Título
original: Hello Frisco, Hello
Año: 1943
Duración: 99
minutos
Nacionalidad:
Estados Unidos
Director: H. Bruce Humberstone
Guión: Robert Ellis, Helen Logan, Richard Macaulay
Música: Charles
Henderson, Emil Newman
Fotografía: Charles
G. Clarke, Allen M. Davey
Reparto: Alice Faye, John Payne, Jack Oakie, Lynn
Bari, Laird Cregar, June Havoc, Ward Bond
Producción: Twentieth
Century-Fox
Siento un
profundo reconocimiento y respeto por
aquellos directores a los que el gran público dispensa un soberano desconocimiento. Sí, a esos cineastas en la sombra que la crítica cinematográfica, así como la historia del cine, han relegado al baúl
de los olvidos, y que, sin embargo, han garantizado en buena medida el sostenimiento del «arte
del siglo XX». Pocos los tendrán por artistas,
tildándolos de simples «artesanos»,
meros empleados del estudio de turno, ganapanes, unos técnicos del montón,
cineastas sin genio ni talento, responsables de realizaciones para el consumo,
el entretenimiento y poco más. Vendrían
a ser algo así como los directores
secundarios del Séptimo Arte, trazando un paralelismo con la distinción
generalmente otorgada al pelotón del reparto, «secundarios», los que hacen
bulto, llenan la pantalla, completan el casting
y ya está.
Ocurre que a menudo las estrellas no dejan ver el firmamento del cine. Al principio las luminarias del cinematógrafo fueron los productores y
algunos selectos actores y actrices de postín, siendo destronados más tarde por
los directores: «el director es la estrella», lema del 68. Desde este momento,
el crédito y el prestigio de los realizadores
artesanos bajaron todavía más de nivel. Frente a los directores autores y creadores, los artesanos quedan oscurecidos, en la penumbra.
Hablaba al
principio de mi profunda admiración por el trabajo de los directores de tercera y
cuarta fila. Y digo «profunda» porque el sentimiento remite a mi infancia y
juventud, a aquellos maravillosos años
en que comencé a amar las películas en las salas de cine de barrio en sesión
continua. Por entonces, no distinguía entre cinema verité y cinema demodé,
aunque estudiaba francés en el bachillerato, y no inglés. Pero sí vibraba con las películas de Tarzán, de
vaqueros, de risa, de Charlie Chan.
Algunas de
aquellas maravillas y de aquellos sueños proyectados en la pantalla, si bien yo
entonces no lo sabía, estaban firmadas por H.
Bruce Humberstone, entre otros nombres que aparecerían al final de los
títulos de crédito y en los que yo no reparaba, expectante sólo en que apareciesen
de una vez las primeras imágenes de la película de verdad.
Hoy, el
nombre de H. Bruce Humberstone (1901-1984) tampoco producirá grande expectación
ni siquiera sumo interés entre los aficionados al cine. Sépase, no obstante, que
señalo un cineasta que se fogueó en el
cine silente, que fue niño actor, ayudante de director (con King Vidor, Edmund
Goulding y Allan Dwan, entre otros) y, finalmente, director durante más de cuarenta
años en la profesión. Hizo múltiples películas de relleno, de complemento,
de los más variados géneros, de esas concebidas y producidas con el propósito
de completar la programación de las carteleras. Películas hábilmente realizadas,
debo añadir, con oficio y buen hacer.
Dejó facturados algunos
trabajos muy estimables, tanto en el policíaco —I Wake Up Screaming (¿Quién mató a Vicky?, 1941, con Betty Grable y Victor Mature)—, como en el bélico —To the Shores of Tripoli (Rumbo
a las playas de Trípoli, 1942, con John
Payne, Maureen O'Hara y Randolph
Scott), el western — Ten Wanted Men (Diez
forajidos, 1955, con Randolph Scott, Jocelyn Brando, Richard Boone). Sin
olvidar el musical, entre cuyos trabajos destaca la película de esta semana en
Cinema Genovés: Hello Frisco, Hello (1943). Producción de 20th Century Fox,
protagonizada, al frente del reparto, por Alice
Faye, John Payne, Jack Oakie y Ward Bond, el film no ha sido estrenado
comercialmente en España, aun tratándose de un clásico del vodevil, el teatro
de variedades y el cine musical mismo, género del que me declaro gran
entusiasta.
