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miércoles, 6 de julio de 2011

'GRACE KELLY' de DONALD SPOTO



Donald Spoto, Grace Kelly, traducción Fernando Garí Puig, Lumen, Colección Memorias y Biografías, Barcelona, 2011, 331 páginas

La vida y la carrera cinematográfica de Grace Kelly están repletas de misterios, de perplejidades, de paradojas, de incógnitas, de enigmas. Incluida su propia muerte en accidente de tráfico, cuando Grace había llegado a ser la Gracia de Mónaco.
Nacida en 1929 en el seno de una familia de Filadelfia, de clase media-alta y confesión católica, da sus primeros pasos profesionales en las pasarelas de moda y en los estudios de televisión. Aunque su declarada vocación profesional es el teatro. No hay incompatibilidad. Después de todo, hablamos de actividades paralelas, relacionadas, de una manera u otra, con el mundo del espectáculo, la pasarela, los focos, el maquillaje, las poses y las actuaciones. Tras interpretar algunos papeles sobre las tablas de Broadway, Grace es cazada por quienes se ganaban la vida buscando talentos para el cine.
Con sólo 22 años, interviene por vez primera en un filme, Catorce horas (Forteen Hours, 1951), dirigida por Henry Hathaway. Un año más tarde, aparece, junto a un maduro Gary Cooper en Solo ante el peligro (High Noon, 1952), a las órdenes de Fred Zinnemann. Poco después, actúa en Mogambo (Mogambo, 1953), bajo la dirección de John Ford, y, a continuación, encadena tres películas con otro grande del celuloide, Alfred Hitchcock: Crimen perfecto (Dial M for Murder, 1954), La ventana indiscreta (Rear Window, 1954) y Atrapa a un ladrón (To Cach a Thief, 1955). ¡No está nada mal para una jovencita tímida de educación católica, cuya decidida afición dice ser el teatro, para una actriz, en fin, que afirma detestar Hollywood y las férreas servidumbres que por entonces imponían los grandes estudios! ¡Y esto declara quien entra en el mundo del cine bajo la égida de Hathaway, Zinnemann, Ford y Hitchcock! ¿No resulta extraño?
Actriz de corta carrera profesional (cinco años, once películas) y sin unas notables cualidades para la interpretación, llega a convertirse, de la noche a la mañana, en una estrella de fama mundial. Ciertamente, no es un caso único. Actriz antitética ―por físico y carácter, estilo y porte― de Marilyn Monroe o Kim Novak, la presencia elegante, refinada, juvenil y modosa exteriorizada por Grace la aproxima a estrellas del tipo Audrey Hepburn

He aquí dos modelos disparejos que durante los años 50 dividen los gustos del espectador del momento. Con todo, la gracia de Grace Kelly parece estar en la anfibología de su personalidad, en el juego de papeles que interpreta en la vida y en la pantalla: delicada muñeca de porcelana, parece ocultar en su interior una naturaleza volcánica. ¿Qué será, será? Misterio.
El pícaro y nada incauto, Hitchcock mostró a las claras esa personalidad dual de la actriz en una célebre escena de Atrapa un ladrón.   

Grace interpreta allí a la grácil Frances, rica heredera norteamericana de visita en Francia con su madre. Hospedadas en el hotel Carlton de Cannes, invitan a tomar una copa a John Robie «El Gato», quien pasaba por allí. La joven se muestra esquiva y apocada, escandalizada ante los comentarios atrevidos de su progenitora, animada la buena mujer por el licor y la compañía masculina. Acabada la velada, John acompaña a Frances a la suite.


Él desea entrar. Ella dice que ni pensarlo. Mas, de pronto, girándose sobre su eje, le estampa un apasionado beso en la boca al desprevenido John, quien tan sólo esperaba un «Buenas noches» de despedida, o, todo lo más, «Hasta mañana». 
Frances no se lleva «El Gato» a la cama, pero se ha llevado el gato al agua.

El mismo Hitchcock ha descrito en bastantes ocasiones la ambivalencia y el secreto de las rubias (de algunas rubias) de modo todavía más gráfico, directo y hasta lúbrico en alguna de sus entrevistas, pero la idea está clara. Ni Frances ni Grace son lo que parecen ser. Continúa el suspense.


