Año: 2014
Duración: 166
minutos
Nacionalidad:
Estados Unidos
Director: Richard Linklater
Guión: Richard Linklater
Fotografía: Lee Daniel, Shane Kelly
Reparto: Ellar Coltrane, Patricia Arquette, Ethan
Hawke, Lorelei Linklater, Jordan Howard, Tamara Jolaine, Zoe Graham, Tyler
Strother
Producción: IFC Films
INTRODUCCIÓN
«El cine, hay que ver, nació con un
fin primario y elemental meramente documental, a modo de un incipiente
film-documento; experimental, incluso. Pero, poco después, experimentó una
profunda transfiguración, merced al desarrollo de la industria y la técnica y,
por encima de todo, a la energía proveída por la imaginación artística de los filmmakers, quienes en lugar de
limitarse a captar y reproducir simplemente lo existente, se esforzaron por recrearlo,
conmoverlo y alegrarlo, por aligerarlo de cruda realidad; animando lo real, si queremos decirlo así.
El paso de
las fotografías animadas a las fantasías animadas constituye ya un capítulo de
la Historia del Cine. Con la expresión «fantasías animadas» no pretendo señalar
aquí, en exclusividad, el cartoon,
los dibujos animados, el cine de animación. La evolución del cinematógrafo necesitó articular las primitivas cintas
filmadas al objeto de darles consistencia, por medio de una historia y trama
básicas, por muy elementales que fuesen al principio, no basadas fielmente ni
necesariamente en la realidad («cualquier parecido con la realidad es mera
coincidencia»), sino imaginadas a partir de ella.
De ser un
mero artificio mecánico, un invento técnico, una curiosidad científica, el cine
llegó a convertirse la entidad de producción artística; de simple y elemental
manufactura pasó a erigirse en primera y
fenomenal industria. El cine no podía
conformarse con ser un desarrollo tecnológico más de la fotografía. Debía dar
un paso más allá. Se trataba de fundar un nuevo continente artístico, una
nueva narrativa, para lo cual era preciso concebir narraciones fílmicas,
productos de ficción, alumbrados por la imaginación creadora (guión original) o
bien adoptados de otros géneros (guión adaptado). En consecuencia, además de
técnicos, el nuevo arte precisó también de escritores.
A poco de existir, el cine dejó de
ser un invento más para pasar a entenderse como un singular arte de invención. Digámoslo en términos
tecno-científicos: el cine no podía —tampoco debería hoy— quedar reducido a un
mero mecanismo cinemático. No hay auténtica acción cinematográfica sin la participación de tres
componentes principales: estructura
narrativa, experiencia estética, transmisión de emociones. No quebrantando
dicha triada primordial, el cinematógrafo es capaz de resistir un buen número
de pruebas, innovaciones y accidentes, manteniendo en todo momento la sustancia
propia. He aquí, a mi entender, el quid de la cuestión, el ser o no ser del
cine.»
Fragmento de la «Introducción» de mi libro Mervyn Leroy y Lewis Milestone. Cine de variedades vs. de trinchera (Amazon-Kindle,
2012)
A PROPÓSITO DE BOYHOOD (2014)
La historia de la imagen registra, entre otros logros,
fenómenos y prodigios, el haber consumado la transición desde el álbum familiar
de fotografías a la feliz reunión de industria y arte que dio como resultado el
cine. El Séptimo Arte no aspira, por tanto, a la mera reunión mecánica de
instantáneas cuanto a articular un cuerpo unitario significativo con leyes
propias. Pues bien, Boyhood (Momentos de una
vida, 2014), película dirigida por Richard
Linklater, pretendiendo frescura e innovación cinematográfica, nos retrotrae, por el contrario, al simple
retrato, a los encuentros en la primera, la segunda y la tercera fase del
crecimiento de un muchacho (niñez, adolescencia, mocedad). Y ya está: a positivar... El film remite,
sin más, a un documental camuflado; a un experimento tornadizo; a un mero
artificio. Y, lo que resulta más reprochable, dando como resultado un largometraje (muy, muy, largo)
pretencioso, amén de aburrido, aunque a más de uno deje con la boca abierta, y no por efecto del bostezo sino de admiración.
Leo y escucho algunas críticas según las cuales el film es harto valioso
en cuanto persigue pintar un fresco de la Norteamérica de las últimas décadas.
Pues, ¡vaya frescura! También que la cotidianidad y la naturalidad (¿el
naturalismo?) de la trama y sus vistas logran conmover al espectador. Parafraseando
al filósofo, sólo puede añadir esto: hay
razones del sentimiento que la razón no comprende. Misterio. Cada cual se
emociona según el sentido y la sensibilidad que Dios que le ha dado. Comoquiera
que sea, no tengo duda de que el producto va a arrasar entre los gacetilleros y
el público en general, así como en la próxima ceremonia de los Oscar.
En Boyhood, el argumento (simplista,
banal, tópico) no es, en realidad, lo que importa en este caso; ni la
realidad misma, sino su manipulación. Tampoco la cursilería constituye el mayor
reparo que pueda argüirse en su debe.
