La
historia de la composición musical está repleta de célebres parejas, dúos y duetos que han hecho las delicias del buen
aficionado. Tanto si reparamos en la ópera (Mozart y Da Ponte), en el pop y el rock (Lennon y McCartney; Jagger y Richards) o en el musical (George e Ira Gershwin; Rodgers y Hammerstein II, Lerner y Loewe). En algunas
ocasiones dicha confluencia es debida a motivos de marca (que no de maraca) o
para suavizar la tendencia al protagonismo y al divismo en los miembros de un
grupo. Resulta esto bastante común en las bandas de la denominada “música moderna”. Sin
embargo, en la mayor parte de los casos, la mágica asociación de dos talentos
viene dada por razones profesionales y de especialidad artística, a saber, la composición de música (o partitura) y la
escritura de letras (o libreto) de forma particularizada.
Esta
semana, Cinema Genovés homenajea a dos autores muy estimables, cuyos nombres
propios no son muy conocidos, aunque sus composiciones sí lo sean, y mucho.
Estamos hablando de Jay Livingston y
Ray Evans, una de las parejas
musicales más longevas en el oficio y estrechamente vinculadas a las
producciones en cine y televisión. Durante más de medio siglo trabajaron
juntos estos talentos, haciendo más mérito para ser distinguidos con el
ingenioso e satírico título que el concedido en aquellos años dorados del cine
a los guionistas Billy Wilder
y Charles Brackett: “el matrimonio más
feliz de Hollywood”. Y más de un paralelismo, como veremos a continuación,
puede establecerse entre estas ganadoras dobles parejas.
Diríase que el destino favoreció la reunión de
Livingston y Evans, hombres hechos y
derechos que riman hasta en los nombres de pila; Jay y Ray, respectivamente.
Especializados en la composición de canciones, más que de bandas sonoras, el
reconocimiento les llegó, sin embargo, de modo casual. El azar y la necesidad
no pocas veces se cruzan. El compositor Victor
Young tenía terminada la música del film Vida íntima de Julia Norris (To Each His Own, 1946), soberbio
melodrama dirigido por Mitchell Leisen
a partir de una historia ideada por Charles Brackett. La Paramount, productora
de la película, pidió a Young que compusiera, como tarea extra, una canción con el
título original, a lo cual se negó. La major
propuso, entonces, a Livingston y Evans
dicha labor. El resultado fue un éxito total y el citado título llegó a incorporarse al lenguaje coloquial: a
cada cual lo suyo. A la vista de lo cual, Paramount contrata de fijo a ambos
autores.
Tres de las canciones firmadas por Livingston
y Evans recibieron sendos Premios Oscar
de la Academia de Hollywood:
En 1948, Buttons and Bows,
popularizada por Bob Hope en Rostro pálido (The Paleface. Norman Z. McLeod).
En 1950, Mona Lisa, incluida en el film El capitán Carey (Captain Carey. Mitchell Leisen).
En 1956, Qué será, será, interpretada por Doris Day en la película El
hombre que sabía demasiado (The Man
Who Know Too Much. Alfred Hitchock).
Los
trabajos de Livingston y Evans no se limitaron al cine. También series de
televisión muy famosas llevan su música. En 1959, el productor de Bonanza,
Alan Livingston, encargó a su
hermano Jay y a Evans que amenizaran el opening.
El fruto del mismo es un clásico, tan familiar como su canción de Navidad, Silver
Bells.
Cabecera serie Bonanza
Tema completo Bonanza
Alan
Livingston, a la sazón, estaba casado con Nancy
Olson, actriz que debutó en el cine interpretando el papel de Betty
Schaefer en El crepúsculo de los dioses (Sunset
Boulevard, 1950). Lo cual nos lleva, para acabar, de vuelta al
principio, esto es, a los paralelismos entre Jay Livingston/Ray Evans y
Wilder/Brackett, estos últimos guionistas de la obra maestra sobre la vida y
delirios de Norma Desmond/Gloria Swanson.
Ocurre que Wilder, director de la película, solicitó a Livingston y Evans que escribieran una canción para la secuencia de la fiesta de fin de año en la casa de Artie Green (Jack Webb) a la que acude su amigo Joe Gillis (William Holden), tras una fuerte discusión entre el gigoló y la diva. El realizador les pidió, igualmente, que interpretasen ellos mismos la escena con la canción compuesta, y, como protección y propina, que tocaran también Buttons and Bows. Wilder rodó secuencias con ambas canciones. La que quedó en el montaje final y todavía escuchemos en la inmortal cinta es Buttons and Bows.
Ocurre que Wilder, director de la película, solicitó a Livingston y Evans que escribieran una canción para la secuencia de la fiesta de fin de año en la casa de Artie Green (Jack Webb) a la que acude su amigo Joe Gillis (William Holden), tras una fuerte discusión entre el gigoló y la diva. El realizador les pidió, igualmente, que interpretasen ellos mismos la escena con la canción compuesta, y, como protección y propina, que tocaran también Buttons and Bows. Wilder rodó secuencias con ambas canciones. La que quedó en el montaje final y todavía escuchemos en la inmortal cinta es Buttons and Bows.
¡Extra! ¡Extra!
Los
amigos y seguidores de Cinema Genovés
conocen la querencia de este blog por la serie de televisión Frasier,
con Kelsey Grammer interpretando el
rol principal. Pues bien, en uno de los episodios de la misma, el célebre
humorista —no por causalidad, reencarnación de Bob Hope— canta, quién lo iba a
decir, Buttons and Bows. Un actuación
que no me resisto a compartir con todos ustedes.
Cómo te agradezco la información que nos dejas.
ResponderEliminarMe parece tan importante la labor de los compositores y las bandas sonoras ..pueden engrandecer una historia más, si cabe. A veces es lo que más se recuerda.
No conocia los detalles sobre la unión de estos dos músicos y sin embargo sí su trabajo, has hecho muy bien en reseñarlo y rescatarlo.
Muy talentosos. El Mona Lisa y Qué será será..¿quien no los ha tatareado? y ¡Bonanza..un clásico de la tele! Pero sin duda alguna lo que más gracia me ha hecho es que incluyeras ese video de Frasier porque tambien es una de mis series favoritas. ¡Esa voz de Kelsey Grammer..ronca..estupenda!
Me ha gustado mucho tu entrada.
Salucines, amigo Fernando
Gracias a ti, amiga Abril, por tu amable comentario.
EliminarTambién para mí fue una agradable sorpresa ir descubriendo, una a una, las maravillosas canciones que compusieron estos dos autores, a quienes, cierto es, justo es recordar y homenajear.
Salucines