Título original: You and Me
Año: 1938
Duración: 90 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director: Fritz Lang
Guión: Virginia Van Upp y Jack Moffitt a partir de una historia de
Norman Krasna
Música: Kurt Weill
Fotografía: Charles
Lang
Reparto: Sylvia
Sidney, George Raft, Robert Cummings, Barton MacLane, Roscoe Karns, Harry
Carey, George E. Stone, Warren Hymer, Guinn 'Big Boy' Williams
Producción: Paramount Pictures
Tras el ascenso del nacionalsocialismo en
Alemania, Fritz Lang hace gestiones
para mudarse a Estados Unidos de América y trabajar en Hollywood, donde se
instala en 1936 y donde fallece en 1976. El director nacido en Viena ya llevaba
realizada por entonces una imponente producción cinematográfica que se remonta
al periodo silente de los estudios UFA en Berlín, una carrera cinematográfica
que no hará más que crecer con el tiempo en solidez y rigor.
No fueron fáciles, sin embargo, los primeros años de adaptación del cineasta al nuevo marco y estilo de trabajo en el Nuevo Mundo. Las más comunes dificultades con que se enfrentaron los directores europeos emigrados a América fueron de carácter idiomático. No obstante, para aquellos realizadores con una fuerte personalidad y marcado estilo propio, como era el caso de Lang, al dominio de la lengua inglesa se sumaba otra gran prueba: persuadirse de que ya no estaban haciendo películas en Europa, sino en Hollywood.
No fueron fáciles, sin embargo, los primeros años de adaptación del cineasta al nuevo marco y estilo de trabajo en el Nuevo Mundo. Las más comunes dificultades con que se enfrentaron los directores europeos emigrados a América fueron de carácter idiomático. No obstante, para aquellos realizadores con una fuerte personalidad y marcado estilo propio, como era el caso de Lang, al dominio de la lengua inglesa se sumaba otra gran prueba: persuadirse de que ya no estaban haciendo películas en Europa, sino en Hollywood.
La transición profesional y artística que
señalo, en el caso de Lang, tiene su momento crucial en la producción del
film You
and Me (1938), título que en buena medida cierra la primera etapa del
cineasta en EE UU, una trilogía no expresa que incluiría Furia (Fury, 1936) y Sólo se vive una vez (You Only Live Once, 1937), caracterizada
por un notorio contenido social (Norma
Krasna está en la base argumental del primer y tercer trabajos). Y contando
con la actriz Sylvia Sidney como
común y esencial elemento artístico y narrativo: la protagonista femenina favorece la “domesticación”, apaciguamiento e
integración en la comunidad del partenaire masculino.
Título no estrenado en las salas de cine en España y olvidado, generalmente, por la crítica oficial (diríase más por complicidad, pasión y compasión hacia el cineasta, que por mala memoria…), You and Me constituye un indiscutible fracaso, comercial y artístico, reconocido por el propio director, quien la considera su peor película.
Título no estrenado en las salas de cine en España y olvidado, generalmente, por la crítica oficial (diríase más por complicidad, pasión y compasión hacia el cineasta, que por mala memoria…), You and Me constituye un indiscutible fracaso, comercial y artístico, reconocido por el propio director, quien la considera su peor película.
Refiere Peter Bogdanovich en el libro Fritz Lang en América que el
director de origen alemán concibió y filmó You
and Me profundamente influido por la perspectiva berchtiana (en referencia
al autor teatral alemán Bertolt Brecht) de llevar a la escena los temas sociales, un enfoque ético-estético-político se suele calificarse de “didáctico” y
presentarse en clave de opereta, esto es, punteada por variados números musicales
pegadizos que ilustran los mensajes contenidos en la obra a fin de queden
grabados en la conciencia y el recuerdo del espectador. Las partituras del
afamado compositor también de origen germano Kurt Weill son muy efectivas en dicho propósito. Con todo, el
resultado no puede ser más deslucido, incluso francamente ridículo en no pocas
ocasiones.