El leit motiv del film, el quid de la cuestión, la presumida gracia
del asunto, reside en el pretexto “experimental” en que se apoya, en el
supuesto tour de force que, por lo
visto, lleva a cabo: una osadía narrativa que quiere ser odisea, a saber: contar una historia que quiere hacer
Historia, recoger en ciento sesenta y seis minutos un rodaje que se demora a lo
largo de doce años con el mismo reparto.
¿Y esto para qué? Para que la vida siga su curso; anhelando, nada menos, que película y vida concuerden, evolucionando conjuntamente. La clave del tema está, entonces, en el tiempo como categoría, en saber (o no) diferenciar entre tiempo y duración (Henry Bergson), en mezclar (o no) tiempo real con tiempo cinematográfico, en confundir (o no) lo real y lo ficcional, cual si se tratasen de categorías semejantes o intercambiables.
¿Y esto para qué? Para que la vida siga su curso; anhelando, nada menos, que película y vida concuerden, evolucionando conjuntamente. La clave del tema está, entonces, en el tiempo como categoría, en saber (o no) diferenciar entre tiempo y duración (Henry Bergson), en mezclar (o no) tiempo real con tiempo cinematográfico, en confundir (o no) lo real y lo ficcional, cual si se tratasen de categorías semejantes o intercambiables.
El cine dispone de una gran variedad de recursos técnicos y narrativos —la elipsis, el montaje, los insertos, las
transparencias, el maquillaje, los efectos especiales— a fin de captar en
imágenes el paso del tiempo, no tomando como referencia las leyes de la naturaleza sino las de la
cinematografía. Buscar la alteración de tales órdenes puede considerarse cosa
innovadora —¡incluso, ay, transgresora!—, pero, desde la perspectiva estrictamente
cinematográfica, no es necesario ni eficaz.
Cuando se despoja
a una película de la sensación de fantasía y magia que deben atesorar sus imágenes,
poco queda de oficio y arte cinematográfico. Queda, eso sí, reprografía, facsímil,
video casero, álbum familiar…
Excesivo favor le haces, Fernando, considerando que está falta de ese artificio que tanta alergia parece causar y que es la esencia de todos los cines. Incluso el cine de autor es artificio, aunque sea otro tipo de artificio. En su supuesta ausencia de artificio Bresson es puro artificio, pues la vida real se parece tanto a Bresson como a un musical de Vincente Minnelli, se me entiende, ¿no?, jaja. A mi me parece poca cosa "Boyhood", incluso poco original pues ya se ha hecho muchas veces pero se han ido estrenando trocitos (Truffaut, Bill Douglas...). La originalidad de Linklater ha sido esperar y estrenar el montaje entero de golpe, pero vaya, eso tampoco es que sea algo tan radical.
ResponderEliminarUn saludo
Sergio
Gracias, Sergio, por tu comentario.
EliminarComo sabes muy bien, el término "artificio" tiene varios significados. Yo aquí lo empleo en el sentido de "artimaña", de "simulación". Decimos, por ejempo, de una película que es "tramposa" cuando quiere dar al espectador gato por liebre y se funda en una impostura.
Claro que el cine es ilusión, fingimiento y ficción. Cosas distintas del engaño, la doblez y el simulacro. El problema surge en el momento en que se postula y aun se predica el "cinema verité", hay gente que se traga el cuento y corre el bulo. Tú ya me entiendes...
Salucines
No parece ser de tu agrado, nada dices de los actores, de la nominada Patricia Arquette y Ethan Hawke.. al menos no te parece en su conjunto tan especial como la pintan..umm..tampoco la he visto y no estoy excesivamente interesada, supongo que la veré, en algún momento, sin mucho entusiasmo.
ResponderEliminarGracias por tu "no recomendación", así ya estoy sobreaviso.
Salucines
¿Se ha notado mucho, amiga Abril, que no me entusiasma la peli...?
EliminarNo hablo de Patricia Arquette porque soy un caballero... En serio, me gustó mucho en 'Lost Highway' (David Lynch). De Ethan Hawke, mejor me callo. Y los muchachos... ¡es que no son actores..., sino objetos de un experimento!
Salucines
Hola D. Fernando. Mucho gusto en retomar, aunque sea eventualmente, el recuperar a los viejos amigos. Tengo mucho trabajo por delante. Estoy lo que se dice pez en lo que se refiere al cine del 2014. Si he visto en pantalla grande, por contra bastante cine. Incluso escaparme al Cinema Dore para ver el reestreno de The quiet man restaurado. Poco a poco volvera a tener noticias mias. Hasta entonces un fuerte abrazo.
ResponderEliminarRoy
Mi querido amigo Roy. Un placer tenerle de nuevo por aquí. Espero que no "eventualmente", sino más a menudo...
EliminarMe alegra también comprobar que John Ford y sus películas siguen acompañándonos y hermanándonos.
Un fuerte abrazo y Salucines