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lunes, 15 de octubre de 2012

EL QUE RECIBE EL BOFETÓN (1924)



Título original: He Who Gets Slapped
Duración: 83 minutos
Nacionalidad: EE UU
Director: Victor Sjöström
Guión: Victor Sjöström y Carey Wilson, a partir de la obra teatral de Leonid Andreyev.
Fotografía: Milton Moore
Música: William Axt (versión restaurada)
Reparto: Lon Chaney, Norma Shearer, John Gilbert, Tully Marshall, Marc McDermott, Ford Sterling, Bela Lugosi.
Producción: Metro-Goldwyn-Mayer


 Ya hemos tenido oportunidad en Cinema Genovés de hacernos eco del cine realizado por Victor Sjöström, en concreto examinando uno de sus mejores trabajos y, al mismo tiempo, uno de los títulos señeros de la historia del cine: El viento (The Wind, 1928). Y es que sin exageración alguna, sépase que estamos hablando de un personaje number one de la cinematografía mundial. El director sueco de nacimiento, criado y crecido en Nueva York, nos ha legado una producción notabilísima, tanto en su etapa en América como en Europa. Un cineasta total, cuya obra, desgraciadamente, es todavía conocida y valorada por pocos.

Victor Sjöström fue Victor Seastrom en Hollywood. Con este nombre firmó los primeros títulos realizados en los estudios norteamericanos. Y no pudo comenzar con mejor pie. En 1924 rueda  Name the Man para la productora de Louis B. Mayer. El mismo año, un nuevo estudio cinematográfico ve la luz: Metro-Goldwyn-Mayer.

El título elegido para inaugurar la singladura de la nueva corporación es He Who Gets Slapped. Gran estreno mundial, de estudio y de película. La compañía recupera para la ocasión un antiguo logo dormido, Leo el León. Ahora, se despierta y ruge. No para asustar a nadie sino para dar la bienvenida al público espectador, para que pasen y vean el gran espectáculo cinematográfico.


En el reparto del film brillan las crecientes luminarias del nuevo estudio: Lon Chaney, Norma Shearer y John Gilbert. Artistas ya célebres aunque todavía en los comienzos de su carrera. Tras la cámara, un director sensible y riguroso: Victor Sjöström. Basado el guión en la obra teatral del escritor ruso Leonid Andreyev, la historia no puede ser más emotiva y conmovedora, dura y cruda, como la vida misma.

El investigador Paul Beaumont (Lon Chaney) anuncia a su (presumible) protector el Barón Regnard (Marc McDermott) y a su (presuntamente fiel) esposa (Ruth King), que, tras años de estudio y experimentación, acaba de llegar al gran descubrimiento científico labrado durante años de trabajo. El valedor del científico, más que bienhechor o filántropo es, en realidad, un padrino, modelo Corleone. No contento con robarle la esposa, el muy Barón perpetra un plan para hacerse también con la fórmula mágica recién hallada, o sea, la baronía colindante de aquel buen hombre.


El amigo truhán guarda el secreto del incauto sabio (valga la paradoja) hasta el día de ser anunciado formalmente ante la Academia y los colegas, donde oficiará de presentador. Mas, oh, sorpresa, el Barón se presenta ante los asistentes como el único artífice del hallazgo. En reconocimiento, recibe los aplausos del público. El verdadero profesor, chiflado, enloquecido por efecto de la trampa, protesta, y tras encararse con el usurpador, recibe, plash, una bofetada en presencia del respetable, el cual celebra el hecho con jolgorio general, aunque muy poco respetuoso. 

A partir de ese instante, el bueno de Beaumont comprende su fatal destino: vestirse de payaso, enrolarse en la troupe circense y erigirse en el personaje que hace las delicias del gentío espectador, el que recibe las bofetadas de todos sus colegas de profesión. Otra vez. Para siempre.


