El mayor acierto
de Fargo (2014), serie producida por el canal FX para la televisión,
reside, a mi juicio, en el siguiente hecho: respetando la fidelidad a la
película de idéntico título que le sirve de base y pre-texto, sigue, no
obstante y al mismo tiempo, su propio camino y desarrollo argumental. Una actitud y una aptitud
poco corrientes, y de una ejecución nada fácil. Ciertamente, el célebre film realizado por los hermanos Coen en 1996 daba mucho de sí, aunque, bien pensado, lo
mismo cabría decir de toda producción cinematográfica exitosa que deja un buen
recuerdo en el espectador. Ocurre algo similar con aquella
novela que fascina y atrapa al lector, que siente con una mezcla de excitación
y desazón el llegar a la última página.
Los recursos
asociados al fenómeno «continuación» suelen ser las segundas, terceras y
sucesivas partes, o sea, los seriales, así como los remakes, las secuelas y,
últimamente también, las precuelas. Pero, por encima de todo, están las
teleseries, el reino en la pantalla luminosa del «continuará». El riesgo que conlleva tal ejercicio de prolongación está en no
saber ponerle fin, que la cosa se estire y alargue sin freno ni control
llegando a causar, como mínimo dos fatales consecuencias: la falsificación del producto original o el agotamiento del espectador.
En este sentido, no considero particularmente una
buena noticia el reciente comunicado de la productora de la serie Fargo que
anuncia una segunda temporada, con diez nuevos episodios, a
estrenar a finales del próximo año 2015. Una
decisión que sospecho sobrevenida y no prevista, motivada por el éxito
cosechado por la serie en público y crítica. Por lo que a mí respecta, prefiero
lo bueno conocido que lo presumiblemente más bueno por conocer y con previsible
riesgo de decaer.
Como ya ha sido dicho, la principal bondad de la serie Fargo está, de momento, en su sentido de la medida. De hecho, con
10 episodios ya está rozando el límite, o sea, tocando techo. No hubiese sido
buena idea convertir, sin más, la película en
serie. Y tomar la película simplemente como lejana excusa irreconocible hubiese
supuesto algo más que oportunismo: un engaño, por no decir un fraude. Así pues, ni repetición ni adulteración: he aquí la cuestión. Estar revisionando el film Fargo al mismo tiempo que estar asistiendo a algo nuevo: he
aquí el quid de la cuestión.
Película y serie recrean similar atmósfera bajo cero,
comparten una bien dosificada mezcla de humor negro y tragedia, marca
de la casa Coen, productores ejecutivos de la serie. Y, lo que es más
importante, sobrevuela en todo momento la
dualidad Bien/Mal que
determina el comportamiento de los personajes, acrecentando la fuerza dramática
de la historia y las vicisitudes de éstos; si cabe, dicho contraste es todavía más brutal en la
serie que en el film. Ahora
bien, en Fargo (2014) hay una notable diferencia, que alcanza
nada menos que al protagonista de la historia, Lorne Malvo (Billy Bob Thornton),
en detrimento de la agente de policía embarazada (Allison Tolman); y es
que aquí ya no está presente la magnífica actriz Frances
McDormand en
el papel, esposa a la sazón de Joel Coen.
Lorne
Malvo adquiere una traza que va más allá del criminal vocacional, el
ejecutor, el serial-killer, el
sicario. El personaje, magníficamente interpretado por Thornton, se me antoja un tipo de rasgos diabólicos, o, para ser más preciso,
mefistofélicos. Cual Mefistófeles, el malo de Malvo tienta,
«posee» y cautiva a Lester Nygaard (Martin
Freeman), epítome en la trama de los personajes simples,
ingenuos y aun cenizos, quienes sirven de apreciable contrapunto a la honda
perversidad de los malvados despiadados. Lester no sólo es un perdedor nato, es un bobo, un manazas,
un pánfilo, un calzonazos, un mendrugo de quien todos se burlan y a quien todos
atropellan: un antiguo
compañero de colegio sigue humillándole en público; su propia esposa le
avasalla hasta el punto de poner en cuestión su virilidad, su hombría. Hasta
que llegó su hora…
Un mafioso hace ofertas que uno no puede rechazar. Mientras que en el
inmortal poema de Goethe, Mefistófeles
ofrece a Fausto un pacto: tiempo, una perspectiva de eternidad, a cambio de
su alma. Coincidiendo en las urgencias de un hospital, el malvado Malvo escucha
las confidencias de Lester, sus quejas y lamentos: ese tipo me mortifica desde
hace años, ahora sigue haciéndolo junto a sus hijos. Puedo ocuparme de este
asunto, le susurra Malvo al oído, sólo tienes que decir sí o no. Lester no dice ni sí ni no, sino
todo lo contrario. Luego, el que calla… otorga poderes, se entrega al Otro.
Malvo no le toma
a Lester la palabra, sino su silencio, el silencio de quien no es, en verdad, todo un hombre. La consecuencia inmediata
es previsible. Desde ese momento, tiene lugar la radical transformación de
Lester, algo que va más allá de una mera venganza; el hombre renacido pasa a ser la
criatura de su amo (master). Y también está escrito, en esta ocasión no en Fausto sino en Frankenstein: para liberarse de su creador, el monstruo
se revuelve contra éste. Aunque ello comporte su propia destrucción.
¿Será esto el fin o continuará? De momento, disfrútese de lo presente, que es más que suficiente.
Magnifica entrada para retomar el curso. La serie es de lo mejorcito que he visto en la televisón aunque no sea la patria.
ResponderEliminarEl perfíl de los protagonistas, sobre todo del malvado y su "alumno" es sensacional. Personajes siniestramente complejos se mezclan a su vez con los más "simples" de un modo perfecto, en una historia con una atmósfera helada que pone sobre el tapete los instintos criminales y sus pasiones primitivas. El uso de la música, los silencios, las pausas, todo está muy bien medido.
Gran serie sin duda. Dejaremos aparcado el hecho de que la referencia a Fargo porque es y no es.
No tengo idea si la 2ª temporada estará a la altura. Lo que sí sé es que estamos ante una era dorada para las series que crecen y crecen.
Crucemos los dedos.
Salucines amigo Genovés
En efecto, Abril, tras unos años de declive (cosa de la Crisis...), parece que vuelve a animarse el panorama de las series de televisión.
EliminarSin embargo, hay algunas que se alargan en exceso, y me da pereza volver a ellas. Me ha pasado con 'Treme', con 'Homeland' y aun con 'Mad Men', entre otras. Lo dicho: por mí, que 'Fargo' (serie) la dejen como está. ¡Que ya está bien...!
Salucines
Guardo un buen recuerdo de Fargo (la peli) y siento interés por la serie, aun sin Frances McDormand, actriz que admiro. Cuando finalice House of Cards, me pongo manos a la obra. Espero no mancharme mucho de sangre...
ResponderEliminarHe leído este verano un libro titulado "Dos veces bueno" de un tal Fernando R. Genovés que no está nada mal, todo lo contrario ;-)
Salucines
Pues sí, deWitt, aun sin la McDormand, este 'Fargo', no lo dejes pasar de largo...
EliminarY tomo nota de ese librito que citas. Tiene buena pinta, la verdad.
Salucines