La serie True Detective puede preciarse de haber alcanzado, en su primera temporada, un nivel de calidad y hondura muy notables. Una entusiasta acogida de público y buena parte de la crítica ya tiene encumbrado este título en el olimpo de las teleseries. No es para menos. La producción es de nivel A, con una ambientación y un cuidado en la dirección artística extremos que hace de los escenarios y pantanos de Louisiana un protagonista más. El guión —firmado por su «creador», Nic Pizzolatto—, es preciso, sólido y diríase que trazado con tiralíneas. La trama, serpenteante como los ríos del sur de Estados Unidos, avanza a lo largo de diecisiete años —desde 1995 a 2002—, narrada de modo paralelo por los principales personajes de la serie. Cary Joji Fukunaga firma la dirección, brillante, impactante, en algunos momentos, excelente, de primer nivel cinematográfico. La banda sonora ha estado a cargo de T. Bone Burnett, autor también de The Handsome Family, tema que pone música a los títulos de crédito. En cuanto a las interpretaciones, con Matthew McConaughey y Woody Harrelson al frente del reparto, encarnando dos agentes de la Policía del Estado, dejan al espectador, a menudo, sin aliento.
True Detective
es un producto fijado respetuosamente a los géneros y subgéneros clásicos,
reconocible dentro de los cánones severos del policíaco,
a partir del cual avanza por su propio paso, vehiculado, a su vez, por el patrón
argumental del buddy film o film de colegas, en el que dos personajes
masculinos, de muy diferente temperamento y carácter, combinan sus energías en
una misma dirección, aunque a menudo chocando entre sí.
Martin Hart (Woody Harrelson)
representa en lo material lo que Rust Cohle (Matthew McConaughey) en lo
espiritual; si bien
ambos evolucionan según las influencias mutuas. Martin es, en principio, lo más
parecido a un policía-funcionario, bebedor y mujeriego, convencional y sometido
a la rutina, a las creencias vigentes y el reglamento, que tiende a la
autojustificación y a la compasión (sobre todo, la propia), vigilante de
mantener el statu quo familiar
tradicional, incluidas las amantes... Actúa por el principio de autoridad;
superior en rango policial de Rust, ve a menudo su orgullo humillado por éste,
al ser quien lleva, por lo general, la iniciativa.
Rust, por su parte, sigue el
principio racional de actuación, el método hipotético deductivo, si bien
sazonado de transitorios episodios de visionismo, así como de un concepto ascético de
la existencia, amén de escéptico y que, más allá de la desesperanza y el
quijotismo, camina por la senda de la desesperación y aun de la expiación. Rust
entiende el trabajo policial como un sacrificio, él que se confiesa ateo. En su
caso, hablar de misión a la hora de
referirse al caso criminal que llevan entre manos tiene más de deber moral y
hasta de sagrado cumplimiento que de simple quehacer profesional. Está más al
servicio del Alma que del Cuerpo (de Policía). Y es que el conflicto central supone la lucha entre policías y
criminales, incluso de agentes entre sí, pero, sobre todo, entre el Bien y el Mal.
En los dos
personajes protagonistas, como tiene que ser, biografía y tarea policial se
imbrican inexorablemente, trágicamente. La trama arranca con el hallazgo del
cadáver de una muchacha en un bosque, víctima, según los primeros indicios, que
van confirmándose con el tiempo, de un crimen ritual con marcados elementos satánicos realizado por un serial-killer. Tras la investigación, el
asunto se intrinca en una perversa y demencial tramoya de pedofilia organizada.
Desde el primer momento, Rust asume la tarea no sólo en términos de delito
castigado por las leyes humanas sino, sobre todo de transgresión de la ley natural, de violación de lo sagrado, es
decir, aquello que no admite justificación, ni puede tolerarse de ningún modo, ni, en
rigor, expiarse. Sólo castigarse.
En
consecuencia, la bestia debe morir.
He aquí el título de una novela escrita por
Nicholas Blake, publicada en 1938. Un asunto del que me ocupé en este espacio hace unos años. El pasado y el caso criminal en la serie
remiten, en primera instancia (o última, según se mire) a esta narración. La hija pequeña de Rust fue atropellada por
el conductor de un automóvil produciéndole la muerte inmediata. Aquella tragedia determina
poderosamente la atribulada existencia del personaje. Desde la separación de su esposa (incapaces de
vivir en común con aquella dramática ausencia) hasta el propio destino, alma en pena, individuo atormentado por el recuerdo y mortificado de
haber traído al mundo un ser para la muerte… tan tempranamente.
El resto es un deambular de aquí para allá, de norte a
sur, saldando cuentas, expiando la culpa, huyendo de las pesadillas y
persiguiendo a los criminales que con sus viles acciones alimentan el eterno
retorno del crimen impío.