Grace Kelly se esforzó toda su vida por ofrecer una imagen de sí misma ajustada al modelo de mujer reservada, con fobia a la popularidad, la afectación, el boato y el postín. Asegura detestar Hollywood y el mundo del cine, fundamentalmente, por tales motivos. Pues bien, con singular gracejo, acaba casándose con el príncipe Raniero, de Mónaco heredero

La «boda del año»: mil seiscientos reporteros y fotógrafos acreditados para la ceremonia, seiscientos invitados en la catedral donde se bendijo la unión matrimonial, mil quinientos convidados a la recepción de palacio. Rígido protocolo, estricta etiqueta y diario ceremonial palaciego para un supuesto, y muy proclamado, espíritu independiente y rebelde. La actriz, ahora princesa, confiesa odiar los coches (Rainero los adora) y conducirlos. Pero, muere al volante de un automóvil, con su hija Estefanía, según cuentan, de copiloto, quien sobrevive al impacto. Enigma.
Quien pretenda encontrar respuestas, o cuando menos, aproximaciones e investigación acerca de las contrariedades e incongruencias tan presentes en la vida y la obra cinematográfica de Grace Kelly, no las encontrará en la monografía que le ha dedicado el célebre biógrafo Donald Spoto. Otro hecho sorprendente más, porque en otros trabajos (p.e, dedicados a Alfred Hitchcock, a Marilyn), Spoto sí ha mostrado ser bastante afilado en el análisis y muy incisivo en la descripción de los hechos narrados.


Spoto, ahora más reservado, compone un libro sobre Grace Kelly a la imagen (y semejanza) pretendida (y preservada) del personaje. Un libro escrito con guante de seda. Casi diríamos que, deslizándonos por el terreno cáustico, nos hallamos ante un texto encargado por el gabinete de comunicación de la casa principesca monegasca. Para el autor de esta biografía tan complaciente, todo en Grace es perfecto: mujer piadosa, fiel, leal, trabajadora, sacrificada, enamoradiza y romántica, pero, de ninguna manera, libidinosa. Los grandes directores y los hombres, en general, se fijaban en ella porque era… guapa y encantadora. Sencillamente. Nada más.
Tanta insistencia en convencer al lector de que la mayoría de romances atribuidos a la actriz son pura falsedad y cotilleo, resulta sospechosa. Por lo demás, el examen de las películas interpretadas por Grace es escaso, pulcro, justificador. A las circunstancias de su accidente y muerte le dedica media página. La «Introducción» del libro, en la que refiere sus visitas a palacio y la preparación del texto, ya nos presenta a un escritor entregado, subyugado, por Grace Kelly. El resto del libro es casi una hagiografía. El volumen ni siquiera ofrece una ficha de las películas en que intervino, que tampoco fueron tantas...
A una actriz la descubre y «desnuda» la cámara, fotográfica o de cine, sobre todo, cuando quien la porta es un buen profesional. Pues bien, ha sido un verdadero acierto la elección de la foto de portada del libro en la edición española. Ahí, Philippe Halsman ha retratado a una joven Grace que mira al objetivo de reojo. La sonrisa es pícara. La expresión denota disimulo y astucia. Lo que no leemos en el libro, el misterio de la agraciada Grace, podemos descubrirlo en la imagen. Nunca ha sido más cierto, como en este caso, que una imagen vale más que mil palabras.



19 comentarios:

  1. Una biografía que se basa sólo en lo que vemos en la pantalla o en las revistas, no resulta tan interesnte, por lo menos desde mi punto de vista.
    Saludos.

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  2. Yo confieso: tengo varios libros de Spoto. El primero al que llegué fue a la biografía de MM. Me pareció brillante, sobre todo cómo desmonta las teorías conspiranoicas.

    Después llegaron los de Hitchcock que también me resultaron sumamente interesantes, sobre todo el dedicado a las actrices.

    Al de Audrey Hepburn le tenía miedo precisamente por lo que comentas sobre el dedicado a Grace Kelly: temía encontrar una hagiografía más que una biografía. No fue así: además de la cara de ángel nos muestra la cara de un ser humano,con sus defectos, virtudes y "pecados".

    Pero leida tu reseña, me temo que Donald Spoto no ha estado a la altura con Grace Kelly. Leí en algún sitio, con motivo de su publicación, que eran amigos personales y que Kelly le había confiado una serie de secretos que sólo podrían ver la luz tras pasar no sé cuántos años de su muerte. Creo que todo se queda en humo, no? Además, si está encargada por el "principado de la rosa" la objetividad brillará por su ausencia.

