Título original: Operator 13
Año: 1934
Duración: 85 minutos
Nacionalidad: Estados Unidos
Director:
Richard Boleslawski
Guión:
Robert W. Chambers, Harvey F. Thew
Música:
William Axt
Fotografía:
George J. Folsey
Reparto:
Marion Davies, Gary Cooper, Jean Parker
Productora: Cosmopolitan Productions /
Metro-Goldwyn-Mayer (MGM)
La
década de los treinta en el siglo XX es, a mi
juicio, una de las etapas más fructíferas y valiosas de la historia del cine,
tanto en Hollywood como en el resto del mundo. El mencionado periodo
culmina en 1939, el año acaso más fértil y feliz de todos los tiempos en materia
cinematográfica, como he tenido ocasión de homenajear en Cinema Genovés. Con el cine sonoro ya asentado, la estética y la
escritura fílmica del cine silente se encuentran todavía próximas —y aun en no
pocos casos, vigentes— en los trabajos de los estudios, además de mantenerse por entonces en
activo bastantes de los pioneros del Séptimo Arte, trátese de productores,
directores, técnicos o actores.
Un perfecto ejemplo de lo dicho puede
comprobarse en La espía número 13 (Operator
13, 1934), film producido por Cosmopolitan Productions /
Metro-Goldwyn-Mayer y dirigido por Richard
Boleslawski (1889 -1937). Nacido en Polonia, cuando todavía pertenecía al
imperio ruso, Boleslawski huye de la revolución
bolchevique al Oeste de Europa, instalándose, finalmente, en Estados Unidos en el año 1920. Con un
sólido bagaje adquirido en la interpretación y la dirección teatral durante su
juventud, no le costó ser contratado en Hollywood, donde no sólo se integra
felizmente, sino que llega a erigirse en un acreditado y afamado profesional, el
«más norteamericano” de los directores
norteamericanos» (NUSINOVA, Natal’ja, «Los rusos en Estados Unidos. El cine
de la primera emigración», en BRUNETTA, Gian Piero, Historia mundial del cine.
Volumen primero: Estados Unidos. Tomo primero, Akal, Madrid, 2011).
Por desgracia, fallece prematuramente, a la edad de 47 años, dejando una filmografía cercenada (poco más de veinte títulos), pero de sumo interés. De hecho, la muerte se lo llevó durante el rodaje de su último film, The Last of Mrs. Cheyney (1937), siendo terminado por Dorothy Arzner y George Fitzmaurice.
Por desgracia, fallece prematuramente, a la edad de 47 años, dejando una filmografía cercenada (poco más de veinte títulos), pero de sumo interés. De hecho, la muerte se lo llevó durante el rodaje de su último film, The Last of Mrs. Cheyney (1937), siendo terminado por Dorothy Arzner y George Fitzmaurice.
La
espía número 13, aun sin ser
distinguido, comúnmente, en su filmografía, merece ser conocido o, en su caso,
revisitado. Además del aliciente de tratarse de un producto Boleslawski (garantía de buen hacer profesional), la
cinta tiene el atractivo de lucir un reparto estelar, encabezado por Marion
Davies y Gary Cooper, la actriz en su etapa descendente; el actor, en la
ascendente. Sea como fuere, ambos realizan una espléndida labor en esta película ambientada en la Guerra Civil
americana, centrada en uno de sus aspectos menos tratados: los servicios de
espionaje en los ejércitos en liza.
La trama transcurre a lo largo de todo
el conflicto militar y civil, y es la gran habilidad del cineasta para la
transición narrativa, la elipsis y el montaje lo que permite que en menos de
noventa minutos de metraje asistamos a una emocionante
y muy entretenida película, en la que el género bélico, el drama romántico, la
comedia y aun el musical se integran con gran pericia. Gail Lovelless (Marion Davies) es una artista de variedades,
reclutada por el ejército del Norte con la misión de infiltrarse junto a una
amiga, Eleanor Shackleford (Jean Parker),
en territorio sudista (Gail con la cara tiznada —Al Jolson en femenino—, haciéndose pasar por sirviente
de raza negra), intimar con la oficialidad local y conseguir información
valiosa que favorezca las operaciones militares.
Pero, ay, uno de los oficiales rebeldes es el capitán Jack Gailliard (Gary Cooper), de quien Gail se enamora perdidamente. Descubiertas las dos espías por los servicios secretos del Dixieland, consiguen escapar y vuelven al Norte, donde la joven adopta otra falsa identidad (gajes del oficio), si bien recupera su tez natural blanquísima. Dichos enredos generan múltiples confusiones y malentendidos, resueltos muy hábilmente tanto en el registro de la comedia como del drama.
Pero, ay, uno de los oficiales rebeldes es el capitán Jack Gailliard (Gary Cooper), de quien Gail se enamora perdidamente. Descubiertas las dos espías por los servicios secretos del Dixieland, consiguen escapar y vuelven al Norte, donde la joven adopta otra falsa identidad (gajes del oficio), si bien recupera su tez natural blanquísima. Dichos enredos generan múltiples confusiones y malentendidos, resueltos muy hábilmente tanto en el registro de la comedia como del drama.
Boleslawski es, sin duda, un director virtuoso,
cuya tarea se vio favorecida por la colaboración de competentes colaboradores
del estudio; George J. Folsey gana
el Oscar a la Mejor Fotografía en el año correspondiente al estreno del film.
Rueda con similar soltura tanto los números musicales como las secuencias
románticas o las escenas de guerra, aunque respetando en cada momento las
reglas propias de cada situación y género. Marion Davies interpreta muy graciosamente un número de varietés a partir de un juego de
sombreros y gorras en los primeros compases del film, y los MiIls Brothers interpretan varias
piezas, cuyas melodías van integrándose en momentos sucesivos de la banda
sonora.
Los encuentros amorosos encajan bien con las particularidades del
argumento, exigiendo ternura y pasión o acción y emoción (la secuencia en la
que huyen unidos por las muñecas con las esposas) según las circunstancias. Y
muy meritorias son, en fin, las escenas bélicas, en especial, la que muestra a
las tropas sudistas siendo repelidas por los del Norte mientras cruzan el río
Potomac con intención de atacar Washington (estoy por asegurar que Sam Peckinpah visionó con gran interés y para provecho propio dichas secuencias).
Qué historia tan atractiva, poco conocida esa faceta en ese momento historico,pero llamativa tanto como sus interpretes..¡mira qué guapisimo estaba Gary Cooper, no me extraña que su carrera fuera ascendente.. y Marion Davis dices en su decadencia..no sé.. me temo que se recluyó con su amante Hearst al que apoyo incluso económicamente, ambos lo hicieron el uno con el otro, al parecer.
ResponderEliminarPero me desvio, la pelicula puede ser interesante, siempre lo son las que propones amigo Genovés, aunque no sea fácil hacerse con ellas.
¡Felices fiestas y saludos!
A mi parecer, amiga Abril, Marion Davies brilló, sobre todo, en el periodo silente del cine. no adaptándose plenamente a la etapa sonora. De entre las que hizo la Davies de viva voz, la peli que reseño aquí es de las que más me gusta.
EliminarYo también te deseo unas Felices Fiestas y muchos Salucines.