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lunes, 15 de julio de 2019

CHERNOBYL (2019): una tragedia a medio contar



Sospecho, por principio (no digo “por principios”), de las producciones cinematográficas, sean películas o series de televisión, que se publicitan bajo el rótulo “historia basada en hechos reales”. Crea confusión y esconde, por lo común, una verdad a medias: presentar el producto como fiel a la realidad. Un film (el cine) o una serie (la televisión) son, necesariamente, ficción. Así pues, o lo uno o lo otro: o real o no real. No pueden ser A y no A a la vez.
Un documento cinematográfico no es un documental: son productos distintos. Al primero, no cabe exigirle correspondencia con los hechos; al segundo, sí. Empero, no decir la verdad, no significa mentir. Tampoco que las inexactitudes coincidan en la realidad y en la ficción. Entiendo que algo de este tipo ocurre en la miniserie Chernobyl (2019. HBO).
Me pongo, asimismo, en estado de prevención (no digo “de alarma”) ante acciones y productos generadores de unanimidad, o consensos a la búlgara. Pues bien, a poco de emitirse la serie de televisión, la opinión —generalmente, pública— la ha elevado a categoría suprema: “la mejor serie de la Historia”. Si tal coincidencia apunta a temas sensibles, protegidos o blindados a la crítica, como puedan ser la energía atómica (centrales nucleares) y el comunismo (la URSS), entonces la prevención se torna precaución. Una sombra de duda aparece en el horizonte cuando crítica y público, en opuestas orillas ideológicas, alaban al unísono algo o a alguien. Y mucho más, en estos tiempos tan “polarizados”: Polo Norte y Polo Sur.
¿Cómo puede aceptar persona de sensibilidad ecologista una serie sobre Chernóbil que no critique abiertamente la energía nuclear o de inclinación progresista, una serie sobre la URSS en la que, supuestamente, quede mal parada (tanto como la propia instalación nuclear).

La serie de televisión Chernobyl es un producto de ficción. En consecuencia, no cabe exigirle veracidad ni férrea fidelidad a los hechos. La televisión, como el cine, es reflejo, recreación (espectáculo recreativo), de las cosas, y, por tanto, conforma un “espacio de no-verdad”. Ahora bien, llama poderosamente la atención que en la serie Chernobyl las mentiras en la pantalla coincidan, casi al completo y con similar perspectiva, con las de la "versión oficial". Por ejemplo, estas dos: 1) exponer la tragedia de la explosión en la planta nuclear próxima a la ciudad de Kiev como una historia de buenos y malos, de inocentes y culpables; 2) transformar a víctimas en valientes y aun en héroes.
Los protagonistas principales, los héroes narrativos de la serie, son Valeri Legásov (Jared Harris), Ulana Khomyuk (Emily Watson) y Borís Shcherbina (Stellan Skarsgård). Este último, vicepresidente del Gobierno soviético, supervisor general de la crisis, y los dos primeros, científicos con amplios conocimientos en física nuclear. 

El personaje de Khomyuk es ficticio, lo que resulta muy significativo y revelador. En el epílogo final de la serie, donde el espectador tiene noticia del devenir de los verdaderos protagonistas de la terrible peripecia (con las respectivas fotos documentales), no se hace referencia explícita a la experta en física interpretada por Emily Watson, sino de modo indirecto, al afirmarse que "representa a los muchos científicos que trabajaron sin miedo y se pusieron en gran peligro para ayudar a resolver la situación".
Deduzco, asimismo, que en la elección de una actriz (y no un actor) para un personaje de estas características habrá intervenido no poco la corrección política vigente, así como la cuota de género. Decisión que cada cual valorará según su particular criterio. En cualquier caso, tal protagonismo no favorece el desarrollo ni la credibilidad de los hechos referidos. Personaje inverosímil, su entrada en la trama es asombrosa: enterada de la noticia, parte de Minsk, donde no parece ocupar un puesto relevante, hacia Moscú, para incorporarse de inmediato al grupo directivo que gestiona la crisis, algo difícilmente comprensible en un sistema cerrado, férreo,  burocratizado al máximo y con rígidos controles, como el régimen soviético.