    Por último, si me lo permites, hace poco escuché unas declaraciones de Imperio Argentina (que comenté en el blog de un compañero). Tienen que ver con la bíografía que Spoto hizo de Dietrich, y que yo no he leído. El tema es que Imperio Argentina demandó a Spoto por insinuar que entre ella y el ángel azul hubo un affair. Las fechas no coincidían y la narración del biógrafo no tuvo en cuenta las "coartadas" de Argentina. Es más, Imperio Argentina aseguraba que M. Dietrich era una mujer soberbia y muy desagradable.

    ¿Estamos ante un biógrafo serio? ¿irregular?

    Salucines

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  3. Me complace, Manderly, que hayas advertido una circunstancia relevante en Cinema Genovés. Aquí, en efecto, no sólo proyectamos películas o recensionamos libros que nos gustan. Hacemos sitio a todo aquello que, habiendo pasado por nuestra mirada cinéfila, consideramos interesante dar a conocer. Cuando recomendamos algo, la recomendación queda claramente explicitada. ¿Habrá que utilizar en cada caso rombos o cualquier otro signo para hacer esto evidente?

    Ciertamente, la biografía de Spoto sobre Grace Kelly es muy decepcionante.

    Salucines

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  4. Gracias, deWitt, por tu muy interesante comentario. Se nota que tus opiniones están fundadas en el conocimiento y el buen criterio. Has captado perfectamente el sentido y la valoración de mi reseña sobre la última (que yo sepa) biografía de Spoto.

    Precisamente, porque tenía en cuenta la producción previa del autor, he mostrado mi sorpresa por el resultado de este trabajo sobre Grace Kelly; también mis sospechas (que no pruebas: lo de que el volumen haya sido encargado por el "principado de la rosa" es un malévolo requiebro dialéctico mío de crítico, no una afirmación). La acidez y hasta el gusto por lo escabroso del Spoto de anteriores textos, se tornan ahora gelatina y estilo bizcochable.

    En la Introducción del libro, donde relata los encuentros con Grace y los preparativos del libro, ya queda clara la devoción del biógrafo por la biografiada.

    No tengo datos que confirmen la versión de nuestra querida Imperio Argentina o que la desmientan. Teniendo presente las "circunstancias", yo me inclino a pensar que la artista española no tenía más remedio que escenificar su malestar (que no otra cosa es la indignación).

    Spoto, ¿biógrafo serio o irregular? Como una golondrina no hace verano ―ni una nube, invierno―, yo diría que en la presente biografía sobre Grace, nos hallamos, sencillamente, ante un hombre hechizado por la actriz-princesa. Mas, ¿sólo Spoto lo está?

    Salucines

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  5. Amén! qué más puedo decir? jejejeje!

    Salucines

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  6. Yo me quedo con lo que Grace nos cuenta sobre sí misma en su última foto ... Algo mucho más cercano al personaje o mujer que Hitchcock nos mostraba en "Atrapa a un ladrón" que lo que parece contar Spoto en su biografía.
    Si no que se lo pregunten a David Niven, Gary Cooper, Clark Gable, Ray Milland, Bing Crosby o William Holden... Vaya, ninguno de ellos puede contestarnos. ¡Una lástima!

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  7. Una maravillosa interprete. El cine la recuerda por su enorme talento e inigualable belleza. Por ejemplo en La Ventana Indiscreta, de Hitchcock, esta sencillamente genial, tanto su personaje que reboza inteligencia y seducción, como su hermosura expuesta en primeros planos. Debo ver mas de sus peliculas, pero hasta ahora 100% encantado con sus dotes interpretativas. Un saludo.

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  8. Cierto lo que dices, David. Aunque la doble cara de Grace, los misterios y enigmas de su vida, no se limitan a los amoríos, reales o soberanos. Lo relevante aquí es que impactan de plano en su carrera cinematográfica, una trayectoria que causa perplejidad, por sus incongruencias. De lo cual que querido, asimismo, dejar constancia en mi reseña del libro.

    Salucines

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  9. Las estrellas de cine, Daniel, no brillan, necesariamente, por su talento interpretativo, ni precisan de él para encandilar al espectador. A menudo, basta la fotogenia, la elegancia, la belleza, eso que algunos cursis llaman la "química con la cámara", y demás. Grace Kelly disfrutaba de esos atributos, sin duda.