Hello Frisco, Hello (1943) es un remake confeso de Rey del
bataclan (King of Burlesque, 1936), film producido por la propia Twentieth
Century-Fox, dirigido por Sidney
Lanfield y en el que Alice Faye y Jackie Oakie encarnan los mismos papeles
que en la secuela, con Warner Baxter en
el rol de protagonista masculino, que en esta ocasión interpreta John Payne.
Baxter fue un galán y una figura icónica del galán en el periodo pre-code, actor reputado y primera
opción en las películas de la belle
époque. Desgraciadamente, no ha sido tan afortunado John Payne como Baxter,
ni como —es un decir, y por referir dos estrellas coetáneas suyas— Ray Milland o Robert Taylor, aunque sus dotes actorales no tengan, en mi opinión,
nada que envidiar a las de éstos; especialmente, si atendemos al capítulo del
cine musical, como es el caso.
Aunque no de manera explícita, Hello, Frisco, Hello remite al clásico San
Francisco (1936), superproducción de Metro-Goldwyn-Mayer, dirigido por W. S. Van Dyke y protagonizada por un
trío de ases: Clark Gable, Jeannette McDonald y Spencer Tracy. «Frisco»
es un nickname de la ciudad del Golden
Gate, el cual, tras hacerse popular de modo transitorio, fue pronto retirado de
la circulación, y aun rechazado por los habitantes de la ciudad a las orillas
del Pacífico. Sea como fuere, la base argumental de ambos films mencionados
tiene bastantes paralelismos entre sí, dejando al margen el capítulo
«catástrofes», ausente en la producción de 1943. Johnny Cornell (John Payne) es el líder de un cuarteto de vodevil,
completado por los personajes de interpretan Alice Faye, Jack Oakie y June
Havoc, quienes intentan ganarse en la vida en bares y locales de varietés situados en Barbary Coast, distrito portuario de
San Francisco, allí donde se concentraba la diversión más popular, bullicisosa y canalla de la ciudad.
Ambicioso y, a la sazón, arrogante,
aspira a ser algo más que un simple danzarín y un cantante a sueldo. Anhela ser
dueño de su propio local. Con astucia,
talento y encanto, el cuarteto llega a erigirse prontamente en una de las
mayores atracciones de la zona, actuando en locales de la propiedad de Cornell.
A estos tugurios van personas de toda condición, incluso de la clase más
acomodada y aristocrática de San Francisco, como la sofisticada señora que
interpreta en el film la bella Lynn Bari,
quien coquetea sin discreción con el nuevo rico. Entre la dama y la corista,
las pieles y las plumas, Cornell se deja seducir por la Bari, quien lo conduce,
tras pasar por el altar, al mundo del
lujo, la alta sociedad y los aires musicales más a tono con el ambiente, por
ejemplos, las arias de ópera.
El vodevil, la troupe y Carnaby Coast quedan atrás. También la grácil Trudy (Alice
Faye), quien interpreta una y otra vez la declaración de amor incluida en la
célebre canción You'll Never Know (que
ganó el Oscar de la Academia a la Mejor Canción Original en la edición de
1943), sin que el aludido, el ofuscado Cornell, llegue a darse por enterado. Hasta el
final, un radiante happy ending que
vuelve a poner las cosas como al principio del film.
Con excelentes números musicales,
convincentes interpretaciones y una dirección tan sencilla como efectiva, Hello, Frisco, Hello (1943) es una
película que entusiasmará a los amantes del vodevil y complacerá sin duda a
todo buen aficionado al cine.
Hace poco vi una película de otro "director en la penumbra": Edgar G. Ulmer, y reparé en lo importante que es rescatar a estos realizadores del olvido. ¿Qué le voy a decir a usted que no sepa? No he visto Hello, Frisco, Hello ni, posiblemente, ninguna otra película de su director pero...queda tanto por revelar.
ResponderEliminarSalucines
Así es, amigo deWitt, de vez en cuando vale la pena dejar la autopista y perderse por las carreteras secundarias para descubrir nuevas panorámicas.
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