Título
versión: ¡Qué sinvergüenzas son los hombres!
Año: 1932
Duración: 67
min.
Nacionalidad:
Italia
Director:
Mario Camerini
Guión: Aldo
DeBenedetti, Mario Camerini, Mario Soldati
Música:
Cesare A. Bixio
Fotografía:
Domenico Scala, Massimo Terzano
Reparto:
Vittorio De Sica, Lia Franca, Cesare Zoppetti, Aldo Moschino, Carola Lotti,
Anna D'Adria, Gemma Schirato
Producción:
Società Italiana Cines
Podría escribirse un libro
específicamente consagrado a examinar la originalidad y la gran singularidad del
cine italiano a la hora de dar título a las películas. El
cine español de los años 50 y 60, todo sea dicho, tomó mucho de la cinematografía
del país vecino: temáticas; ambientación; estilo, tanto en la forma de hacer
comedia o melodrama… También la inspiración y el tono, movidos entre el
costumbrismo y la gramática parda, para rotular películas, sean nacionales o
extranjeras (re-titulación).
El film Peccato che sia una canaglia (1954 -Alessandro Blasetti) fue retitulado en España La ladrona, su padre y el taxista. Y El vigile, pasó a denominarse El alcalde, el guardia y la jirafita, 1960 – Luigi Zampa. Como podemos comprobar, el pupilo se esfuerza por superar al maestro. Porque, sin duda, los italianos tienen maestros indiscutibles en el arte cinematográfico y no se quedan cortos en la artesanía del rótulo. Veamos otras muestras: Policarpo, ufficiale di scrittura (Policarpo, calígrafo diplomado, 1959 – Mario Soldati); Il buono, il brutto, il cattivo (El bueno, el feo y el malo, 1966 – Sergio Leone); Bello, onesto, emigrato Australia sposerebbe compaesana illibata (Bello, honesto, emigrado a Australia quiere casarse con chica intocada, 1971 - Luigi Zampa). Y en este plan…
El film Peccato che sia una canaglia (1954 -Alessandro Blasetti) fue retitulado en España La ladrona, su padre y el taxista. Y El vigile, pasó a denominarse El alcalde, el guardia y la jirafita, 1960 – Luigi Zampa. Como podemos comprobar, el pupilo se esfuerza por superar al maestro. Porque, sin duda, los italianos tienen maestros indiscutibles en el arte cinematográfico y no se quedan cortos en la artesanía del rótulo. Veamos otras muestras: Policarpo, ufficiale di scrittura (Policarpo, calígrafo diplomado, 1959 – Mario Soldati); Il buono, il brutto, il cattivo (El bueno, el feo y el malo, 1966 – Sergio Leone); Bello, onesto, emigrato Australia sposerebbe compaesana illibata (Bello, honesto, emigrado a Australia quiere casarse con chica intocada, 1971 - Luigi Zampa). Y en este plan…
La película que ponemos esta semana
en Cinema Genovés tampoco es manca
en cuanto al titulito de marras. Pero, nadie se llame a engaño. A pesar del vergonzante
nombre que preside el film, nos hallamos ante un trabajo de suma importancia,
uno de los títulos más notables del cine italiano de los años 30. La
historia es banal y convencional. Ya saben:
chico conoce chica, se enamoran, malentendidos, chico pierde chica, ambos se
buscan y, finalmente, se reencuentran. E
tutti contenti… Ni en el título ni en la
trama de la película, sin embargo, encontramos los grandes méritos de la cinta. Aun así, veamos de qué va la cosa...
Mariucca (Lia Franca) vive con su
padre en Milán. El buen hombre trabaja de taxista en turno de noche; la joven, de
dependienta en una perfumería. Cuando el padre llega a casa de madrugada,
despierta a la hija y la anima a levantarse recordándole cada día el valor del
trabajo. De camino al trabajo se cruza con Bruno (Vittorio De Sica), un povverino y magro muchacho con gorra a
una bicicleta atado. Naturalmente, la sigue y persigue. La joven se topa con
varias compañeras de trabajo y entonces se aperciben de quién les ronda: un don
nadie en bicicleta; ellas sólo salen con tipos con coche…
Henos aquí, en
efecto, ante un asunto precursor de El ladrón de bicicletas (Ladri
di biciclette, 1948 – Vittorio de Sica), aunque cambiando de vehículo, el cual, sin penetrar en el
terreno del melodrama, avanza triunfante en el género de la comedia
romántica. Porque es el caso que Bruno, mecánico en un taller, utiliza una
triquiñuela para llevarse por las buenas un automóvil a punto de entregar a su propietario, para así
recoger como Dios manda a Mariucca y llevarla a comer. No a una cafetería
cualquiera, amigo, sino a una trattoria con
vistas al Lago Maggiore.
