes, 7 de mayo de 2012

BERLIN OCCIDENTE (1948)


Título original: A Foreign Affair
Duración: 116 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Dirección: Billy Wilder
Guión: Charles Brackett, Billy Wilder, Richard L. Breen.
Música: Frederick Hollander
Fotografía: Charles Lang Jr.
Reparto: Jean Arthur, Marlene Dietrich, John Lund, Millard Mitchel, Peter von Zerneck, Stanley Prager, Bill Murphy, Raymond Bond
Producción: Paramount Pictures


El director Billy Wilder fue siempre un romántico incorregible. No sé si decir también «impenitente», porque quizás la penitencia la hizo a fuerza del cinismo, procacidad y descaro que volcó en las películas que escribió y dirigió. Tal fue el precio que tuvo que pagar a fin de no pasar por un blando, para no ser tomado por un afectado sensiblero, por un sentimental. Véanse los films que concibió bajo la inspiración directa de su maestro Ernst Lubitsch: El vals del Emperador (The Emperor Waltz, 1948) y Arianne (Love in the Afternoon, 1957). Siendo productos sólidos y divertidos, carecen de fuerza y personalidad. Wilder brilla en el humor cáustico, en la sátira, en la mordacidad, en la diatriba y a veces incluso en la astracanada.

¿Cuál de los dos Wilder es el real, el tierno romántico o el romántico vergonzante? Daré dos pistas. Primera: en muchas de las películas que realizó suena, como tema central o de pasada, la célebre canción Isin't it romantic?, compuesta por Richard Rodgers, con letra de Lorenz Hart. Segunda: la transfiguración, el cambio de papeles, cuando no directamente el travestismo, es un tema recurrente en las películas de Wilder. ¿Es esto casualidad? ¿No es esto un claro indicio? ¿Es esto romántico, o no?

El instrumento retórico básico —y clásico— a aplicar en estos casos es el empleo de la ironía, instrumento humorístico que garantiza distanciamiento con la realidad. Hay grados en la ironía y, ciertamente, Wilder aplicaba en el cine una fuerte dosis de la misma.




Hedy Lamarr en una visita al set de rodaje del film

Todo esto viene a cuento de Berlin Occidente (A Foreign Affair, 1948), un film delicioso y conmovedor, al tiempo que inyectado de una desenvoltura y frescura rayana con la ácida desvergüenza. Cuando Wilder se pone serio (fíjense ustedes en la ironía del caso), no deja títere con cabeza. Y aquí se pone firme. Berlín Occidente es un film de tema militar ambientado en su querida Berlín, ciudad que amaba, pero de la que tuvo que huir. ¿Ven ustedes la broma pesada que todo esto comporta?


Berlín Occidente está repleto de diálogos diabólicos. En la secuencia inicial, el avión que transporta a la comitiva del Congreso de EEUU en misión exterior, inicia el aterrizaje en el aeropuerto de Berlín. Desde las ventanillas puede observarse un «paisaje lunar», una ciudad devastada. A propósito de unos comentarios sobre política de ayudas al desarrollo y a la reconstrucción de Europa, uno de los congresistas, afirma:

    — Si das pan a un hambriento, esto es democracia. Si dejas el envoltorio, es imperialismo.

Berlín Occidente contiene, asimismo, algunas secuencias magistrales, rodadas con suma inteligencia. La declaración de amor (oportunista y estratégica) del Capitán John Pringle (John Lund) a la congresista por Iowa, Phoebe Frost (Jean Arthur) en la sala de archivos del Ejército norteamericano, a quien acorrala entre cajones de fichas y expedientes. La ofensiva erótico-militar tendrá la oportuna réplica al final del film, cuando la ya desinhibida (enamorada, al fin) Phoebe sitia y lleva al rincón, abriéndose paso entre sillas del club, al capitán, ganador en la guerra, vencido en el amor.


La trama rebosa irreverencia y sarcasmo, cinismo y burla, hasta el punto que ningún personaje sale bien parado. Civiles y militares, americanos y alemanes, hombres y mujeres, nadie escapa al estilete cinematográfico de Wilder. En Berlín Occidente se emplean armas de mujer muy efectivas y usos masculinos de francotirador. Erika von Schlütow (Marlene Dietrich) era íntima de las más altas autoridades nazis, Hitler incluido. Y el capitán Pringle es un tipo que se aprovecha, sin remilgos, de la situación y posición dominantes. 

Wilder presenta al personaje Erika en una escena donde la intimidad de la mujer es violada. El capitán penetra en la vivienda de Erika mientras ésta se cepilla los dientes en el cuarto de baño. A continuación, la observa desde un gran agujero en la puerta hecha añicos. Ella intenta quitárselo de encima escupiéndole en la cara el agua con la que se enjuaga la boca. Él, en venganza, se seca el rostro con el cabello de la amante.



Erika.- ¡Johnny, qué estás haciendo!
John.- Me limpio la cara.
Erika.- Me haces daño, Johnny. Siempre me haces daño. ¿Por qué eres tan malo conmigo?

