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martes, 15 de abril de 2025

'Waga seishun ni kuinashi' (1946). 'Un Kurosawa' desconcertante

 

Un Kurosawa desconcertante

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Califico la película Waga seishun ni kuinashi (1946), dirigida por el cineasta japonés Akira Kurosawa, de desconcertante: especialmente, según mi parecer y entender, para el espectador poco avisado, no muy informado del contexto económico y socio-político del Japón de la primera mitad del siglo XX y, más en especial aún, si visiona la versión española del film. Sucede que el desconcierto al que aludo empieza por el mismo título, a saber, No añoro mi juventud. Un visionado atento de la cinta produce una impresión extraña, creyendo que lo que ha pasado por la pantalla no se ajusta al título (versionado en español) que lo encabeza, cuando ocurre todo lo contrario: la emotiva experiencia de la protagonista, Yukie Yagihara (Setsuko Hara) provoca en ella un sentimiento de No me arrepiento de nuestra juventud. Al final de la película repite varías veces el principio que le inculca su marido Noge: «No te arrepientas nunca».

Ante la duda, se interesa uno por el título en la versión inglesa: No Regrets for Our Youth, traducción opuesta a la española y mucho más próxima al sentido del rótulo original, respetando el sentir de una experiencia común de Yukie; con el esposo, pero también con el grupo de amigos y compañeros de estudios. Éstos jóvenes son identificados en la cinta como «antimilitaristas» y «antifascistas», es decir, opuestos a la pertenencia de Japón al Eje, junto a la Alemania nazi (comandada por el Führer) y la Italia fascista (gobernada por Il Duce, Mussolini) y, por tanto, enfrentados a los Aliados, entre ellos Estados Unidos y… la URSS (una vez deshecho el pacto estratégico de amistad y no agresión con Hitler, tras la invasión de territorio ruso por parte de las tropas germanas en 1941). El uso de la expresión genérica «antifascista», como arma de propaganda y agitación política, fue diseñado y puesto en práctica por los servicios de espionaje y propaganda soviéticos en los años 30 del siglo XX, a partir de un plan estratégico del agente Willi Wüntenberg al servicio de Stalin. [1]

¿Cuál sería el resumen del film? Véase en Internet una referente en español, escogida al azar, del film:

«Yukie, hija de un profesor universitario, se queda conmocionada cuando su padre es expulsado de su cátedra por sus enseñanzas políticas, pero mucho más aún cuando su novio es arrestado y ejecutado bajo la acusación de espionaje. (FILMAFFINITY)» Las «enseñanzas políticas» mencionadas no están especificadas y la ejecución de Noge, «bajo la acusación de espionaje», sugiere que se trata de una acusación falsa (como, todo sea dicho, también así se deja caer en la propia película).

 

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Acaso unas puntualizaciones al respecto ayuden a una lectura cinematográfica crítica de Waga seishun ni kuinashi.

El arranque del film se sitúa en la universidad de Kyoto, año 1933. Grupos de estudiantes se manifiestan en contra de la invasión japonesa de Manchuria (China), contra la destitución del profesor Yagihara, de la facultad de Derecho, por su postura contraria a dicha ocupación, y, en consecuencia, contra el fascismo. Los cánticos de los estudiantes están repartidos entre concentraciones en el campus universitario (combinando imágenes documentales con filmadas para la película) y una excursión campestre a las afueras de la ciudad. Abrazados, hombro con hombro, los jóvenes entonan estas letrillas (las cuales se repiten en varias ocasiones a lo largo del metraje): ♫Las flores tiñen de un rojo intenso la colina. En la rivera la plantas lo cubren todo de verde. Las flores de Kioto son un espectáculo. ♫ Entre la pandilla de amigos se encuentran Yukie (hija del profesor Yagihara y única fémina del grupo), Itokama y Noge, pretendientes de la muchacha. Yukie, frívola y grácil más que coqueta, discute con Noge sobre política: a ella no le gustan los «rojos» y su padre es «liberal». La hostilidad encubre, sin duda, su amor por Noge. Poco después, el joven es detenido por la policía y pasa varios años en prisión, acusado de alborotador y desorden público. A la salida de la cárcel, visita, junto a Itokama a la familia Yagihara, comunicándoles que se ha rehabilitado y ha moderado su pasión política. Yukie, decepcionada y enojada al escuchar esta declaración (¿no ajustada a la realidad?), abandona de pronto la reunión; cuando su madre le hace saber que los muchachos ya se marchan, se niega a despedirse de ellos.