En este
caso, no hay compasión ni cuartel. A la caza de la bestia va uniéndose,
implicándose, Martin, poco a poco, no siempre comprendiendo la auténtica
dimensión de la misión, con titubeante convicción, aunque, principalmente, por
amistad, por camaradería, por fidelidad, por fe. Porque diversas son las caras de un verdadero detective.
Mi estimado amigo Genovés, si me permites copio el comentario que dejé en otro blog amigo, El de Josep, para no contradecirme.
ResponderEliminarPrimero decirte que es una reseña estupenda aunque no esté totalmente de acuerdo con tu valoración (y eso, ya sé, sobre ésta serie "de culto" parece un crimen..hablando de ellos..)
Lo dicho, añado el comentario
Mucho se ha dicho por ahí sobre la serie y su final que no parece contentar a todos, a mi si te digo la verdad, me chirria un poco.
..pero vamos a quedarnos con lo mejor. La atmósfera, ese paisaje de Lousiana, lo denso que resulta todo, lo sucio, el miedo que provoca, a mí me impresiona, es tan desagradable, tan inquietante, la banda sonora, espléndida (supongo que eso está hecho aposta) ,esas gentes, los white trush, todas las miserias y desvaríos, los rituales.. gente sin futuro, hundidos e ignorantes. El mal que se palpa (yo ahí veo al Rey Amarillo tan traido y llevado) la corrupción policial, politica, religiosa, el mirar para otro lado ante los crímenes...y luego claro está el centro de la historia es la relación de ellos dos, tan distintos, el macho alfa, Marty Hart y el nihilista colgao Rush Cohle, aquí radica todo, la amistad, cómo son y cómo terminan siendo.
Decir que son grandes interpretaciones la de los dos es bastante obvio (quizás para mi gusto, en algunos momentos sobreactuados, se les va la pinza). La cosa es que la serie ha creado tantas expectativas y tantos adeptos que si uno opina que no es para tanto, al menos no obra maestra, te tachan de ignorante, de no estar atento o de ir contracorriente por esnobismo. Todo exagerado, insisto, a favor o en contra.
Demasiados cabos sueltos, no sé si por puro macguffin. Tampoco sé si en siguientes temporadas se retomarán algunas de esas lineas que quedaron sin resolver.
No es que una buena serie tenga que terminar "happy end" en el sentido hollywoodense, puede que el mejor final sea el más coherente con la historia y eso es independiente de que sea bien o mal, ya me entiendes. Insisto que a mí el final me parece un poco flojo o como "apañado".
Total que la luz brilla más que la oscuridad of course.
Tampoco la voy a comparar con otras series que a mí me han gustado mucho de principio a final ( Breaking Bad pongo por caso) o lo que he visto de Boardwalk Empire. Cada historia es independiente y desde luego HBO se está luciendo. La factura impecable.
Sigo pensando lo mismo, es posible que sea tambien cuestión de gustos.
Saludos, amigo :-)
Como habrás deducido por mi entrada, amiga Abril, no llego a tener 'True Detective' como una serie de culto. Aunque no negaré que me ha gustado mucho.
EliminarTodavía tengo pendiente 'Breaking Bad'. Pero, ay, se me acumula la faena...
Salucines
Lo que más me gustó de True Detective fue su estética, lo que menos - como dije en su día- Mathew Mc.... Creo, también, que tiene un ritmo demasiado pausado pero confieso que tiene momentos sublimes. Veremos qué ocurre con la segunda temporada.
ResponderEliminarsalucines
Pues mira, amigo deWitt, yo "descubrí" al actor Mathew Mc... en el film 'Mud', reseñado hace poco en Cinema Genovés. Hasta entonces, no conocía de su existencia. Luego me encuentro con este personaje suyo en 'True Detective' y, sí, me ha convencido su trabajo, la verdad. Y ya sabes que a mí no me convencen fácilmente...
EliminarSalucines
Pues como no he visto True Detective tengo poco que decir... Que tras esta entrada tengo aún más ganas de ponerme con ella. Además no paro de escuchar que "La Isla Mínima" tiene un aire a esta serie, y también tengo muchas ganas de verla. En fin, Fernando, como tú dices: mucha faena...
ResponderEliminarUn abrazo
En efecto, amiga Mara. no damos abasto... Yo he tenido 'True Detective' en lista de espera durante meses, hasta que, me dije: "de este verano no pasa". Y pasó lo que pasó.
EliminarYa me contarás, si la ves.
Salucines
Buena reseña Fernando de una serie que va al alcanzar la medalla, creo, de leyenda. Un abrazo desde el rancho
ResponderEliminarGracias, Juan Carlos, por tu amable comentario.
EliminarLa medalla yo le doy ya por esta primera temporada. La incertidumbre está en que, al cambiar en las siguientes reparto y equipo técnico, nos encontremos con un producto que poco tenga que ver con el punto de partida.
Salucines