    Salucines

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  10. Pues no sé si lo has descrito de una forma repipi, pero has descrito, muy bien, lo que es una estrella zzinematográfica. Ahora hay azztores y actrizzes, pero parezze que las estrellas, sólo brillan en el firmamento, o al menos eso me parezze a mí.

    Hablando de otra cosa, se me ha pasado el post de Quine. A mí me gusta. De hecho he usado, algunas vezzes, en mi vida, un divertido recurso zzinematográfico de Quine (utilizzo muchos recursos zzinematográfico en mi vida, pero esto es un secreto).

    - A qué te dedicas???

    Ahora llega el momento en el que yo respondo:

    - Tengo una tienda de flores marinas

    Adivina a qué peli pertezze-

    Caperuzzita

    Possdata: Seguir las pequeñas luzzes de las azzeras fue, durante mucho tiempo otra divertida fantasía

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  11. Nos hemos saltado el post, Caperuzzita, pero no importa. Hablando de Grace Kelly, la niña repipi, nos hemos ido (o mejor, hemos vuelto) a Kim Novak, la gata.

    A mí también me gusta "Me enamoré de una bruja" (Bell, Book and Candle) de Richard Quine. Cuando pierde la condición de bruja (por que se enamoró la bruja), la tienda que regenta la chica ya no es de máscaras tribales, sino de... flores marinas. Ciertamente.

    Salucines

    PS. ¿También apagabas las farolas de las aceras con un movimiento de las manos, como hace Jack Lemmon en la misma peli?

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  12. Estoy deacuerdo con vuestras conclusiones, además, no creo que el testimonio de Hitchcock, sea relevante, sabiendo su misoginia, y su trato a todas sus rubias.
    Un saludo.

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  13. No, Jack Lemmonn es un azztor que me gusta, pero nunca le he copiado nada. Me quedo con ella cuando sólo se calzza para ponerse zzapatos rojos.

    Y con Pyewaket.

    Y con Elsa Lanchester, claro, siempre me ha parezzido una secundaria maravillosa.

    El sortilegio de los teléfonos parlanchines, también, me parezzió muy grazzioso.

    Ves???. Montones de motivos para que me guste "Me enamoré de una bruja"

    Caperuzzita

    Possdata: Prefiero la sonrisa a la risa

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  14. Hitchcock, amigo Emilio, sería misogino, pero conocía muy bien su oficio, así como la psicología humana. En cualquier caso, dejamos constancia de tu opinión.

    Salucines

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  15. Tranquila, Caperuzzita, que este verano tendremos en nuestro Especial de la Terraza de Verano risas y también sonrisas. Y puede que hasta alguna lagrimita...

    Salucines

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  16. Muy buen artículo, yo también desconfio de esas hagiografías, ni que la mujer haya sido perfecta, yo he leído de ella y dicen que andaba jugueteando con muchos actores y sobre todo mayores que ella, para la época no era tan convencional, su casamiento con el principe de Mónaco también huele a "sueño dorado", es decir hombre rico y poderoso que seduce por ese tipo de atributos, lo que si hay que reconocerle es que era sutil y elegante, discreta a más no poder, y coincido en que su imagen es ciertamente dulce y segura, atare sin ser demasiado voluptuosa, pero como bien dices esa picara sonrisa expresa mucha astucia. Un abrazo.

    Mario.

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  17. La verdad, Mario, es que su vida está llena de sorpresas y misterios. Tanto o más que su carrera cinematográfica, verdaderamente desconcertante a la hora de evaluarla. Para empezar, Hathaway,Zinnemann, Hitchcock y Ford la adoptaron siendo una inexperta actriz. Lástima de Spoto no nos haya dado pistas en su libro.

    Salucines

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  18. Muy buena reseña. No se porque pero me temo que todas sus sospechas están muy bien fundadas. Tenía mucho glamour y elegancia, pero no me la imagino en un papel de loba o psicótica.
    Saludos.

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  19. Bienvenido, Lorenzo, a Cinema Genovés y gracias por su amable comentario.

    Los registros interpretativos de Grace en cine eran muy limitados. No fue, desde luego, Bette Davis... Sin embargo, encandiló a casi todos (y todas). ¿Qué tendrá la princesa que a tantos (y tantas) hechizó?

    Salucines

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