Título original: The Tall T
Año: 1957
Duración: 78 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Budd Boetticher
Guión: Burt Kennedy, basado en una
historia de Elmore Leonard
Música: Heinz Roemheld
Fotografía: Charles Lawton Jr.
Reparto:
Randolph Scott, Richard Boone, Maureen O'Sullivan, Skip Homeier, Henry Silva
Producción: Columbia Pictures
Budd
Boetticher no es un director sobresaliente, para qué nos vamos a engañar, pero
hizo películas muy interesantes. Acercarse a su filmografía supone una experiencia que merece
la pena, que recomiendo a todo buen aficionado al cine. En particular, la aportación al western del cineasta nacido en Chicago la juzgo incuestionable, y aun valiosa. Mi primer contacto con el cine del Boetticher tuvo
lugar con el visionado, hace un montón de años, de El desertor del Álamo (1953), y quedé fascinado. Nunca ha estado
mejor Glenn Ford —por lo general,
actor harto desabrido— en un papel protagonista, y alguna superproducción,
pasada o reciente, sobre la célebre resistencia numantina en Texas queda en
evidencia cuando la cotejamos con la modesta aunque potente cinta de aventuras
en la frontera.
Curiosa coincidencia. Fue precisamente John Wayne —director de El Álamo (1960)— quien en buena medida
alentó y favoreció la carrera de Boetticher, al producir Bullfighter and the Lady (1951), título que le introdujo en la
industria cinematográfica por la puerta grande. Por si esto fuera poco, John Ford pidió visionar la película antes del estreno, la cual le encantó. Dispuesto a patrocinarla, puso como
condición hacer un nuevo montaje de la cinta en el que se suprimiesen bastantes
“minutos de mierda”, que, a su juicio, desmejoraban el resultado. Los metros de
cinta finalmente suprimidos incidían en los elementos más autobiográficos del
film. Cineasta principiante, Boetticher no replicó entonces al mejor director
del mundo. Pero, poco después rompió relaciones con el Duke y el Papi.
Tal vez en el episodio mencionado se
halle la clave del cine de Boetticher. Situado en ese momento, sin delicadezas
ni medias tintas, en pleno dilema sobre qué destino seguir, debía elegir entre incorporarse de lleno al
sistema de trabajo de los estudios de Hollywood o seguir su camino en el mundo
del cine de la manera más independiente posible. Urgía decidirse entre la
profesión o la vocación. Optó por la segunda opción. El balance consiguiente es
una filmografía, ciertamente original y
personal, pero también irregular, desigual, mediana. Una trayectoria que le
llevó a facturar sobre todo producciones de bajo presupuesto, realizadas casi
siempre con más pasión que destreza; por no denominarlas de “cine B”,
calificación que el cineasta, claro está, detestaba, y en rigor acaso no sea
justo ni riguroso aplicar en su caso.
Sea como fuere, Boetticher, emprendió su
destino de caballero andante, sin
poseer el talento de Allan Dwan, ni de
Samuel Fuller, ni de Donald Siegel, pongamos por caso. Amaba
más el mundo relacionado con el cine que el oficio cinematográfico mismo;
aunque Boetticher no tenía el genio transitorio de John Huston. Rueda una serie de westerns
paralelos con un mismo actor fetiche al frente y similar voluntad de crear un
mundo propio, pero Boetticher no es Anthony
Mann.
Con todo, el conjunto de la filmografía
de Boetticher ofrece un panorama muy atractivo, conteniendo algunos episodios
ciertamente notables; por ejemplo, el conocido como ciclo “Ranown”, el cual
agrupa las películas filmadas bajo el sello de la productora del mismo nombre
montada por el actor Randolph Scott y el productor Joe E. Brown, con la
participación de la Columbia en la distribución.
Firma, en particular, algunos westerns
memorables. De entre ellos, propongo reparar en el que he seleccionado esta semana en Cinema Genovés: Los cautivos (The Tall T, 1957).
El guión de Los cautivos está escrito por Burt
Kennedy (quien también ejerció de realizador, con menos fortuna, a mi
parecer, que en las tareas de escritor) a partir de una historia del consumado
novelista Elmore Leonard, muchos de
cuyos trabajos han sido adaptados a la pantalla, tanto en el género del western como en el policíaco. Pat
Brennan (Randolph Scott) es un
maduro vaquero que deambula por la pradera a pie, cargando la silla de montar
sobre los hombros. Ha perdido el caballo en una apuesta con el dueño del rancho
en que había trabajado durante años como capataz. Lo usual es que Boetticher
principie los films con secuencias que muestran la silueta de un jinete
solitario cabalgando por las colinas, las praderas o entrando en un poblado. En
esta ocasión, Boetticher hace patente, más que nunca, de modo más trágico y explícito, la soledad del héroe: el vaquero descabalgado.