Fritz Lang asume aquí una empresa que no
controla y se le va de las manos. La combinación de comedia y drama le supera;
circunstancia ésta que quedó patente en otro trabajo fallido anterior producido
en Francia, Lilliom (1934), con Charles
Boyer. Tampoco posee la habilidad y maestría de Rouben Mamoulian para destacar en este terreno. Allí donde el cineasta armenio
brilla, el vienés, desfallece. Mamoulian compone a la perfección películas que
son, más allá de clásicos musicales, flamantes “partituras cinematográficas”. Repárese, por ejemplo, en la muy notable cinta Love Me Tonight (Ámame esta noche, 1932), contada y
cantada en clave musical, con Maurice
Chevalier y Jeanette MacDonald, al
frente del reparto. O también en la extraordinaria Las calles de la ciudad (City Streets, 1931), film protagonizado,
justamente, por Sylvia Sidney, quien en esta ocasión ayuda a la redención al
personaje masculino interpretado por Gary
Cooper; un título, por cierto, que mantiene notorios paralelismos con You and Me. Recordemos, brevemente, la
trama de este film.
El señor Morris (Harry Carey) es propietario de unos grandes almacenes en una gran
ciudad norteamericana. De inclinación altruista y benefactora, tiene la
iniciativa, transformada en costumbre, de que parte de los empleados que
contrata en las tiendas sean ex presidiarios, pretendiendo así darles una
segunda oportunidad y facilitar su reinserción social. El prólogo del film arranca,
a modo de anuncio publicitario, con la canción You Can’t Get Something For Nothing (Nada se consigue gratis, o sea,
que todo tiene un precio), pieza que sirve de apertura y mensaje principal del
film.
Entre los dependientes del establecimiento están Helen (Sylvia Sidney) y Joe (George Raft), afectivamente atraídos entre sí. Ella conoce el pasado de él, aunque le oculta el suyo para no perderlo: Joe, sin haber superado su condición de ex convicto, le ha hecho saber que nunca se casaría con una de esas, es decir, una chica como él. Acomplejado y susceptible, vehemente y ambicioso, es tentado por antiguos compinches para robar en los almacenes donde trabaja, plan delictivo al que se suman varios compañeros de trabajo y anteriormente de prisión.
Entre los dependientes del establecimiento están Helen (Sylvia Sidney) y Joe (George Raft), afectivamente atraídos entre sí. Ella conoce el pasado de él, aunque le oculta el suyo para no perderlo: Joe, sin haber superado su condición de ex convicto, le ha hecho saber que nunca se casaría con una de esas, es decir, una chica como él. Acomplejado y susceptible, vehemente y ambicioso, es tentado por antiguos compinches para robar en los almacenes donde trabaja, plan delictivo al que se suman varios compañeros de trabajo y anteriormente de prisión.
Advertida Helen de la situación, pone a su vez al
señor Morris al corriente de los hechos. La noche prevista para el robo, el
dueño del local, rodeado de agentes de seguridad y acompañado por la propia
Helen, espera a la banda de asaltantes. Una vez, neutralizados éstos, decide no denunciarles, aunque van a tener que escuchar lo que esta joven tiene que
decirles. La mujer de Joe, cual maestra
de escuela, demuestra con números en una pizarra, frente a unos aplicados
alumnos-hampones y un atónito esposo, que robar no resulta rentable, que,
después de todo, se gana más dinero trabajando que delinquiendo. Y en este
plan. El asunto sentimental también acaba bien (comedia, después de todo). Y no
cuento más del argumento…
Kurt Weill (uno de los baluartes del
proyecto) abandonó el rodaje a poco de comenzar, siendo sustituido por Boris Morros en la composición de canciones.