Con todo, Yukie sufre una profunda crisis y decide irse de casa, instalarse en Tokio y ser libre e independiente. Su padre acepta la decisión, recordándole que «La libertad es algo por lo que hay que luchar. Es una lucha llena de sacrificios y penalidades.» (sentencia, que como las de Noge, repetirá interiormente en más de una ocasión). El personaje en la película del profesor Yagihara diríase inspirado en Takigawa Yukitoki, profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Imperial de Kioto, destituido de su puesto tras pronunciar una conferencia en dicha facultad condenando la invasión japonesa de Manchuria, y por profesar en el campus la ideología marxista. Simpatizantes comunistas organizaron movimientos de protesta ante la medida ministerial (episodio conocido como Incidente de Takigawa), denunciando que ésta es infundada y una mera excusa para suspender al profesor de la docencia (la defensa a veces fundamenta la acusación).

En Tokio, Yukie se aplica a pequeños trabajos y vive modestamente. Un día, se topa en la calle con Itokama. La invita a comer, informándole previamente de que es un hombre casado. Asimismo, le hace saber que Noge se encuentra en la capital de Japón, en tareas editoriales. Yukie merodea por el local de trabajo de Noge, pero no se decide a entrar y presentarse, hasta que es descubierta por aquél, viven juntos un tiempo hasta que se casan. Yukie sospecha que, en realidad, Noge está trabajando en actividades subversivas aunque no logra identificarlas (Yukie, madura desde la tierna frivolidad a la adulta candidez). La policía, en cambio, sí detecta la actividad de Noge, quien es detenido, junto con la mujer. Ambos son interrogados, por separado, y maltratados. Interviene Itokama, logrando que sea liberada. Al tiempo, y al tanto de la situación, llega a la capital el padre de Yukie, anunciando su intención de defender judicialmente a Noge. Demasiado tarde. Itokama comunica a padre e hija que el arrestado ha aparecido muerto en su celda. El profesor intenta consolar a Yukie con estas palabras: «Hizo un buen trabajo. Arriesgó su vida para salvar a Japón de la guerra. Tú eras su esposa. Debes estar orgullosa de él.»

Ryukichi Noge (Susumo Fujita) «se inspiró en el personaje real de Hotsumi Ozaki, quien ayudó al famoso espía soviético Richard Sorge [2] y se convirtió en el único ciudadano japonés condenado a muerte por traición durante la Segunda Guerra Mundial.» [3]

Japón, tras el bombardeo de Pearl Harbor, entra formalmente en el conflicto bélico contra Estados Unidos y los aliados. Yukie, golpeada emocionalmente por la noticia de la muerte (ejecución) de Noge, decide ir a vivir con los padres de éste, campesinos en el pueblo natal del marido. Tras alguna vacilación, es aceptada por ellos, si bien la madre hace notar que la joven pertenece a una familia rica mientras que esta es una familia pobre. Yukie, cuyas manos están acostumbradas a tocar el piano, empuñan ahora la azada como expiación y sacrificio (su padre ya le advirtió de que la libertad exige sacrificios). A poco de instalarse en la cabaña de los suegros, Yukie averigua que la marginación y soledad de la familia Noge se debe a la actitud de rechazo de la comunidad, la cual acusa a éste de ser «traidor» y «espía». Si bien la mujer está al tanto de las actividades del esposo, juzga de infamia la imputación, se indigna y defiende a la familia adoptiva, dedicando a ésta y sus tierras toda la energía. Las imágenes que muestran las tareas agrícolas de la propiedad Noge, de cariz épico, parecen inspiradas en un film de Serguéi Eisenstein.

Según le anunció Noge a Yukie, con ínfulas de profeta, su imagen y sus ideas serían aceptadas y aplaudidas en diez años a lo más tardar («La verdad se sabrá dentro de 10 años.») Y esto ocurre en la pantalla. El profesor Yagihara recupera la plaza académica que ocupaba y en su primera lección en clase homenajea el nombre y la obra de Noge, antiguo alumno del centro, felicitándose de que las ideas de éste hayan sido, finalmente, asumidas por la sociedad japonesa. Un cerrado aplauso del público certifica la declaración.

Finalmente, Yukie descubre la «función social del trabajo» y decide asentarse en el pueblo de sus suegros (cuya comunidad ya ha admitido en ella a la familia Noge) dedicándose a propiciar la reforma agraria y el sufragio femenino.

