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lunes, 15 de septiembre de 2014

MUD (2012)


Título original: Mud
Año: 2012
Duración: 130 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Jeff Nichols
Guión: Jeff Nichols
Música: David Wingo
Fotografía: Adam Stones
Reparto: Matthew McConaughey, Tye Sheridan, Jacob Lofland, Reese Witherspoon, Sam Shepard, Ray McKinnon, Paul Sparks
Producción: Everest Entertainment / FilmNation Entertainment / Brace Cove Productions

Es para mí una verdadera satisfacción — además de agradable sorpresa—, el poder disfrutar del visionado de una película reciente, adulta, inteligente, bella y bien realizada. Un hecho poco habitual, lo cual merece ser consignado aquí como es debido. Con más razón cuando se trata de una cinta supuestamente dirigida al público juvenil, como es Mud (2012), dirigida por Jeff Nichols. 

Cuando el cine era cine, la clasificación por géneros (western, policiaco, musical, etcétera) contenía un sentido y una significación artísticos, mientras que la clasificación moral o por edades ahondaba en una tercera dimensión, pacata y burocrática. Lo clásico, sea en relación a las películas o a los libros, es para todos los públicos, siempre que sean velados adecuadamente los contenidos púbicos... El film dirigido por Victor Fleming, Capitanes intrépidos (1937), por poner un ejemplo, no tiene fecha de caducidad, y puede disfrutarse por cualquier espectador, desde los siete hasta los ochenta y siete años, como mínimo. Lo mismo cabe decir de la lectura de la novela Tom Sawyer de Mark Twain. Por citar una narración que viene muy a cuento…


Mud, película ambientada en el Missisippi, tanto por temática como por contenidos, remite, en primera instancia, al mundo de la citada historia inmortal del héroe de río de nuestra adolescencia. No hablemos ahora de «homenajes» ni mucho menos de «adaptaciones», ni nos abandonemos a la nostalgia o la melancolía. Porque he aquí el primer acierto del film: haberse apoyado en una base firme para emprender, a continuación, una travesía propia.  Y he aquí el valor de lo clásico: el eterno retorno de lo que siempre fue para a su vez ser de nuevo.

Los jóvenes protagonistas de Mud, Ellis y Nick, inician de mañana una tarea que combina la aventura con el rito: la inspección periódica del tesoro que conservan en una isla del río. Magnífica idea el situar el bote descubierto por los zagales suspendido en las ramas de un árbol, lo que aporta a la situación un componente fantástico, sobrenatural o fuera de lo común que combina muy bien —al tiempo que sirve de contraste y contrapeso— con el brutal realismo de la trama. La lancha arbolada hace las veces de la casita encantada en el jardín (de infancia) con la que todo muchacho sueña, un lugar propio donde refugiarse del mundo real y vivir uno su vida.


Aquel entorno calmoso y paradisíaco, de arenas limpias y aguas transparentes, es invadido de pronto por un extraño, Mud (Matthew McConaughey), que surge como por encantamiento, un tipo al que temen al principio y quien pronto les fascina, especialmente a Ellis (Tye Sheridan), el soñador, el romántico. Mud, como su nombre indica, está atascado en el fango. Es un sujeto alto, fuerte, poderoso, y porta un revolver ajustado al pantalón vaquero, encima de los riñones. Un tipo duro que, no obstante, necesita ayuda; más tarde quedará al descubierto su lado oscuro, su punto flaco, su debilidad. 

También es un fugitivo de la justicia, circunstancia que los chavales desconocen al principio, y que luego descubren, como van descubriendo las cosas de la vida con el tiempo, poco a poco, golpe a golpe, verso a verso. Porque aquel súbito encuentro es mudado rápidamente en hallazgo, aventura, correría, riesgo, hazaña, donde manda la justicia poética no la de los hombres. ¿Qué más puede desear un muchacho que anhela ser mayor lo más rápidamente posible? Mud les hará madurar, como tiene que ser: encontrándose con la dura realidad.



Film intenso y hermoso, mucho más que otra película sobre el final de la inocencia y el paraíso perdido, en la mejor estela de los trabajos de Robert Mulligan, transporta al espectador a un universo en el que coexisten el edén y las tinieblas, los viejos tiempos y el porvenir, el amor y el desamor, el bien y el mal, la naturaleza y la ley, el campo y la ciudad, la amistad y la traición, la familia y la individualidad.

Todo ello, y más, narrado a lento compás, cual balada de blues sureño, sabiendo acelerar el ritmo cuando es preciso, para remansar de nuevo en las orillas del Mississippi, un escenario natural perfectamente insertado en la historia. Película, pues, ambiciosa sin pompa, que convence tanto en las escenas marcadas por la acción (espléndida secuencia final del asalto a la vivienda flotante de la familia) cuanto por la la meditación. Un largometraje muy recomendable.



5 comentarios:

  1. ...es que McConaughey me da tanta pereza... Pero, bueno, anotada queda, aunque sólo sea por la estela de Mulligan.

    Salucines

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  2. Desde luego el film es interesante y claro está el "nuevo" McConaughey..pero (jaja) entiendo lo que quiere decir DeWitt..es tan all right all right..

    La entrada estupenda, amigo Fernando, por la sinopsis que haces de la película

    Saludos

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  3. Una gran esperanza Jeff Nichols, también es un sólido trabajo "Take shelter".

    Saludos

    Sergio

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  4. Gracias, amigos, por vuestros comentarios.

    Salucines

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