Título
versión española: El intrépido
Año:
1930
Duración:
82 minutos
Nacionalidad:
EE UU
Director:
John Ford, Andrew Bennison
Guión:
Dudley Nichols, a partir de la novela Louis
Beretti de Donald Henderson Clarke.
Música: Peter Brunelli, George
Lipschultz, Albert Hay Malotte, Jean Talbot
Fotografía: George Schneiderman
Reparto: Edmund Lowe, Catherine Dale
Owen, Frank Albertson, Marguerite Churchill, William Harrigan, Lee Tracy,
Randolph Scott (no acreditado)
Producción:
Fox Film Corporation
Born
Reckless (1930) no es un título de la filmografía de
John Ford muy citado. Ni reconocido. Y hay razones para ello. En primer lugar,
porque se trata de una obra de Ford «a medias», es decir, realizada al alimón
con el desconocido Andrew Bennison. Y, en segundo lugar, porque la película, más
que menor, es una curiosidad, una cinta que se ve sin más; o por mejor
decirlo, para ver y no creer que esté firmada (en parte) por John Ford...
No quiero decir con esto que todos los films del director de La diligencia tengan que ser obras
maestras. Esperar tal cosa de un cineasta que dirigió cerca de ciento cincuenta
películas a lo largo de medio siglo de carrera profesional sería propio de un
fanático; o de un friki, como se dice
hoy, creo.
Lo
extraño —amén de curioso— de este título es que se me antoja un remedo o una burda
imitación del cine del gran maestro. Sin duda, muchos son los componentes del
film que comparten el aire de familia fordiano: la presencia de actores de la
factoría (Ward Bond, Warren Hymer, entre otros habituales),
el aire de varonil camaradería en la guerra y en la paz, la centralidad de la
familia en la vida de los personajes, la función principal de la música en la
concepción de las secuencias, la combinación de situaciones de comedia y de
drama, etcétera. Aun así, hay en este film escenas tan mal rodadas, planos tan
penosamente construidos, que ni un Ford borracho habría concebido (y cuentan
las malas lenguas que el director rodó no pocas veces bajo el etéreo estado
etílico).

A mi juicio, el problema
primordial de Born Reckless es que
recorre tal número de géneros que uno no sabe a qué atenerse. En realidad,
la trama se enmarca dentro del modelo gángster, pero el desarrollo del film
parece huir constantemente de las constantes del género, acaso porque no sabe
desenvolverse en él. Y he aquí el verdadero interés de visionar este film: comprobar cómo en el
único título (si no ando errado) en que Ford acomete explícitamente el género gángster, sale peor parado
que quien le cae mal a un mafioso.
Primera conclusión: Ford no supera con
éxito la prueba de este género tan emblemático en el cine de Hollywood (en el
que sí brillaron Howard Hawks, Mervyn LeRoy, Josef von Stenberg, William
Wellman, W. S. Van Dyke, Raoul Walsh, entre otros). Segunda: entendemos ahora por qué no volvió
a intentarlo.
«Born Reckless, ese no es mi tipo de
historia» dicen que dijo Ford preguntado por este hijo putativo… He aquí no sólo un consumado maestro, sino un hombre
honesto.

Aun
tratándose de una cinta cuyo guión fue escrito por el muy experto y competente Dudley
Nichols, la trama tampoco da para mucho. Louis Beretti (Edmund Lowe) es un gángster del tres al cuarto, aficionado a las
joyas (ajenas) casi tanto como a los espaguetis y a su familia propia, por algo
es italoamericano. Bajo sospecha tras el último atraco consumado, el juez le
hace una propuesta muy directa: o a la cárcel o al frente francés. El hampón da
un paso al frente y, hala, a la guerra.
O a lo que sea. Porque apenas vemos
secuencias bélicas. La tropa se dedica
todo el tiempo a cantar, a tocar la corneta, a jugar al beisbol, a montar
bronca en la cantina y a seducir mademoiselles…
Apuesto mi bigote, a que ésta es, justamente, la sección del film rodada por
Ford. Muy breve ella (la secuencia, digo), porque, de pronto, Beretti vuelve a
casa: mamma mia!


A
continuación, Beretti monta un garito en el downtown
y rivaliza con otro matón, Big Shot (Warren
Hymer), a cuenta de dinero y a cuento de mujeres. Al final, hay un duelo y
tal. Ustedes verán y ustedes descubrirán lo que pasa.
Lo
dicho: curiosa película firmada (a medias) por John
Ford que demuestra que nadie es perfecto. Ni siquiera Ford. Ay va, lo que he
dicho… Que es el director número uno, para mí no hay duda. Pero tampoco
titubeo a la hora de afirmar que el territorio gángster le es
adverso. Ni siquiera en el thriller
destacó, fíjense ustedes que día tan iconoclasta llevo.
En el año 1935 dirige Pasaporte
a la fama (The Whole Town’s
Talking), protagonizada por Edward
G. Robinson y Jean Arthur al
frente del reparto. Un título también próximo a ambas temáticas, o sea, hampa y suspense. Un trabajo que
Frank Capra, por ejemplo, hubiese bordado, pero que Ford deja en una obra sin
relieve.
Sea
como fuere, Ford es Ford. ¡Y viva Ford!
¡Extra!
¡Extra!
En
el caso de que alguien no conozca Born
Reckless (1930) y tenga interés en buscar la película, adelante con ella.
Mas no la confunda con otro film del mismo título, aunque éste sea de 1958. La
cinta en cuestión va de rodeos, y añadiré sin ambages que no tengo el gusto de haberla visionado. Sólo he visto el cártel y alguna foto promocional de este producto dirigido
por Howard W. Koch y con un reparto
sugerente…, encabezado por Mamie Van Doren.
No es de Ford, pero
tal vez resulte interesante echar un vistazo a este film. O echarle el lazo... Aquí no hay mamma mia, pero sale la Mamie...