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lunes, 3 de noviembre de 2014

EL REBELDE ORGULLOSO (1958)


Título original: The Proud Rebel
Año: 1958
Duración: 103 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Dirección: Michael Curtiz
Guión: Lillie Hayward y Joseph Petracca
Música: Jerome Moross
Fotografía: Ted D. McCord
Reparto: Alan Ladd, Olivia de Havilland, Dean Jagger, David Ladd, John Carradine, Harry Dean Stanton
Producción: Formosa

Desde la perspectiva marcada por la politique des auteurs —definición Cahiers, todavía vigente hoy—, Michael Curtiz quedaría relegado al pelotón de los directores accesorios, suplentes, sin personalidad ni estilo propio, un realizador de estudio (no por ello, «intelectual», sino todo lo contrario), «artesano», en fin. El hecho de que señalemos, asimismo, a un filmmaker prolífico y productivo, con ciento setenta y dos películas en su haber —casi cincuenta realizadas en su etapa europea, antes de instalarse en Hollywood—, capaz de facturar cuarenta y seis largometrajes entre 1930 y 1939, como cualquier cosa, no haría sino acentuar la sospecha. Añadir, en suma, que fue un cineasta que bregó con grácil habilidad en los más variados géneros y que ha firmado títulos muy taquilleros y populares, incorporaría a ese distintivo artesanal la no menos bochornosa distinción de director comercial, confirmando así su exclusión en el exquisito y elitista club de los autores.

Cineastas del calibre de Michael Curtiz —nacido en Budapest, de donde huye tras un golpe de mano que proclamó en 1919 la República Soviética de Hungría—, directores de esta casta, son los que hicieron dorado el viejo Hollywood y grande el cine clásico. En Cinema Genovés, rendimos homenaje esta semana a un personaje fundamental en la historia del cine, eligiendo para la ocasión uno de sus trabajos menos glosados y loados, mas no por ello menos valioso y notable: El rebelde orgulloso (The Proud Rebel, 1958), western protagonizado, al frente del reparto, por Alan Ladd y Olivia de Havilland.

El rebelde orgulloso, un western, en efecto, no muy conocido ni ponderado como merece, está fijado en los patrones clásicos del género, subgéneros postguerra civil y film con niño, esto es, títulos en los que —como en Raíces profundas (Shane, 1953. George Stevens) o Río sin retorno (River of No Return, 1954. Jean Negulesco & Otto Preminger)— el papel interpretado por un muchacho resulta especialmente relevante en la trama, sea por el contenido de la misma, sea por seguirse ésta desde la mirada del joven. En tales circunstancias, la elección de actor púber resulta fundamental para el éxito de la empresa y su posterior remembranza.
 
Brandon De Wilde en Raíces profundas (1953)
Marilyn Monroe, Tommy Rettig y Robert Mitchum en el rodaje de Río sin retorno (1954)

Sin la imagen de Brandon De Wilde y Tommy Rettig, por reparar tan sólo en las cintas mencionadas, se me antoja inconcebible evocar Raíces profundas y Río sin retorno, respectivamente. El papel de niño en El rebelde orgulloso fue reservado a David Ladd, hijo de Alan Ladd también fuera de la pantalla, y, para ser sincero, debo decir que, en esta ocasión, no es esta presencia la que hace magnífico o inolvidable un film, sino bastantes otros elementos. 

Para empezar, la trama de la película, presentada en un brillante prólogo pleno de gran valor simbólico.

Conductor carromato (John Carradine): Espere un momento. Ese rifle... Si veo bien, es usted del sur.
John Chandler (Alan Ladd): Así es.
CC: Es gracioso. Yo voy al sur y usted al norte.
JCh: Ahora las cosas han cambiado.
CC: Por lo que sé, va en dirección contraria, señor. Dicen que hay mucho dinero que ganar en el sur.
JCh: No entiendo mucho de saqueos.
CC: Es usted bastante orgulloso para ser un soldado sureño.
JCh: La guerra ha terminado, señor.

He aquí compendiado en un breve y admirable diálogo, la base argumental del film. John Chandler (Alan Ladd) recorre el país junto a su hijo David (David Ladd), de diez años, quien tras presenciar la muerte de su madre y el incendio de su casa durante la Guerra Civil, ha perdido la facultad del habla. Buscan a un médico competente que cure al muchacho, le haga superar el duro trauma que padece y le saque de su silencio. Les acompaña un hábil y muy bien adiestrado perro pastor de ovejas, lo cual sugiere que, antes de estallar el conflicto bélico, la familia Chandler vivía acomodadamente en su propiedad y negocio.

Chandler, antiguo oficial en el ejército sudista, se siente culpable por no haber podido proteger a la familia en tan dramáticos momentos. Devolver la voz al hijo representa, entonces, la imperiosa acción de repare su falta, su ausencia. Vive empeñado en que las cosas vuelvan a como estaban antes de la Guerra, en la medida de lo posible. Estamos ante un tipo orgulloso, que desea vencer su particular trauma y no meterse en problemas, pero que no por ello olvida ni se deja avasallar ni acepta ayudas que no pueda pagar. Soldado derrotado y propietario saqueado, debe trabajar en lo que salga para seguir adelante y costear la curación de su hijo.

El vendedor ambulante con quienes se cruzan en la primera secuencia de la película les informa de que la ciudad más próxima (con médico) es Aberdeen, Illinois. Hacen allí una visita al doctor local. Al no ser éste especialista en la materia, les sugiere contactar con un colega suyo en San Francisco, quien ya ha solventado con éxito casos semejantes. Mientras tanto, los hijos de Harry Burleigh (Dean Jagger), dueño de un rebaño de ovejas, intentan robar el perro de los Chandler, atado a la puerta de la consulta. Se produce una pelea que termina en el juzgado. Chandler, además de orgulloso es sudista en territorio hostil, lo que no facilita las cosas en la vista ante el juez.


Linnett Moore (Olivia de Havilland), propietaria de un rancho —objeto asimismo codiciado por los Burleigh para paso y pasto de su rebaño— paga la fianza de Chandler y le ofrece faenar en el rancho. Linnett es una joven solitaria y soltera; afirma no estar casada por no haber encontrado al hombre adecuado para ella. Desde este momento, tiene lugar una estrecha relación afectiva entre los cuatro (el perro tiene una participación decisiva en la vida del rancho), en el que se cruzan intereses y riesgos, amenazas y provocaciones, soledades y emociones, sacrificios y renuncias, todo lo cual es recompensado, finalmente, con un happy ending que pocos espectadores experimentarán con desengaño, irritación o chasco.


Film hermoso, conmovedor, inteligente y muy recomendable, cuya visión no evitará fácilmente que el espectador pueda evocarle algunos títulos clásicos; por ejemplo, Raíces profundas, ya citadoo El despertar (The Yearling, 1946. Clarence Brown). Ello no obsta tampoco para que, con personalidad, calidad y voz propias, merezca ser considerado como otro clásico a su vez.



2 comentarios:

  1. Pues efectivamente es poco conocida, al menos yo no tenia ni idea pero parece entrar en ese grupo de peliculas "bonitas" que hay que ver. Además de las ya citadas por tí, películas con niño.. me ha venido a la mente Tres vidas errantes con Mitchum y Deborah Kerr que me apetece revisar igualmente.

    Salucines amigo Genovés

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    1. Preciosa película, 'Tres vidas errantes', amiga Abril. Aunque más que 'film con niño', yo la recuerdo como 'film con un grandioso Peter Ustinov...' O sea, un 'film con un niño grande...'.

      Salucines

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