Brennan tiene la buena fortuna de que una
diligencia lo recoja en el camino. La conduce un viejo amigo del vaquero, quien
lleva en viaje privado a una pareja de recién casados: Willard y Doretta Mims (John Hubbard y Maureen O’Sullivan). La mala suerte viene poco después: unos
bandoleros comandados por Frank Usher (Richard
Boone) detienen el carruaje, confundiéndolo con el que hace la ruta
habitual, según sus informaciones, portando una importante cantidad de dinero.
Tras matar al conductor, mantienen retenidos a los pasajeros en el refugio de
los malhechores, pequeño espacio donde transcurre la acción principal del film.
Mientras tanto, vigilan la ruta de la próxima diligencia, la cual, pasando los
días, no llega.
Nervioso y asustado, Willard Mims
informa a Usher sobre la fortuna del padre de su esposa. Le propone pedir
rescate por la liberación de Doretta, ofreciéndose él mismo a negociar el
asunto y traer el dinero. Antes de partir, pide al raptor despedirse de mi
esposa, ya que acaso puede preocuparse por su ausencia.
Frank Usher: Nosotros nos despediremos
de ella por usted. (Dirigiéndose a Brennan). Ese tipo pone a su mujer en peligro
y luego quiere un beso de despedida…
Brennan: Eso lo entiendo. Lo que no
entiendo es por qué ha pedido de rescate sólo 50.000 $
Frank Usher: No soy avaricioso.
Frank
Usher, magníficamente interpretado por Richard Boone, se me antoja el más
interesante villano de los que frecuentan las películas rodadas por Boetticher. Es un rufián, en efecto, mas no un cínico. Tan
despreciable como el miserable y cobarde Willard Mims representa, sin embargo, la otra cara, la imagen en negativo, de Brennan. Ambos
desean, en esencia, lo mismo (una esposa, un pedazo de tierra, preservar el
amor propio, ser respetados) aunque para alcanzarlo empleen medios distintos. He aquí una expresión más del habitual fondo moral de los westerns de Boetticher.
Frank Usher: Un día tendré una casa. Lo
he pensado. Lo he pensado mucho. Un hombre debería tener algo suyo, algo a lo
que pertenecer. De lo que estar orgulloso.
Brennan: ¿Cree que lo conseguirá así?
Frank Usher: A veces no hay opción.
Al final del film, cada cual recibe su merecido.
Y es que tampoco Boetticher es un cineasta cínico ni pretende trastocar los valores ni reinventar el cine. No es más que un viejo romántico, un héroe, a su vez, individualista y independiente, fiel a la tradición cinematográfica, ceñido con todo el esmero del que fue capaz a los estándares del cine clásico. Lo cual no es poca cosa. No estamos, como he señalado al principio, ante un director refinado ni sublime, pero sobre la honestidad y la pureza de su trabajo no tengo la menor duda.
Creo recordar (vagamente) que la historia de Two Mules for Sister Sara (Siegel, 1970) es de Boetticher y que su intención siempre fue rodarla, pero Siegel le "arrebató" el proyecto, hecho que no le sentó nada bien a Boetticher. Quitando esta anécdota, mis conocimientos sobre este director son bastante limitados, quizás porque no viajo mucho al Oeste.
ResponderEliminarSalucines
Y eso, amigo deWitt, que tú eres para mí 'el hombre del Oeste', al que reside por allí, por Finisterre...
EliminarLa querella que mencionas sobre la paternidad de 'Two Mules for Sister Sara' existió, en efecto. Aunque varía en contenido según quién la cuente.
Salucines
Me ocurre lo mismo que al amigo DeWitt y creo haber visto Horizontes del Oeste y alguna más pero se pierde en mi memoria.
ResponderEliminarYo he viajado "al oeste" muchas veces pero casi siempre de la mano de Ford, Hawks, Hathaway.. William Wyler, John Sturges...
Salucines
Pues, te animo, amiga Abril, a subirte de nuevo a la diligencia, en esta ocasión con Boetticher como conductor. Aventura garantizada.
EliminarSalucines
Me gustan mucho las películas de Boetticher con Randolph Scott a los que injustamente han calificado de John Ford y John Wayne de segunda división. El guión de esa película se basa en una novela de Elmore Leonard, el autor del guión de "El tren de las 3.10"
ResponderEliminarSaludos! Borgo.
Hombre, Borgo, alguna diferencia hay entre Boetticher y Ford. Y Mann. Y... Pero, en efecto, el ciclo 'Ranown' tiene mucho interés. Sin olvidar, repito, 'El desertor del Álamo', una de las películas dirigidas por Boetticher que más me gustan.
EliminarSalucines