Los otros héroes serían los biorobots: trabajadores voluntarios enviados al corazón de las tinieblas con la patriótica tarea de “cerrar la llave de paso”; hundidos en el pantano nuclear, para tirar de la cadena y vaciar las cisternas pútridas; mandados al infierno; “animales políticos” (Aristóteles) sacrificándose por la causa.
El reduccionismo maniqueo, la simplificación dicotómica, corre el riesgo de tornar una tragedia sin paliativos ni justificaciones ni salvedades en una acción heroica, una gesta popular, un ejemplar sacrificio colectivo, con el consolador castigo a los malvados, lo cual hace la tribulación todavía más penosa.
En un espacio y un tiempo en que la inocencia había dejado de existir desde hacía décadas, la serie articula la acción según una tosca división entre “buenos” y “malos”, culpables con excusa y sin ella, individuos con buena o mala voluntad. Repárese, con todo, en que el único personaje “bueno”, “inocente”, “salvable”, de la serie es Ulana Khomyuk (Emily Watson), en un papel que, en realidad, nace de la imaginación de los guionistas. La heroína de la miniserie nunca existió.


Chernobyl no es una producción a desatender ni mucho menos a menospreciar. Percibo en ella, más que fallida, una serie desenfocada; más que bienintencionada, ingenua.
La producción es meritoria. El reparto, correcto sin más. Bastante lograda la localización de exteriores en Lituania y Ucrania para recrear el escenario de los hechos, muy eficiente, mostrando esa realidad gris y cetrina de la supervivencia en la URSS (labor, todo sea dicho, facilitada por la uniformidad arquitectónica y la parquedad del modo de la cotidianidad soviética). Algunas secuencias son verdaderamente brillantes (en especial, los epílogos de los episodios 1 y 2).
La serie, en suma, se queda mini, en una verdad a medias: ni verdad ni mentira, sino todo lo contrario.

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En el número 188 de la revista El Catoblepas puede leerse una crítica más amplia, detallada y razonada de la miniserie: Chernobyl (2019). Más nubes que claros.

6 comentarios:

  1. Creo que has sido un poquito severo en las apreciaciones. Por estos criterios, muy pocas, muy pocas, muy pocas ficciones se salvan. Es cierto que la no verdad es detestable, pero el relativismo equidistante también. A mí tampoco me gusta que sea cuestión de buenos y malos,eso te lo compro. Pero también es verdad que ante catástrofes así hay consecuencias y responsabilidades que depurar, sin caer en una caza de brujas.

    El personaje de Watson obedece a la corrección política,pero en este caso, si fuera hombre, poco cambiaría. Puede parecer una heroína pero pierde como los demás, no es un personaje empoderado porque sí. Aunque coincido contigo enque muchos elementos responden a una marcada narrativa, no te lo negaré.

    También quiero recalcar que en en caso contrario, sin narrativa, no se contaría nada, sería un documental puro y duro, sería relatar los hechos sin más, y... aun así, bien sabes que en muchos documentales se enseñan patitas ideológicas. Nada es neutral, ni una versión ni otra, pero una al fín es la que se expone.

    El problema que le veo yo, es que puede haber mounstruos redimidos o héroes grises, pero al final necesitas englobarlos a todos en un relato. Yo, en mi humilde opinión, no creo que sea un pecado tan grande.

    Pero bueno, en resumen y contemplando lo que escribes, que para nada es desacertado, creo que has aplicado un filtro un poco denso. Eso es todo, siento disentir. Saludos.

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    1. Gracias, brendalle9, por tu correcto y generoso comentario, que, sin duda, amplía la perspectiva analítica de la serie. Que es de lo que se trata, ¿verdad?

      Salucines

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  2. Hola, Fernando:

    Vaya por delante que no he visto esa serie. Cuando me parece percibir una campaña mediática muy bien orquestada prefiero mantener la distancia, por pura desconfianza.

    Estamos, qué te voy a contar que no sepas, en una época pletórica de obras maestras de todo tipo y esto a los escépticos y malfiados como yo nos deja casi que como a bichos raros: con decirte que tampoco he visto la saga de los tronos, ya está todo dicho.

