DIÁLOGOS OFF OFF

Hace unas semanas nos ocupábamos en este espacio de los diálogos-fantasma en el cine, esos parlamentos de los que mucho se habla, aunque poco o nada se les ve (o escucha) por ninguna parte; excepto el plumero. A menudo, más que presuntos diálogos, cabría tildarlos de presuntuosos. En muchos casos, nadie niega, sin embargo, ingenio y agudeza a quienes los inventaron e hicieron correr y correr por esos mundos del celuloide esquizoide.

Hoy, deseo traer a colación en Cinema Genovés un diálogo, asimismo, citado como auténtico y veraz, en el que intervienen dos personajes relacionados con el cine. Un intercambio verbal no extraído esta vez de un fantasmagórico guión, sino captado entre bambalinas. A esta clase de diálogos los denominaré off off. Porque, están fuera de escena por partida doble: no corresponden exactamente a momentos de rodaje y contienen algunas interesantes duplicidades.

Los participantes en el diálogo son el director John Frankenheimer y la actriz Evans Evans, camino de convertirse, no en Evans a secas ni en Eva sin Adán, sino en Evans Frankenheimer, esto es, la esposa (hoy viuda) del cineasta neoyorquino. La distendida charla habría tenido lugar en los prolegómenos del rodaje del film Su propio infierno (All Fall Down, 1962). Un título producido por John Houseman e interpretado por Eva Marie Saint, Warren Beatty y Karl Malden, al frente del reparto.

He aquí la sustancia del diálogo off off:

- Bienvenida al rodaje de Su propio infierno ¿Cómo se llama, señorita?
- Evans  Evans
- Y yo, John John. Venga relájese. Nombre y apellido.
- Evans Evans.
- Déjeme adivinar, ¿viene de Baden Baden?
- No, de New York, New York.
- Aunque sea contra su voluntad, sepa que cuando acabe el rodaje, pasará a llamarse Evans Frankenheimer.

 No polemizaré sobre la realidad o ficción de semejante derroche de inspiración, vivacidad y buen humor en una conversación, aparentemente, de carácter informal. Aunque parece demasiado perfecto para ser auténtico (diríase perteneciente a unas líneas magníficas de guión), nadie negará que, como muestra en el arte de cortejar y aun de propuesta de matrimonio, merece una mención especial. 

Sea, en fin, realidad o leyenda en el territorio del cine, como es sabido, publicamos la leyenda. Aunque digamos siempre la verdad...

 ¡Extra! ¡Extra!

No ha tenido el inteligente director mucha suerte con los críticos ni con los historiadores de cine, aunque sí con el público. Una discrepancia diría que nada inusual. Generalmente considerado como un cineasta del montón, de tercera fila hacía atrás, John Frankenheimer (1930-2002) es, no obstante, un cineasta con una filmografía amplia y muy notable, en la que encontramos bastantes títulos de primera división: Birdman of Alcatraz (El hombre de Alcatraz, 1962); The Manchurian Candidate (El mensajero del miedo, 1962); Seven Days in May (Siete días de mayo, 1964); The Train (El tren, 1965); French Connection II (1975); Black Sunday (Domingo negro, 1977); Ronin (1997).

Curtido en el medio televisivo ―de la estirpe de Sidney Lumet y Arthur Penn, aunque menos intelectual que éstos―, Frankenheimer realizó, a lo largo de su carrera profesional de más de cuarenta años en activo, una obra sólida y variada. Incluso los títulos realizados en los 60 y 70, siempre tan marcados por tan prodigiosa época, pueden disfrutarse tanto hoy como ayer.