Páginas

lunes, 20 de mayo de 2013

ARTHUR PENN REVELADO: EL MILAGRO DE ANA SULLIVAN (1962)



Título original: The Miracle Worker
Duración: 107 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Guión: William Gibson, basado en la pieza teatral deWilliam Gibson
Música: Laurence Rosenthal
Fotografía: Ernesto Caparros
Reparto: Anne Bancroft, Patty Duke, Andrew Prine, Inga Swenson, Victor Jory, Jack Hollander
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer

El capítulo 10 y último —last but nor least— del libro Hollywood revelado. Diez directores brillando en la penumbra (Ártica, 2012)  está reservado al análisis de la vida y obra de Arthur Penn. Con él no ponemos el punto final a nuestra obra, sino el punto y seguido, por tener continuidad en dos volúmenes más. Penn falleció en el año 2010. Los demás cineastas que componen el listado general (treinta en total, diez en cada volumen) de la serie dejaron este mundo antes de dicha fecha. De manera, que nos encontramos ante quien podríamos calificar como el «último de Hollywood», al menos, en el contexto de nuestro trabajo. No nos hemos aventurado más allá en la «modernidad» de la cinematografía hollywoodiense. Hemos dejado a un lado (no digo «de lado») a realizadores posteriores, a los que están hoy vivos y en activo, o en espera de proyecto o contrato. El registro y el estudio del cine contemporáneo es materia para otros textos, por ejemplo, el muy recomendable Cine XXI. Directores y direcciones (Cátedra, 2013).


De los cineastas de su generación, Penn es, a mi juicio, el más interesante director que hace cine en Hollywood contra Hollywood. No es en puridad un outsider, un independiente o un marginal, porque trabaja en el seno de los estudios y su narrativa y estilo son todavía de corte clásico. Pero sí es un inconformista, haciendo patente que desea dejar atrás el viejo Hollywood y, por así decirlo, matar al padre cinematográfico. Muy influido por el cine europeo, incluso realiza experimentos basados en las corrientes que llegan del Viejo Continente; piénsese, por ejemplo, en Mickey One (Acosado, 1965), película interpretada por Warren Beatty.

A pesar de tal empeño, no siempre consigue consumar el distanciamiento, la ruptura o el quebrantamiento pretendidos. Penn está todavía muy marcado por la huella de la tradición y, por lo demás, tampoco acaba de tomarse muy en serio el nuevo cine. Una de las películas más notables que dirigió, Night Moves (La noche se mueve, 1975) recoge una réplica muy célebre y afortunada, que, para muchos, define a la perfección la esencia de la cinematografía francesa, y, por extensión europea: «Una vez fui a ver una película de Eric Rohmer: era como sentarse a ver crecer la hierba». Definitivamente, a Penn le gusta ver y recrear la emoción y la acción en la pantalla.


«Definido por muchos como el más europeo de los cineastas americanos, [Arthur] Penn se adelantó, en el modo de abordar las historias, a la transgresión de los directores que años más tarde integrarían aquel movimiento –si podemos definirlo como tal– denominado «nuevo cine Americano», haciendo suyo el realismo que imperaba en el viejo continente a la hora de colocar el foco sobre el individuo y sus circunstancias, pero sin desdeñar la influencia de los cineastas del Hollywood dorado, a los que, como Elia Kazan, veneraba. Alejándose de la obviedad, el realizador fue capaz de crear unos personajes que hoy definimos, sin ningún reparo, como típicamente pennianos, en los que la huida –física y psicológica– es una constante, y la identidad, siempre dicotómica, el origen de un conflicto de difícil resolución. Tenemos ante nosotros, por tanto, un director que brilla con luz propia gracias a un complejo y exhaustivo tratamiento de la condición humana, sin cabida para los atajos en el tránsito, siempre violento y, a veces, fatal, que viven los personajes. Un cineasta que, como veremos, fue capaz de romper las reglas respetando la tradición fílmica. Un artista, Arthur Penn, cuya obra ha sido injustamente ensombrecida por la alargada y perenne silueta de la pareja de bandidos más famosa de la historia [Bonnie and Clyde, 1967].»

ENRIQUE S. TENREIRO, «Arthur Penn, el director de la huida», Capítulo 10 de Hollywood revelado

 

Influido por la televisión, no lo está menos por el teatro. Este conocimiento de la escena favoreció mucho el resultado de uno de sus mejores títulos, El milagro de Ana Sullivan (The Miracle Worker, 1962). Tanto por lo que hace a la mise en scène como, muy en especial, a la dirección de actores; en este caso de actrices: portentosas, Anne Bancroft (Anne Sullivan) y Patty Duke (Hellen Keller). En el libro puede leerse un notable análisis del film que aquí no voy a repetir ni a intentar mejorar.

Referiré ahora tan sólo un par de glosas anecdóticas, una documental y la segunda de orden personal. 

Patty Duke, la niña Hellen Keller en la cinta de Penn, interpretó en 1979 a la maestra Ana Sullivan en una película para la televisión, del mismo título, donde hace de pupila la actriz Melissa Gilbert (sí, sí, la Laura Ingalls de la serie La casa de la Pradera…).


Durante bastantes años de docencia, he hecho visionar a mis alumnos esta película como una forma de ilustrar el tema de la relación entre el pensamiento y el lenguaje. Porque Penn en El milagro de Ana Sullivan no sólo sabe contar bien una historia, sino además es un narrador riguroso. Las otras películas a las que recurría para desarrollar este asunto tan filosófico eran El pequeño salvaje (L’enfant sauvage, François Truffaut, 1970) y El enigma de Gaspar Hauser (Kaspar Hauser - Jeder für sich und Gott gegen alle, Werner Herzog). Pero, esas son otras historias…


4 comentarios:

  1. Pues qué voy a decir...Que esta es mi película favorita de Penn. Ni Bonnie, ni Clyde, ni Billy El niño, yo me quedo con Anne Sullivan y Hellen Keller.

    Salucines

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues yo lo que digo, amigo deWitt, es que tienes muy buen gusto cinematográfico...

      Salucines

      Eliminar
  2. Bancroft en El milagro de Anna Sullivan roza lo milagroso. Excepcional película.
    Saludos, amigo Genovés.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. La verdad, Daniel, es que la Bancroft es una de esas actrices que están bien en todas las películas que protagonizan. Pero, en efecto, su trabajo es 'El milagro de Ana Sullivan' es especialmente memorable.

      Salucines

      Eliminar