Akira Hurosawa ha firmado una película de fuerte contenido político, en 1946, recién terminada la Segunda Guerra Mundial: un producto filocomunista encubierto por un mensaje «antifascista». Aunque tal vez no sea el principal responsable de ello. Sólo desde una, explícita o no, «Política de Autor», habría que señalar en primer lugar al director de una película como responsable de la misma, hasta el punto de que en el idioma español existe la costumbre de emplear esta expresión: «película de…» (en inglés, esta atribución no existe cuando dicen «directed by»). También del inglés proviene una expresión adecuada como sinónimo de «director»: es «filmmaker», término, en efecto, preciso, pues señala a quién hace el film, si bien no sea el único (el cine es, por su esencia, un oficio de grupo) ni el factótum. Ocurre que a la hora de identificar, valorar y evaluar una cinta, a veces hay que dirigirse no al director…, sino, digamos, al productor o… a los sindicatos. Esta segunda circunstancia diríase que aconteció en la realización del largometraje que comentamos. En su Autobiografía (Something like an autobiography, 1981) —contradiciendo, todo sea dicho, el título original del film— Kurosawa escribe: «me arrepiento de muchas cosas de esta película». Y añade:

 

«El título de mi primera película de posguerra se popularizó. Tras su estreno, era frecuente encontrar en los periódicos y otros medios la frase "sin remordimientos por nuestra…". Pero, personalmente, la sensación es la contraria: me arrepiento mucho de esta película. La razón es que el guión fue reescrito contra mi voluntad. Esta película nació en medio de las dos grandes huelgas sindicales en los estudios Toho. La primera disputa en Toho tuvo lugar en febrero de 1946 y la segunda, en octubre del mismo año. Waga seishun ni kuinashi se produjo durante los siete meses entre ambos estallidos. Como resultado de la victoria de la primera huelga, el sindicato de empleados de Toho adquirió gran poder y aumentó el número de afiliados al Partido Comunista entre los empleados.»

 


[Setsuko Hara y Akira Kurosawa durante el rodaje del film]

Kurosawa, quien contaba por entonces 36 años, tuvo que plegarse a las directrices de la casta sindical, si quería rodar el film; en la Autobiografía, cumplidos los setenta años, lamenta no haber llevado a cabo el guión y el plan originales. De no haberse tratado de una de sus primeras películas, cuando alcanzó fama e influencia, quizás su actitud hubiese sido menos obediente. Pero, esto es especulación. El caso se sintetiza en el resultado del trabajo: una película desconcertante, que engañó incluso al ejército norteamericano de ocupación, cuyos especialistas en censura cinematográfica dejaron colarse un film con mensaje comunista al tiempo de que, tras el visionado de la cinta, felicitaron calurosamente a sus realizadores… En la citada Autobiografía, Kurosawa deja constancia de su satisfacción ante la labor de los censores norteamericanos, permitiéndose una pequeña maldad hacia sus compatriotas; «Todos [los censores norteamericanos] se portaron con nosotros con corrección. Ni uno sólo de ellos nos trató como criminales, como nos habrían tratado los censores japoneses.»



NOTAS

[1] Cfr. Stephen Koch, El fin de la inocencia. Los intelectuales occidentales y la tentación de Stalin (1993).

Sinopsis del ensayo: «El estalinismo, en su momento de máximo apogeo, sabía que, para completar su dominio mundial, debía reclutar un ejército clandestino, capaz de librar con éxito el combate en el frente de la propaganda. Para ello, desde principios de los años treinta, los dirigentes soviéticos confiaron a un hombre en la sombra, Willi Münzenberg, la tarea de orquestar —de Londres a París, de Hollywood a Berlín— una campaña de manipulación sin precedentes a favor de la Unión Soviética y el sueño comunista. Es precisamente este capítulo oscuro de la historia del siglo XX el que Stephen Koch explora en este libro magistral en el que los intelectuales se convierten en espías y los espías en agitadores de ideas. De Gide a Hemingway, de Dorothy Parker a Bertolt Brecht, de Dos Passos a Malraux y Aragon, fueron muchos los intelectuales que Münzenberg reclutó, en un sistema que funcionó hasta la década de los sesenta con una eficacia extraordinaria. ¿Eran idealistas naifs? ¿O estaban convencidos de que el comunismo era el futuro de la humanidad? Traiciones, delaciones, procesos manipulados e incluso asesinatos jalonan este aspecto poco conocido de la guerra fría, con un capítulo importante durante la guerra civil española.»

[2] Para más información sobre Sorge, véase el ensayo biográfico Un espía impecable: Richard Sorge, el maestro de espías al servicio de Stalin (2021).

[3] Cfr. Página web sobre la película de Kurosawa.