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lunes, 4 de mayo de 2015

THE SECRET SIX (1931)


Título versión española: Los seis misteriosos
Año: 1931
Duración: 83 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: George W. Hill
Guión: Frances Marion
Fotografía: Harold Wenstrom
Reparto: Wallace Beery, Lewis Stone, Johnny Mack Brown, Jean Harlow, Marjorie Rambeau, Paul Hurst, Clark Gable, Ralph Bellamy
Producción: Cosmopolitan Productions / Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)

Hoy en día, mencionar al director George W. Hill (1895-1934) no dirá gran cosa a la mayor parte de aficionados al cine. Todo lo más, puede que algunos lo confundan con un cineasta posterior de nombre semejante: George Roy Hill (1921-2002), realizador de Dos hombres y un destino (Butch Cassidy and the Sundance Kid, 1969), entre otros populares títulos. El George Hill del que hablamos esta semana en Cinema Genovés, el primero de ellos, nos remite a los primeros compases de la historia del cine y, más en particular, a la productora Metro-Goldwyn-Mayer recién constituida, gran estudio en el que el cineasta se afirmó como un valor seguro, hasta su temprana muerte. 

Durante el rodaje del film The Good Earth (1937), basado en la muy celebrada novela de Pearl S. Buck, el director se suicidó, siendo aparcada la producción durante varios años, hasta que Sidney Franklin la concluyó. Quedó así dramáticamente truncada una filmografía limitada a dos decenas de títulos, algunos de bastante interés. Entre ellos, The Secret Six (Los tres misteriosos, 1931).


Interesante, en primer lugar, por tratarse de una de las obras pioneras del género gángsters, a partir de cuya datación llegó a constituirse en un registro muy destacado en el cine de aquellos años de la Ley Seca y la Gran Depresión. Ciertamente, The Secret Six no cabría encuadrarlo en el grupo privilegiado de clásicos del género, si bien contiene elementos estimables. El reparto no es el menor de ellos.


Louis “Slaughterhouse” Scorpio, papel interpretado por un muy convincente Wallace Beery, una de las estrellas de MGM por entonces, es el protagonista de una trama clásica: el ascenso y caída de un capo del hampa. Empleado en una fábrica de conservas cárnicas (de ahí que reciba el apodo de “Matarife”, tan gráfico como alusivo de sus consecutivos quehaceres), es reclutado por Johnny Franks, un matón con malas pulgas que llega a cargale el muerto a Scorpio de un ajuste de cuentas a su cargo, librándose de paso de un probable competidor en la jerarquía de la organización criminal. El papel de Franks es encarnado por Ralph Bellamy, actor que brinda aquí una imagen muy distinta de la que caracterizará su carrera, o sea, un tipo melifluo y un buen chico. La mencionada bribonada que le gasta el entonces jefecillo de la banda (y su consecuencia) está resuelta de manera muy ingeniosa.

La policía acude al despacho del matón (situado en el piso superior del garito que dirige y sirve a la vez de cuartel general de la banda), donde comparte confidencias con Newton (Lewis Stone), abogado corrupto y alcoholizado que representa la cara amable y elegante del grupo hampón. El letrado intenta con poco éxito hacer de Scorpio un hombre de negocios que pueda vestirse de chaqué sin que le delate su doble condición de matarife y de gatillo fácil inclinado al matarile, cuando de delicado sólo tiene el hecho de no beber alcohol, sólo leche.


Los agentes desean saber la identidad del responsable de un crimen reciente. Franks, desconcertado al principio, señala a Scorpio y el lugar donde localizarlo. A continuación, tira a la papelera la botella de leche reservada para éste, dando a entender que no va a ser consumida. Scorpio sólo es herido tras la encerrona y la consecutiva refriega. Al volver a la oficina, con el brazo izquierdo sangrante, repara en la botella del blanco líquido, tumbada como un ataúd en el cesto de residuos. Rápidamente, con la mano derecha desenfunda el revólver y dispara contra el truhán que acaba de traicionarle. Consigue así ponerse al frente de la banda, aunque su reinado será corto. Ya se sabe que en las películas de aquellos años, el criminal nunca gana…

En un descanso del rodaje de The Secret Six (1931)
Dos estrellas del cine, todavía en su etapa ascendente, dan aún más relumbrón al reparto de The Secret Six: Clark Gable y Jean Harlow, en la primera de las cinco películas en que aparecen juntos. Las restantes, donde ya forman pareja protagonista son: Red Dust (Tierra de pasión, 1932. Victor Fleming); Hold Your Man (Tú eres mío, 1933. Sam Wood); Mares de China (China Seas, 1935. Tay Garnett); Entre esposa y secretaria (Wife vs. Secretary (1936. Clarence Brown) y Saratoga (1937. Jack Conway). 




Durante el rodaje de este último film, Harlow enferma gravemente y es ingresada en una clínica, a pesar de la prolongada resistencia de su madre, una fanática naturista. Pero, ya es tarde, la estrella se apaga poco después. Nace en el firmamento cinéfilo otro mito de la pantalla…



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