El Coronel Rufus J. Plummer (Millard Mitchell), comandante en jefe de las fuerzas estadounidenses destacadas en Berlín, se mofa en público de los miembros del Congreso, y procura engañarles en todo lo que puede. Los congresistas se dejan engañar y sólo intentan cubrir el expediente sin problemas. Menos la congresista Frost. Hasta que se enamora del capitán… 


Los soldados americanos confraternizan e intiman con la población civil femenina sin consultar la Ética a Nicómaco de Aristóteles. Niños berlineses pintan con tiza cruces gamadas por las paredes (o en cualquier sitio), ante lo cual, una vez descubiertos, sus padres están dispuestos a enviarlos, como castigo, a la cámara de gas… En cualquier caso, modos de conducta todos ellos de dudosa moralidad. ¡Y el comité del Congreso ha ido a Berlín a evaluar el estado moral de la tropa!





¡Sólo el amor se salva, al final! Sí, aunque para ello haya que utilizar toda clase de trucos y fullerías. ¿No es esto romántico? No sé. Aunque lo cierto es, a mi juicio, que el duelo femenino entre Erika/Marlene Dietrich y Phoebe/Jean Arthur destaca  en el film por encima de todo lo demás. Marlene gana, claro está. Aunque es Phoebe la que se lleva el pájaro a la olla. O sea, de vuelta a casa.

Por si esto fuera poco, Berlín Occidente ofrece algunos de los números musicales más memorables de la carrera de Marlene Dietrich. 




Disfruten esta película. No es muy romántica. O tal vez sí…


Caricatura del manteo de la soldadesca a Phoebe Frost/Jean Arthur tras su actuación en el club


8 comentarios:

  1. No la he visto, compa Fernando, pero viniendo firmada (y filmada) por su excelsa señoría Wilder, no te quepa duda que es solo cuestión de tiempo el que me la eche al coleto. Lo de Wilder, en general, más que ironía o sarcasmo, era vitriolo, puro, sin mezcla. Todo un tipo, sí, señor...

    Un fuerte abrazo y buena semana.

    P.S. lamento no haber dado cumplimiento todavía a la encomienda que me hiciste llegar con la entrega del premio Liebster blog. Pero no la he echado en olvido, ni muchísimo menos...

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    1. Pues, amigo Manuel, ponte pronto a la faena porque esta película es para verla más de una vez. Sólo así se captan las mil diabluras de imagen y diálogo que contiene.

      Salucines

      PS. Tranquilo con lo del premio que no reporta dinero, pero tampoco comporta obligaciones. O sea, que la encomienda sí tiene enmienda...

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  2. Magnífica película del maestro Wilder, que desgraciadamente suele pasar algo desapercibida en la revisiones de su filmografía entre tanta obra maestra como atesora . Como casi siempre Wilder acierta con el tono cómico sabiéndolo ajustar a la perfección en un marco dramático como es el de la Alemania de la postguerra.
    Maravillosas Marlene (se que compartimos debilidad por el Ángel azul) y Jean Arthur. Y Lund cumplidor, sacando adelante con soltura su papel de oportunista avanzado.
    Una joyita.

    PD ¿Qué opinión te merece la cinta de Schorderberg "El buen Alemán" claramente inspirada en Berlín Occidente?

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    1. Pues, haces bien, amigo David, en sacar a relucir el nombre de John Lund, el prota masculino de la película entre dos señoras de armas tomar. Porque la verdad es que está magnífico: irónico, con un punto de canalla y, ay, romántico...

      Salucines

      PS."El buen alemán" es, a mi juicio, un film para olvidar. Así que no me acuerdo que iba a decirte... Ah, sí. La Cate Blanchett muy bien. Pero es que George Clooney, francamente, no lo trago. Y que me perdonan algunas amigas de Cinema Genovés...

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  3. Bueno , que decir, si desde el primer momento, cuando llegan a Berlín y todos miran por las ventanillas del avión esa ciudad llena de escombro, los comentarios que se marcan los de la misión, es que como buen Wilder, la película no para.
    Ya lo has dicho todo, y bien, Fernando, ultimamente te estás "currando" unas entradas muy trabajadas, o puede ser que coincicdan simplemente más en gustos conmigo...:-)))

    Saludos
    Roy

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    1. Es que yo, amigo Roy, soy muy trabajador...

      Muy amable, en cualquier caso por el cumplido. Y sí, creo que, probablemente, es la coincidencia en los films y en los enfoques lo que dé dicha impresión. En cualquier caso, uno hace lo que buenamente sabe y puede.

      Salucines

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  4. Wilder magnifico, el film es fabuloso y que decir de Marlene Dietrich, este es el cine, el buen cine que gusta a todos los cinefilos.
    Un saludo.

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    1. Gracias, Susan, por tu comentario. También tú demuestras tener buen gusto al valorar así este magnífico título.

      Salucines

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