En la compañía hacen sus pinitos (no Pinito del Oro, aun falta tiempo para eso) dos jóvenes jinetes Consuelo (Norma Shearer) y Bezano (John Gilbert), quienes cabalgan juntos, uno más convencido de la cabalgada que la otra. HE, como es conocido el descubridor, oculto ahora en el disfraz de clown, ama secretamente a Consuelo, cuyo nombre contiene también el significado de un amor transferido. Pero, puestas así las cosas, no pueden acabar bien. Para conocer el final, pasen y vean el mayor espectáculo del mundo. Aplausos, plash, plash.


Victor Sjöström lleva a cabo un extraordinario trabajo, pleno de imaginación y de sugerencias, en el que la narración es marcada (no enfatizada) con insertos de gran fuerza dramática y muy significativos. La importancia del montaje en la producción de un film ya había sido vista e inaugurada por D. W. Griffith. También por la cinematografía rusa de comienzos del siglo XX.

El espectador atento advertirá las importantes influencias que tendrá este film en la obra de directores insignes, por ejemplo, Tod Browning, quien en The Unkown (1927) y Freaks (1932) recreará, con su particular estilo, el universo de Sjöström, los fantasmas y las pesadillas, las glorias y las miserias del planeta humano, que gira y gira siempre hacia un mismo sentido. Con sentido y sin él.



7 comentarios:

  1. Había oído hablar de ella, pero nunca he llegado a verla, ahora con una copia restaurada, si la encuentro, le ha llegado el momento. Sjöström son palabras mayores, como se suele decir"buen rescate". Saludos. Roy.

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  2. Pues creo que nunca he visto nada del sueco. Veo que, como se suele decir, esto no tiene perdón de Dios y me tengo que poner pronto a ello. En fin, menos mal que estas viejas glorias campan a sus anchas por You Tube. Apuntadas quedan las dos.

    Un saludo

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  3. Muy interesante propuesta que me apunto. Desde luego tanto Garras Humanas, citada en el texto, y que parece recoge influencias de la obra comentada, como La Carreta Fantasma, dirigida también por Sjöström, deberían estar presentes en las estanterías de los aficionados al cine. Un saludo.

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  4. Al leerr parte de la sinopsis, Fernando, me ha parecido que sí he visto esta película. Lo cierto es que siendo así hará mucho tiempo, seguramente demasiado, porque en mi colección apenas hay películas de aquella época y las que he visto fue en la tele (el UHF, fíjate). Habrá que buscar un buen dvd para poder refrescar esos clásicos...

    Un abrazo.

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  5. Vaya, vaya, pues sí que he acertado con la recomendación. Porque en esta ocasión esta entrada sí lo es, sin dudarlo. Mi reciente revisitación del film ha sido en la versión restaurada, en muy buenas condiciones de imagen y sonido. La película, claro, es muda. Pero la música de William Axt, compuesta para la ocasión es muy buena, con uno de los temas más conocidos de la ópera de Ruggiero Leoncavallo, "I Pagliacci", como motivo central.

    Un film imprescindible.

    Salucines

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  6. Enhorabuena por la entrada, tienes mucha razón, es una película que califico de magnífica. Tiene un ambiente, tan evocador, de enseño que a pesar de un posible tópico con esos personajes, logran que parezcan ciertamente creíbles. En este caso, me gusta la alusión que has hecho a Freaks, una de mis películas preferidas.

    Un saludo.

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  7. Buenas noches. Sí, yo también la recomiendo. La música, como apuntáis, acompaña de manera excelente y oportunísima al drama. La desgarradora historia del payaso, antaño eminencia científica, enmarcada en el mundo del circo, metáfora de la vida como mascarada, es un hallazgo increíble.

    Supongo que estará por el Youtube, pero para los más exquisitos, aconsejo fervientemente la edición de Los Imprescindibles de El Corte Inglés, más que nada porque lleva un estupendo libreto de complemento escrito por Adrián Esbilla.

    Saludos

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