Allí comen, beben, bailan y gozan de la vida. Hasta
que la (mala) fortuna hace que aparezca por el local la mujer del dueño del
coche con unos amigos. Eh, mascalzone,
llévame a casa. Pero, a la cenicienta nadie la recoge. Desconsolada y
humillada queda en el establecimiento, a punto de dar las doce.
Tras dejar el pasaje en
Milán, Bruno vuelve a todo gas al Lago a por Mariucca. Pero un accidente de tráfico
frustra la carrera. Apiadándose de la chica
abandonada, la familia del tabernero le da cobijo para pasar la noche,
llevándola, al día siguiente, de retorno a la ciudad.
Desde ese momento, comienza el
cortejo de verdad. Mariucca deja el trabajo para no volver a ver al sinvergüenza de Bruno. Ahora está tras
el mostrador de un puesto en la feria de Milán. Allí coinciden otra vez. El destino del amor... Bruno pretende enamorarla de nuevo, busca trabajo de charlatán para estar cerca de ella, le habla, se perfuma, galantea. En fin, la vida…
Bruno lleva, ahora sí, a Mariucca a su casa. Allí le espera el futuro suegro,
quien no sólo le da la mano de su hija, sino además el volante del taxi…
Película, rodada a un ritmo endiablado,
sean las carreras en automóvil o en bicicleta. Filmada gran parte de la misma
en exteriores, muestra unas panorámicas magníficas de Milán y sus alrededores. Las
secuencias encajan a la perfección, y contiene, eso sí, mucho del realismo, la ternura y encanto de El ladrón de bicicletas.
Con todo, a uno
le hace recordar, sobre todo, Lonesome, la obra maestra de Paul
Fejos, por el asunto de fondo, la simplicidad y el control narrativo, la vitalidad de las imágenes y la muy lograda
labor de montaje. A lo que hay que añadir las fenomenales interpretaciones y el
muy tonificante tono de una comedia clásica. Una película para disfrutar y
recordar.
Yo estoy pez con el cine italiano de esas fechas don Fernando, he visto algo de Camerini pero más reciente de la decada de los 40-50-60 o por ahí, grabadas en un ciclo hace unos años por TV.
ResponderEliminarIntentaré buscarla, sólo por recordar a la de Fejos, y a su buen trato tiene que merecer la pena.
Saludos
Roy
Saludos
Roy
Recapitulando, mirando la desordenada videoteca, si que he visto cine Italiano de esas fechas, aunque no mucho, sólo recuerdo "Treno Popolare" , de R. Mattarazzo, que creo que es también del 32, pero la recuerdo muda, no estoy seguro. El ciclo al que hacia referencia antes no era de Camerini , era de Dino Risi.
ResponderEliminarSalute.
Roy
Pues yo veo, amigo Roy, que usted se mueve en aguas cinematográficas italianas como pez en el agua..
EliminarPara mi gusto esta es una de las mejores películas de Camerini, quien por otra parte realizó sus mejores trabajos en los años 30 y 40, justamente.
Salucines
Vaya, por el título cualquiera diría que se trata de una cinta de destape a la italiana... Como ya me ha quedado claro que la cosa va por otro lado me pondré a buscarla, que me encanta el cine italiano.
ResponderEliminarUn saludo
Sí, sí, amiga Mara, el títulito del film es bastante desvergonzado... Por eso me he permitido la pequeña introducción sobre títulos. Para que no hubiese confusiones. Ánimo con la búsqueda.
EliminarSalucines
Yo también prometo verla, tu crítica ha hecho que el gusanillo empiece a trabajar.
ResponderEliminarEstupendo trabajo (como siempre) Mr. Genoves.
Salucines
Gracias, amigo David, por tu amable comentario.
ResponderEliminarYa verás que esta estupenda película no te decepciona.
Salucines
Pues a mí me parece que el título tiene gracia.
ResponderEliminarY los títulos que se ponían en España a veces eran todavía más afortunados que los originales.
Saludos.