Bertolt Brecht (inspirador filosófico-artístico de la obra), aun encontrándose sin
trabajo en EE UU durante el rodaje del film, no participa en la
producción. Circunstancia, por otra parte, nada sorprendente: el modelo de didactismo brechtiano vale
según el mensaje propagado, y no
es sorprendente que el dramaturgo alemán estuviese poco interesado en
comprometer su ideología mezclándose en un producto en el que el patrón es
bueno y altruista; que ensalza la lealtad del trabajador hacia la empresa para
la que trabaja; y, en fin, como dice la canción, que todo tiene un precio.
Lástima,
pues, de película, que empieza y acaba como un tremendo disparate. Malogro y
decepción porque Lang, genio y figura, al cabo, consigue armar, a pesar de todo,
algunas secuencias magníficas y filmar planos extraordinarios, aun abusando a menudo de la estética expresionista
en la que se había formado y ayudó a consolidar en Europa.
Selecciono algunos momentos verdaderamente soberbios: sabemos de la relación entre Helen y Joe sólo con observar el gesto de cogerse con disimulo las manos mientras coinciden en las escaleras mecánicas de la tienda; la secuencia de Helen declarándose a Joe cuando éste está a punto de partir en el autobús; la llegada a la vivienda tras la boda; la simulación de un ilusionado viaje de novios por Europa transformado en cenas consecutivas en restaurantes italianos y austriacos de la ciudad; la reunión de los colegas reincidentes en la Nochebuena, comunicándose entre sí, e improvisando una melodía, por medio de golpes sincronizados en la mesa y diversos utensilios (técnica empleada durante su estancia en la cárcel); etcétera.
Selecciono algunos momentos verdaderamente soberbios: sabemos de la relación entre Helen y Joe sólo con observar el gesto de cogerse con disimulo las manos mientras coinciden en las escaleras mecánicas de la tienda; la secuencia de Helen declarándose a Joe cuando éste está a punto de partir en el autobús; la llegada a la vivienda tras la boda; la simulación de un ilusionado viaje de novios por Europa transformado en cenas consecutivas en restaurantes italianos y austriacos de la ciudad; la reunión de los colegas reincidentes en la Nochebuena, comunicándose entre sí, e improvisando una melodía, por medio de golpes sincronizados en la mesa y diversos utensilios (técnica empleada durante su estancia en la cárcel); etcétera.
Diríase, en suma, que Lang entendió el
mensaje, al fin: estaba en Hollywood y había que estar a la altura de las
circunstancias, pensar en el futuro y no en el pasado, abrirse al Nuevo Mundo.
En 1940, rueda La venganza de Frank James, western irregular que mejora en el
siguiente: Western Union (1941). El resto es historia del cine…
Cuando he leído eso de "You and me" he pensado en los dos melodramas que comparten el nombre de "Tú y yo". Sólo tras ver que los protagonistas no cuadraban he caído en que ese reincidente título fue cosa nuestra...
ResponderEliminarEsta de Lang no la he visto, y aunque no sea de las mejores la dejo apuntada, que Lang es mucho Lang ;)
Un abrazo
Cierto, Mara, es fácil confundir el título de este film de Lang con los dos trabajos dirigidos por Leo McCarey: 'Love Affair'. Habría que acostumbrarse a referirse a las pelis por el título original, ¿no crees? Empezando por el cine en lengua inglesa. Dejamos para más tarde el cine japonés y el lituano...
EliminarY sí, según escribo en la entrada, aun siendo una película fallida, vale la pena. Porque Lang es mucho Lang...
Salucines
Me ha ocurrido lo mismo que a Mara. Por cierto ¡cómo me recuerda fisicamente Silvia Sidney a Marion Cotillard ! esos grandes ojos..
ResponderEliminarA mí, de entrada éstas historias me apetecen. No la he visto, por cierto.
Salucines, Fernando
Cierto, amiga Abril, existe un cierto parecido entre ambas actrices que citas. Recientemente, he visto 'The Immigrant', película que me pareció interesante con una notable Marion. El último plano, en particular, es puro virtuosismo.
EliminarSalucines
Salucines