    Me ha interesado mucho tu forma de relatar tu parecer y tus fundamentos con los que no puedo manifestarme conforme en lo particular al desconocer la serie pero que como método me parecen excelentes: la cuestión de la supuesta veracidad en una ficcion siempre rechina porque, efectivamente, en una ficción no buscamos realidad, aunque sí quizás un alegato u opinión sobre hechos que pueden haber acontecido de forma similar.

    Además entreveo en tu crítica una acertada reflexión relativa al sometimiento a los movimientos "sociales" que nos está llevando a verdaderos dislates en busca de una "compensación de género" que no me puede contentar en absoluto siempre y cuando altere la realidad de una situación que además se pretender pasar por verídica: como bien apuntas, en la sociedad soviética de la época, las cosas no podían suceder como cuentan en la serie.

    Cuando en una ficción se presentan cumplimientos de justas reivindicaciones de este siglo aplicadas a épocas pasadas, la falta de lógica me saca inmediatamente del necesario estado de atención a lo que me cuentan: una cosa son las licencias narrativas y otra diferente la tergiversación de un momento histórico.

    En definitiva, declarar que, entre pocas ganas que le tenía y tu excelente exposición, me parece que la aparcaré durante un buen tiempo, que siempre hay cosas mejores en las que ocupar tiempo de ocio.

    Un abrazo.

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    1. Hola, Josep:

      ¡Qué gran placer saber de ti y tenerte por aquí, con tus siempre interesantes reflexiones y comentarios! Como ves, y desde hace años, apenas actualizo el blog Cinema Genovés. Esta entrada es avance y resumen de la crítica de la miniserie, bastante más larga y documentada, que saldrá en revista durante el otoño. Ya te daré los datos de la publicación, si te place. Pondré, asimismo, una nota informativa en esta misma entrada.

      La verdad es que sin Anro, sin Roy Bean… la blogosfera ya no es lo que era.

      Si tú sigues en activo, haré una visita a tu ‘bloc’, en breve. Pero, como digo, he salido hace tiempo de este jardín (o charco…) para meterme en otros.

      Gracias, en fin, por tu amable y brillante texto, que demuestra que has captado la esencia del mío, y eso que se trata sólo de una sinopsis. Tú lo has dicho: "una cosa son las licencias narrativas y otra diferente la tergiversación de un momento histórico."

      Sea como fuere, la serie ‘Chernobyl’, con mirada crítica, vale la pena verla. Tampoco quedan muchas otras alternativas. Excepto revisionar las películas clásicas, que nos sirven de consuelo.

      Un abrazo y Salucines.

      PS. Ahora que nadie no oye: tampoco yo he visto 'Juego de tronos'.

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  3. Buenas.

    Entiendo tus recelos y el análisis que nos presentas. Nada es o blanco o negro. La narrativa, incluso la basada en hechos " reales" casi nunca es neutral, siempre hay un sesgo. Y eso incluye nuestra visión y crítica de las cosas porque partimos de lo subjetivo.
    Nadie tiene la verdad "absoluta" sobre casi nada.
    Personalmente desconfío porque hay cosas que me chirrian pero la serie me parece un trabajo excelente, y lo que sí es real es que aquello sucedió, el accidente y sus consecuencias. La gestión y las mentiras es lo que se critica. Y eso no lo hace sólo un país, ni un régimen. Todos los estados " se protegen", reconocer "las meteduras de pata" no es lo corriente... la transparencia tampoco, no interesa.

    Resumiendo, creo que es una serie interesante, sin olvidar que es una producción inglesa...y tampoco es cuestión de rechazarla por "ir contra corriente ".
    De todas formas me ha parecido muy interesante tu reseña.

    Salucines, amigo Fernando.

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    1. Ya te echaba de menos, amiga Abril. ¿Qué sería de Cinema Genovés sin tus amables y sabrosos comentarios?

      En efecto, según consta en la misma entrada, la serie tiene interés y es recomendable. No estaríamos tratando sobre ella en caso contrario. Otra cosa es la valoración que se haga de la misma. Y en eso estamos.

      Veterana y fiel seguidora de este blog de cine y series de televisión, sabes muy bien que sus páginas, más que opiniones o simples "me gusta/no me gusta", contienen 'críticas' cinematográficas. A veces, contracorriente, pero jamás por el gusto de llevar la contraria...

      Salucines y feliz verano.

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